La Puerta Entre Nosotros

CAPÍTULO 07-FRACTURA

Esa noche, después de dejar a Soren en su casa, Eryan regresó a la suya con el corazón hecho un nudo imposible de desatar.

La imagen del terror en los ojos de Soren seguía clavada en su mente como una daga invisible.

¿Ese miedo era hacia él… hacia lo que era?

El pensamiento le destrozaba.

Caminó sin rumbo por las calles solitarias, con el pecho oprimido y la respiración temblorosa. La ciudad dormía, pero su mente era un huracán. Cada paso era una discusión interna; cada sombra le recordaba la oscuridad de la que intentaba escapar.

“Lo estoy dañando… Lo estoy alejando… ¿Y si lo pierdo para siempre?”

La idea lo detuvo. Lágrimas ardientes le resbalaron por las mejillas.

Eryan no estaba acostumbrado a llorar, y mucho menos por amor.

Ese fue el momento en el que se dió cuenta que soren era…

su luz, su calma, el único lugar donde su magia no parecía una amenaza.

Pero también sabía que esa misma magia —la que lo mantenía vivo— podía destruir todo lo que amaba si perdía el control.

Debo alejarme… susurró quebrado.

Alejarme para protegerlo… aunque me muera en el intento.

Pero en cuanto dijo esas palabras, su corazón protestó con violencia. El recuerdo del abrazo tembloroso de Soren aún ardía en su piel. La necesidad de tenerlo cerca era más fuerte que cualquier advertencia del destino.

“¿Cómo puedo protegerlo si lo único que me calma es él?”

Apretó los puños.

Destellos de poder chisporrotearon alrededor, iluminando el callejón donde había quedado detenido. La magia respondía a su angustia. El aire vibró… y una grieta de luz violeta se abrió por un segundo en medio del espacio.

Eryan retrocedió, horrorizado.

No podía permitir que volviera a pasar.

Cada emoción fuerte lo volvía inestable.

Y Soren… Soren era la emoción más fuerte de toda su existencia.

Cerró los ojos, respiró hondo y murmuró la decisión que le partió el alma:

Si alejarme es la única forma de salvarte… entonces tengo que hacerlo.

Pero su corazón gritaba lo contrario.

No quería perder a Soren.

No podía.

La noche lo envolvió como un manto frío mientras quedaba de rodillas en el suelo, roto, sosteniéndose apenas con una promesa silenciosa:

“Te amo demasiado para quedarme…

pero también demasiado para irme.”

—Pronto vas a estar a salvo de mí —susurró.

Pero sus labios temblaron. Su alma también.

Aunque eso signifique apagar lo único bueno que tengo.



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En el texto hay: fantasia, #amores, #romace

Editado: 17.11.2025

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