La que desapareció del tiempo:el lamento de los dragones.

Capitulo 6: La gran llegada.

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Ese mismo día, en Drakkarvik, el ambiente estaba extraño. Todos lo notaron apenas despertaron.

El primer cambio notorio fue que tanto Yrsa como Kaeldrak se comportaban más extraños de lo normal. Para empezar, la anciana había pasado todo el día anterior en la montaña junto con los dragones, mientras que la bestia de ojos carmesí ,que solía compartir los días con los aldeanos, especialmente con el hijo del jefe, no se había dejado ver. Solo apareció cuando bajó de la montaña acompañando a Yrsa.

Todos estaban curiosos por lo que este dúo se traía entre manos, pero la curiosidad duró poco.

Antes del mediodía, se notaba que ambos estaban ansiosos. Se habían sentado a la orilla del mar, mirando el cielo. Yrsa escaneaba el horizonte en todas las direcciones, mientras que Kaeldrak no encontraba una posición cómoda para esperar, golpeándola un par de veces con su larga cola.

Al ver ese espectáculo, un grupo de aldeanos se les unió, sin saber bien qué esperaban o qué estaban viendo.

Pasado un tiempo, todos se sorprendieron por un gran destello que apareció en el cielo. Iluminó toda la isla. Estaban maravillados; nunca antes habían presenciado algo así. Pero para Yrsa y Kaeldrak, esa era la señal: ella estaba regresando.

—¡Ahí está! —exclamó entusiasmada la anciana— Kaeldrak, necesito que la rescates antes de que llegue al mar.

Yrsa se giró hacia la gran bestia, pero Kaeldrak no necesitaba instrucciones. Apenas vio a la joven salir de aquella luz, voló directo por el hijo del jefe para que juntos fueran a buscarla.

Una sonrisa se escapó de los labios de Yrsa. Nadie más lo sabía, pero para Kaeldrak, ella era el regreso de su otra mitad. Durante siglos la había esperado; durante mil noches soñó con su regreso. Quería poder disculparse. Decirle cuánto la apreciaban todos los dragones... pero, sobre todo, él.

Quería decirle que deseaba irse con ella a su nueva vida, contarle que desde su partida todo había perdido color, que ya nada les divertía, que extrañaba sus charlas nocturnas… pero, por sobre todas las cosas, quería pedirle perdón por no haber podido despedirse cuando ella se fue.

El resto de los vikingos estaban expectantes por ver quién era esa misteriosa chica que caía del cielo como por arte de magia. Pero aún más, querían saber por qué era tan importante para la anciana y el dragón.

Al llegar a donde la joven descendía, tanto el jinete como la bestia pudieron ver que estaba por perder la conciencia, pero no sin antes mencionar el nombre del pelinegro.

Hakon — Decir tal nombre cambiaría varias vidas, pero sobre todo la de aquel jinete.

Sin más, la joven cerró por completo los ojos y su cuerpo perdió la poca fuerza que tenía. El joven, por su parte, estaba muy confundido. ¿Cómo podía esta extraña que había salido del mismísimo cielo conocerlo? Pero lo que más le perturbaba era la mueca de desagrado que la joven hizo al pronunciar su nombre.

Lograron llevar a la muchacha inconsciente a tierra firme, donde una multitud de vikingos curiosos y emocionados los esperaba para verla de cerca. Sin embargo, solo pudieron apreciarla por unos instantes, ya que el jefe de la aldea había llegado y, acompañado por Yrsa, se abrió paso entre la multitud.

—Querida Sigrhildr, estuvimos esperando tu llegada durante mucho tiempo —susurró la anciana, dándole la bienvenida.

Yrsa acarició la frente de la joven, que se encontraba en los brazos de Hakon, y le hizo una seña al muchacho para que la siguiera. Él no dudó. Avanzó acompañado por la gran bestia y su padre.

Los guió hasta la casa de una joven pareja que había sido asesinada hacía años. Tanto padre como hijo se vieron confundidos, ya que aquella cabaña pertenecía a los mejores amigos del jefe, y no comprendían qué relación compartían con la desconocida.

En sus rostros se podía ver que ninguno de los dos entendía realmente lo que estaba pasando, ni siquiera quién era ella. Pero de algo estaban seguros: tanto Yrsa como Kaeldrak estaban dispuestos a dar su vida por la pelirroja que había descendido de los cielos.

Una vez adentrados en la vieja cabaña, Yrsa le indicó a Hakon que dejara a la joven en la cama. Luego de depositarla cuidadosamente, todos se dirigieron a la sala, donde sus dudas comenzarían a resolverse… o, por lo menos, una parte de ellas.

Antes de que pudieran decir palabra, se vieron interrumpidos por la peliblanca.

—Lo lamento, pero responderé sus dudas una vez ella se levante. Mientras tanto, necesito que salgan de la cabaña.

—Yrsa, tú más que nadie sabes que nunca pongo en tela de juicio tus decisiones… pero esta vez necesito una respuesta inmediata —habló en tono preocupado el corpulento hombre.

La anciana, que lamentablemente en esta ocasión no contaba con suficiente paciencia, se levantó del asiento y, sin decir palabra, abrió la puerta y les indicó con la cabeza que salieran.

Sin intercambiar palabras, ambos vikingos aceptaron. Salieron de la vivienda, pero optaron por hacer guardia a las afueras de esta. Tal vez para la vieja y la bestia ella era importante… pero para el resto no dejaba de ser una extraña.

Lo que ninguno de los involucrados notaría era que aquella joven… ya estaba despertando.



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En el texto hay: vikingos, viajeseneltiempo, dragones humano dioses

Editado: 27.08.2025

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