La que desapareció del tiempo:el lamento de los dragones.

Capítulo 3: Puertas rotas, promesas intactas

Estaba apoyada en el lavabo, buscando respuestas en el mármol frío

Estaba apoyada en el lavabo, buscando respuestas en el mármol frío. Necesitaba recomponerme, ya había tenido recaídas antes, pero esta se sentía diferente, sentía que alguien me seguía, que la oscuridad intentaba alcanzarme, arrastrarme de nuevo a esa solitaria cabaña.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos por una voz familiar...Más familiar de lo que me gustaría para la situación en la que me encontraba, porque sabía que a ella no la iba a poder engañar.

—¿Ada?... —Era Sisi. Su voz sonó baja y suave.

Estaba parada en la puerta, mirándome como si supiera más de lo que decía.

Me quedé mirando el lavabo unos segundos. Necesitaba una buena excusa, pero en el fondo sabía que ella no me la iba a creer, enderecé mi postura y me limpié rápidamente las lágrimas que se me habían escapado.

—Sisi, no vi cuando me seguiste, yo... —Guardé silencio un momento—Estoy en una situación complicada, como podrás ver —solté una risita para aliviar la tensión.

Ella no se rió. Con pasos cuidadosos se acercó hasta donde estaba.

—A último momento me acordé de que tenía tus cosas y quise devolvértelas, pero te vi perdida frente a la vidriera y luego saliste corriendo hacia acá y no dudé en seguirte.

Me apoyé contra la pared y dejé caer mi peso, ella me imitó, sentándose a mi lado.

—¿Volvieron las pesadillas?

Apoyé mi cabeza en su hombro, y ella, por inercia, recostó la suya sobre la mía. Tenía miedo, no quería confesarlo, no quería que pensara que había vuelto a esa etapa, que se alejara por eso. Pero en el fondo sabía que ella no era de ese tipo de personas... Ninguno de mis amigos lo era y sobre todo sabía que no podía mentirle.

Solté un largo suspiro antes de responder.

—Sí... Sé que hace mucho que no tenía una recaída, pero desde hace días las pesadillas volvieron y hoy... —tragué saliva antes de continuar— hoy fue diferente, lo sentí diferente.

Sisi tomó mis manos entre las suyas y me miró con atención.

—Es entendible, corazón —tomó mi cara entre sus manos— La recuperación nunca es lineal, vas a tener un montón de recaídas, vas a tener días donde sientas que ya estás lista para la siguiente batalla y, cuando llega, te desmoronas.

Apartó mi cara con cuidado, y volví a bajar la mirada. ¿Cómo podía explicarle que mis miedos eran más reales que nunca? Que ella, mis padres, los chicos, fueron lo que siempre anhelé y que ahora que los tengo, que experimenté lo que es ser querida, tener padres amorosos, amigos que siempre están para mí, mi mayor miedo es volver a una vida que ya no reconozco como mía.

Puedo ver cómo ella nota la duda en mis ojos, y prosigue a hablar:

—Sé lo que estás pensando: "No los quiero cansar", "¿Y si se hartan de mí?" —hace una muy mala imitación de mí y no puedo evitar soltar una risa.

—Me impresiona lo bien que leés mi mente, a tal punto que me da miedo.

Ella se levanta del suelo y me extiende su mano para que haga lo mismo. Una vez que las dos estamos paradas, me abraza sin previo aviso.

—Ada, te conozco desde antes de nacer. Puede que no compartamos sangre, pero mi primera hermana no fue Solveig, fuiste tú. Te conozco a la perfección, sos mi otra mitad, y no quiero que nunca, nunca dudes de que soy capaz de dar la vida por ti si es necesario. No puedo existir sin ti, Adelaida. De solo pensarlo... —guarda silencio por un momento, su abrazo se vuelve más firme y, con la voz rota, prosigue— Mejor ni lo pienso, ya pasamos por esto una vez, podemos enfrentarlo juntas de nuevo.

Nos separamos del abrazo. Veo en sus ojos emoción, yo, por mi parte, me quedo en silencio. Antes de salir, la tomo de la mano y en un pequeño susurro solo puedo decir:

—Gracias, Sigrid. Gracias por todo. Sobre todo, gracias por estar siempre conmigo.

Luego de esta pequeña intervención, Sisi me acompañó hasta mi aula, para luego tomar rumbo a la suya. Llegué tarde, y por inercia todos se voltearon para mirar quién fue la responsable de la interrupción. Al fondo del salón logro ver a Liam, quien había guardado un lugar a su lado. En silencio, me encaminé hacia él. Cuando logré sentarme, me miró extrañado. Le hice una seña de que se lo contaría después, asintió, y ambos pusimos atención al frente.

Las clases transcurrieron con normalidad con Liam estábamos cada uno en su mundo: él haciendo garabatos en su cuaderno y yo... bueno, no volví a tener algún incidente, pero algo en el fondo me seguía estorbando, no podía despejar del todo mi mente, a lo lejos, logro escuchar la campana que indica el receso, tomamos nuestras cosas rápidamente y nos dirigimos al lugar predilecto que seleccionamos con el grupo. Durante el camino, Liam no se guardó su intriga y empezó la conversación.

—Entonces... Tuviste pesadillas, ¿no? —lo suelta como si nada.

Me quedo boquiabierta. Primero Sisi y ahora él. No sé si me conocen a la perfección o si en mi cara se nota mi malestar.

—¿Se nota en mi cara o leés mentes?

Él suelta una risa sonora y se para en seco.

—Dejame pensar —finge estar reflexionando— Primero, al llegar, pude ver tus ojeras, luego llegaste tarde a clase, y cuando te vi entrar al aula venías acompañada con Sigrid y ambas tenían mala cara, entonces...dos más dos son cuatro.

Retomamos la caminata y durante esta, le explico todo lo que me pasó. Conozco a Liam desde los tres años. Sus padres se hicieron amigos de los míos y, desde entonces, nos obligaron a jugar juntos. Al principio nos queríamos matar, pero con el tiempo nos volvimos inseparables, a tal punto que muchas veces me quedo a dormir en su casa y él en la mía, creo que esas son ventajas de vivir al lado.



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En el texto hay: vikingos, viajeseneltiempo, dragones humano dioses

Editado: 27.08.2025

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