La puerta roja: el último vínculo

Capítulo 5

La palabra de Adrian quedó suspendida en el aire como una fractura invisible. No supe qué me inquietaba más: la certeza de que decía la verdad o el pánico de considerar la posibilidad de que fuera mentira. Porque si estaba mintiendo, significaba que me había metido en el centro de una conspiración absurda. Y si decía la verdad… era mucho peor.

—No entiendo —dije, aunque ya había entendido demasiado.

Adrian caminó hasta la ventana. No había notado que la habitación tenía una. O quizás no la tenía antes y ahora sí. En ese edificio, cualquier cosa era posible. La luz que entraba era tenue, como si el exterior estuviera cubierto por una neblina espesa.

—Has sentido la llamada desde hace años —continuó—. Al principio creías que era solo ansiedad. Luego pesadillas. Después… señales. Cosas que no podías explicar.

Mi garganta se cerró. Pensé en los episodios que siempre había guardado como secretos propios: los déjà vus, los ruidos en la noche que parecían venir de adentro de mis paredes, la voz que escuché cuando tenía trece años y que nadie me creyó.

—Tú lo provocaste —acusé, aunque no tenía certeza.

Adrian negó con la cabeza.

—No. Eso estaba allí desde siempre. Nosotros solo intervenimos cuando se vuelve incontrolable.

—¿Incontrolable para quién? —pregunté.

Esta vez, Adrian tardó en responder.

—Para el mundo.

Sentí un temblor en las piernas, pero me obligué a mantenerme firme. Era demasiado tarde para fingir que nada de esto iba conmigo.

—¿Y qué se supone que haga? ¿Abrir una puerta para… para qué? ¿Liberar algo?

—No —dijo, mirándome fijo—. Para contenerlo.

Un silencio espeso cayó entre los dos.

—La puerta roja no es una entrada —continuó—. Es un sello. Uno muy antiguo. Uno que está fallando.

Mi corazón pareció encogerse dentro del pecho.

—¿Y yo qué tengo que ver con eso? —susurré.

Adrian dio un paso hacia mí.

—Tú eres el último vínculo. La única persona capaz de cerrarla desde dentro.

Sentí un vértigo inmenso, como si el suelo se hubiera inclinado bajo mis pies.

—¿Desde dentro? ¿Qué significa eso? —pregunté, con un hilo de voz.

Adrian bajó la mirada, como si temiera la importancia de lo que estaba a punto de decir.

—Que para entrar a la habitación de la puerta roja… no puedes volver.

Mi respiración se cortó.

Mi mundo también.



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En el texto hay: misterio, suspense

Editado: 07.12.2025

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