La Quinta Dimensión

Búsqueda.

No puede ser cierto, pienso.

Luca me mira fijamente.

No hay nada fuera del BIOS. Pero, ¿y sí hay algo más?

¿Si en realidad esa ciudad que contemplo es real, con su millar de luces y edificios? ¿Con millones de personas pululando en las calles?

¿Cómo sé que lo que dices es cierto y no puras tonterías? —pregunto.

—Es fácil. Demos un paseo por el complejo y te demuestro que lo es.

—No podemos si no hay autorización.

—Podemos, créeme. A las 10:00 p.m. tocaré tu puerta – se ríe de su chiste.

No quiero meterme en problemas.

—¿Y si nos atrapan?

—Eres tonta, la verdad.

Me ofende.

—Qué desagradable… persona eres… —en definitiva, me voy.

—Si no quieres terminar siendo carne mechada, está lista a las 10:00.

Abro los ojos en la cámara de inmersión. Desconecto con suavidad los sensores de mi frente. Hay otros jóvenes y adolescentes allí.

Siento una extraña opresión en el pecho.

Voy por mi cena al comedor. Tengo la opción de comer allí o en mi habitación, siempre escojo lo segundo. Pero, esta vez, veo a Luca, sentado a dos mesas, con otro grupo de bulliciosos adolescentes. Nadie les dice nada.

Los tutores sólo están en el aula de clases o en los espacios de salud.

Me nota mirándolo y me guiña un ojo, mientras me dice:

—Ya sabes a las diez.

Y los demás muchachos de la mesa, ríen a carcajadas.

***

Todas las luces están apagadas. Pero, continúo despierta, no sé cómo aún la IA, no me ha ofrecido ayuda para dormir.

El umbral de mi cubículo se abre.

—Vamos —me dice Luca.

Sus ojos brillan en la oscuridad, de un increíble tono verde. Cuando su color es negro, estoy segura.

Con las piernas temblorosas me pongo de pie. Me toma de la mano y desliza un pequeño aro.

—Esto bloqueará el acceso de Genesis a tu sistema, no puede rastrearte, ni oírte. Es como si estuvieras durmiendo plácidamente en tu cubículo.

—Okey.

No sé por qué continúo con esta locura.

—Toma mi mano, no verás nada afuera, pero yo, gracias a estos ojazos verdes, sí.

Comenzamos a caminar, sólo puedo dejarme guiar.

—¿Qué son? -pregunto.

—Lentes nocturnos. Una tecnología muy antigua, la verdad.

Silencio de mi parte.

—Por tu cara no tienes ni idea, no sabes mucho.

—Sé lo que nos han enseñado aquí.

—O sea, menos que nada, un montón de mentiras.

—Y tú, ¿cómo sabes tanto? —pregunto con ironía.

—Fácil, soy del exterior.

Siento que cruzamos hacia la derecha, luego a la izquierda y luego como si volviéramos, estoy confundida.

—No puedo creer… eso.

—Porque siempre te han dicho que no hay nada fuera de aquí.

—Si.

—Eso es muy típico del ser humano. Nos gusta conformarnos y no cuestionar todo aquello que nos incomode o nos fuerce. Por eso nuestra historia es una mierda, siempre me asombra cómo hemos logrado seguir existiendo.

—Pero y el medio ambiente… el agua, el oxígeno —me es imposible creer que todo sea mentira.

—Oh, eso, sí, es una mierda también, pero hemos logrado adaptarnos, pese a nuestra estupidez, no te mentiré hay sitios que están realmente mal y nuestra salud en general va en deterioro, la esperanza de vida es baja y el cáncer es más común que resfriarse y he ahí una de las razones de la BIOS y de los contratos de transición.

Siento el leve sonido de una puerta abrirse y luego siento el vacío de un ascensor al moverse.

—Prepárate Maika, lo que te voy a mostrar, ni en tus peores pesadillas lo pudiste imaginar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.