Aburrida.
Muy aburrida.
Estar encerrada entre cuatro paredes no es lo mío. Puede que sea un poco introvertida pero tengo una mente inquieta, necesito leer o hacer algo estimulante o me volveré loca. Sin mencionar que la habitación esta climatizada y hace un calor sofocante y yo sigo con la campera que encontré olvidada en el armario. Decido levantarme ya que me encontraba recostada en la cama y me hago una coleta improvisada en el cabello. Creo que lo mejor es salir un poco y dar un pequeño paseo.
“espero no perderme”
Puedo darme cuenta que en este lugar los pasillos son interminables y con poca iluminación, creo que debí quedarme en el cuarto. Pero aunque este un poco nerviosa no voy a permanecer toda mi estadía encerrada ¿Qué es lo peor que podría pasar? Sigo caminando cautelosa hasta que puedo visualizar una luz proveniente de una habitación.
Aun con los nervios a flor de piel me asomo un poco. En este lugar no sé qué esperar o encontrar, por eso cuando visualizo una gran cocina…bueno digamos que suelto todo el aire que estaba reteniendo. Cuando estábamos haciendo el recorrido con Willy habíamos pasado por aquí pero no tuve mucho tiempo para observarla bien. El lugar parece la residencia de un chef profesional, ya que está totalmente equipada y con lo más moderno. Me quede simplemente maravillada es mucho más grande que toda nuestra cocina, comedor y sala juntos. El arte culinario no es lo mío pero se defenderme al menos de hambre no voy a morir. En ese momento un peculiar sonido se escucha desde mi estomagó. Entonces me percato de algo muy importante… no he comido nada desde que desperté, por lo tanto tengo un hambre atroz.
“espero que no se molesten si tomo un par de cosas de su bella cocina”
Después de meditarlo un poco abro la heladera y tomo de todo un poco para hacerme un emparedado. Por suerte encontré pan y frituras en un gabinete. Soy un poco ansiosa desde que tengo uso de razón sin mencionar que por culpa de los nervios y miedo había olvidado probar bocado. Así que me siento en una butaca en la isla de la cocina a disfrutar mi emparedado gigante y mis frituras. Puedo ver un gran televisor frente mío, me gustaría encenderlo para no estar tan en silencio. Así que de un salto bajo de mi asiento y me acerco al artefacto para poder buscar algún botón o control remoto. Por suerte enseguida lo visualizo a un costado y cuando estoy por tomarlo, siento, pasos acercarse. Por precaución me quedo en mi lugar casi sin pestañar. La cosa verde o mejor dicho Michael, hace acto de presencia. Parece sorprendida al verme, quizás hice mal en venir a la cocina.
- Lía…
Aún no sabe cómo actuar ante mí, se la nota inquieta. Yo intento ser casual.
- Hola....yo… tenía un poco de hambre así que…- bueno los nervios siempre están. En ese momento observa mi emparedado olvidado y sonríe de manera amistosa (es la primera vez que la veo hacer eso)
- ¿Te gustaría un chocolate caliente?
La verdad esas bebidas me dan asco pero no quise rechazar su invitación. Por lo tanto, sonrío mientras asiento despacio.
- Me encantaría.
- Te aseguro que los míos son los mejores.- dice mientras busca dos tazas.
- No lo dudo.
Rápidamente llevo mis manos hacia mi boca. Esa última oración sonó muy irónica. Espero que no lo haya notado.
Ella me mira un poco confundida, así que intento buscar un tema de conversación rápido.
- Enn… ¿puedo prender la tv?-
- Claro que si Lía siéntete como en tu casa- dice mientras sigue preparando las bebidas.
Me dirijo con pasos rápidos hacia el control remoto para poder escapar de mi falta de filtro.
“debes aprender a mantener la boca cerrada Lía”
Con Jenny y Rocio pagaba caro mi falta de tacto. Lo mejor es andar con cuidado todavía no estoy muy confiaba en este lugar. No sé que clase de personas son, aunque ya me aseguraron que una de ellas no es humana. Miro de manera disimulada a mi acompañante que está terminando con el chocolate.
- Se lo que estas pensado Lía- dice de manera tranquila sin levantar la vista de su tarea.
La tal Carla me había dicho lo mismo ¿tan obvia soy? Pero es imposible que pueda saber lo que estoy pensando, como me siento, ninguno de ellos tiene una pálida idea de lo que es despertar no siento tu misma físicamente, en un lugar totalmente desconocido y extraño rodeada de locos. No definitivamente no pueden entenderme.
“¿pero tú te has tomado la molestia de entenderlos a ellos?” dice mi subconsciente. Aunque no esté conmigo la filosofía de Valeria me sigue y tengo que admitir que una muy pequeña parte de mi les cree, cada una de sus locas palabras.
- ¿cómo puedes saber lo que pienso?- le digo riéndome un poco para aligerar mi caos mental.
Ella se acerca con mi taza de chocolate y me la entrega. Una vez la sostengo con ambas manos, me sonríe suave y se aleja dos pasos. Mientras me mantiene la mirada su piel cambia de color. Casi dejo caer mi taza de la impresión. Ahora parece una adolescente común y corriente, con su gran cabellera colorada y ojos claros.