La vi agachar la cabeza ante la persona que estába frente a ella. La escasa luz de la calle no me permitió ver su rostro, pues aún se mantenía en el interior de la vieja casa.
Luego, el miedo me paralizó. Minha fue tomada con fuerza y de un tirón había desaparecido en la penumbra que reinaba de la puerta para adentro. Ahogué un grito. Retrocedí algunos pasos con la intención de largarme de allí corriendo a toda prisa. Mis mejillas estaban mojadas; había llorado sin darme cuenta.
Dos pasos, sólo dos pasos pude dar. Alguien me detuvo. El grito que había guardado se escapó sin más. No podía ver su rostro, pero su perfume era un asqueroso deja-vú. Definitivamente lo conocía. Intenté hablar pero fue inútil; él ahogó mis palabras con un pañuelo blanco empapado en algún líquido desconocido por mí. Forcejear me era imposible, todo mi cuerpo se volvió pesado en segundos. Fui tomada cual costal de papas por aquel conocido desconocido. Mis pesados párpados me permitieron ver por última vez aquella noche, como cruzamos el umbral de aquella puerta roja. Luego todo se desvanecía.
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Estaba obscuro. Se oían voces desde otra habitación. Mis manos estaban atadas con fuerza y comenzaban a doler. Mis ojos buscaban con desespero a Minha. Ella no estaba.
Aquel lugar era horrible, estaba sucio y olía a humedad. Las voces se oían cada vez más fuerte y más cerca. De pronto ya no estaban, había silencio. Un silencio frío y perturbador. La puerta se abrió con un gólpe. Un hombre cuyo rostro no pude ver, nuevamente gracias a la oscuridad del lugar, empujó a Minha haciendo que cayera al suelo. Sus manos estaban atadas y su rostro estaba golpeado. La situación me aterró; comencé a llorar lanzando gritos colmados de la más pura desesperación.
De pronto mi labio inferior comenzó a arder. Recibí un golpe tan fuerte que de inmediato comencé a sentir un horrible sabor a sangre en mi boca.
Un hilo de luz me dejó ver se rostro -Namjoon- dije en un susurro. Él me tomó de la barbilla y yo me paralizé por completo.
-Cierra la maldita boca o tendré que amordazarte- dijo, mirándome con sus profundos ojos oscuros. Aquello fue suficiente para que yo no emitiera otro sonido; sin embargo continuaba llorando.
Minha fué atada a una silla, a tan sólo unos metros de mi. Namjoon desapareció en la penumbra del pasillo, cerrando la puerta detrás de él.
Luego, silencio.
-¿Estas bien?- hablé bajo. Ella no contestó. -¿me explícas que sucede?
Más silencio.
-¿Y tu estas bien?- me dedicó una corta y gris mirada. -No debiste seguirme- tenía razón, no debí seguirla.
-Minha, dime que sucede.
-Mi padre escapó- maldito hijo de puta -Él lo busca y cree que yo sé donde se oculta.
-¿Él? ¿Hablas de Namjoon? ¿Y el que tiene que ver con...
-Hoseok- me interrumpió -Hoseok lo busca- habló.
Me tomé unos segundos para atar cabos. Luego todo fué muy claro. Namjoon y Hoseok siempre fueron compañeros. Eran el terror del colegio y el dolor de cabeza del equipo directivo. Todo acabó cuando lograron -a duras penas- graduarse y largarse lejos, o no tan lejos. Ese año conocí a Taehyung. Había regresado de Europa porque el inglés se le dificultaba y como consecuencia la preparatoria era un martirio. Él completó su penúltimo año junto a Minha y Jimin, yo en cambio tube que soportar al dúo de maleantes, en especial a Namjoon, quién me había tomado como su juguete personal.