La que ves no soy yo

Prólogo



Día caluroso como pocos, mi frente transpiraba y ya estaba bastante cansada de caminar. No había mucha distancia entre la escuela y mi casa, pero odiaba caminar esas pocas cuadras. Quizás 30°C estaría haciendo, recién empezaba a sentirse el verano pronto a llegar; solo me quedaba un mes de clases y no veía la hora que acabara esa tortura. No es que no fuera una chica inteligente o sacara malas notas, todo lo contrario, siempre fui el mejor promedio y por eso y otros detalles la mas odiada. En fin, esas cuadras parecían interminables y encima se venia una subida, como la odiaba. Mi casa quedaba a solo seis cuadras de la escuela, era un barrio tranquilo, no es que yo saliera mucho, pero nunca había problemas con los vecinos y la mayoría eran educados y amables. Mi familia consistía en mi padre, un hombre perdido en su mundo y sin ambiciones, pero mi padre al fin y al cabo; mi tío una persona solidaria y trabajadora, no se que haría sin él, pero me parezco a mi padre, estoy siempre metida en mi mundo y rara vez dejo entrar a alguien. También tengo un hermano menor que yo, pero muy maduro; compartimos algunos gustos y por eso nos llevamos bien, también respetamos nuestros espacios.   

 


    Ya logro ver mi pequeña casa, no teníamos muchas comodidades, pero de todas formas siempre fuimos personas humildes y sencillas, teníamos épocas buenas y malas como toda familia. Llegue algo cansada y me recibió la señora que hace la limpieza cada martes y jueves, una señora de mirada maternal , ya algo mayor, pero su dulzura y cariño siempre me hicieron sentir en confianza.  


- ¿Como estas cariño?- me pregunto de forma gentil .


- Bien María ¿ y tu?- conteste mientras dejada mi mochila a un lado. 


Ella sonrió y siguió en lo suyo.  Yo solo suspire cansada y me fui a mi habitación, me puse algo mas cómodo y me eche repelente para los mosquitos. Suspire una vez mas y mire por la ventana. Me sentía como vacía, como si ese no fuera mi lugar, como que me estaba perdiendo algo importante. Tenia la idea de estudiar en una buena universidad y luego viajar por el mundo, conocer lugares, nuevas personas, otro modo de vida. Pero por ahora estaba atrapada acá, con esta vida aburrida y monótona. No era indispensable para nadie solamente era yo, Lía Méndez, una chica sencilla e introvertida, con sueños tontos pero con mucha determinación en encontrar aquello que tanto le falta 

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Estaba furiosa, más que furiosa estaba rabiosa ¿Como era posible todo aquello? ¿en qué mundo vivíamos?. Demonios. Sentía la sangre arder por todo mi ser. Maldito el día en que llegue a este lugar. Me vuelvo a preguntar cómo era posible aquello, ¿Cómo pase de ser la buena de la historia a la malvada bruja feroz? Estaba frustrada , siento que en cualquier momento estallo y me llevo el edificio conmigo. Una brisa fresca apareció en la azotea, moviendo un poco mi cabello rubio. Igual no sirvió de nada para aplacar mi mal humor. Son estos momentos en los cuales creo que todo esto es apropósito. Porque supongamos que ellos están en lo cierto y yo no; entonces ¿que ganan mintiéndome? Cada vez todo tiene menos lógica. Observo las estrellas de new york. Siempre me pareció una ciudad extraña, pero creo que no me puedo quejar mucho. Bajo mi cabeza y miro todo esa gente caminar de acá para allá, siempre apurados para llegar a ninguna parte. Un suspiro cansado se me escapa y creo que lo mejor es volver a casa. Ahí seguro me espera Lina, es la única persona en este mundo que no me juzga. 


En el trayecto a casa, vuelvo a preguntarme más cosas, por ejemplo, ¿será mi primo cómplice de todo esto?¿desde cuándo me miente? Fruncí  el ceño mientras pienso la manera de encararlo. Por ahora lo único que quiero es recostarme y no pensar en esos malditos traidores. Cuando llegue aquí pensé que todo sería maravilloso, vivir con mi primo, quizás estudiar. Conforme paso el tiempo me di cuenta que este mundo es demasiado egoísta y traicionero. Su gente se mata una a la otra, no tienen respeto por la naturaleza y aquellos valores con los que fui criada, poco a poco fueron olvidados. Mi primo cree en una causa perdida, yo no voy a perder mi tiempo con gente que no lo vale. 


Cuando llego mis pies tocan la arena todavía cálida, sonrío de manera torpe y camino despacio hacia mi pequeño hogar. Un aroma a vainilla me recibe, mi sonrisa se agranda. Busco a Lina con la mirada, pero no la encuentro, quien sabe dónde estará. Voy en busca de algo para beber. Saco una botella de agua de la heladera y mientras me sirvo en un vaso, Lina aparece por un pequeño pasillo que da a las habitaciones. Me mira fijamente, estoy segura que ya sabe lo que paso. 


- ¿mala noche?- pregunta con obviedad  


- Pésima- mi fastidio es más que evidente.  


Sonríe de manera macabra y luego se encoge de hombros. A veces no sé ni por que la soporto. Dejo la botella en la mesa y paso junto a ella sin despedirme. Subo las escaleras que dan a mi habitación. Al llegar me recuesto sin cambiarme. Frustrada por todo lo vivido, quizás cansada de mi vida. De haber sabido que todo sería así, nunca hubiese venido a este lugar. Suspiro por última vez y cierro mis ojos. Mañana tengo que enfrentarme a  ellos.
 




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