La Quinta Hija

Capítulo 1—Scotland

You could never feel my story
It's all you know

Ser diferente, a veces es bueno, especial, pero también puede ser malo.

Por años, todos dependían de cuatro personas, las cuales manejaban todo en nuestro planeta, cuatro personas que manejaban los elementos esenciales para nuestra existencia; agua, aire, fuego y tierra. Pero esta vez yo nací siendo la número cinco. No tengo ninguna marca en mi brazo, mis hermanas sí.

Así que soy diferente y es malo.

—Princesa Alcíone, no me parece que tenga que luchar todos los días para levantarte, hoy hay desayuno real, sus padres se enojan si no se presenta.

—Lo sé Miranda —,ahogué un grito en la almohada mientras el sueño seguía diciéndome que me quedara dormida—. Hoy me apetece arreglarme yo sola, retírate por favor —da una pequeña reverencia y se voltea para salir.

Me levanto y aprieto la bata de mi pijama, en Crondiessel solo existen dos estaciones, invierno y otoño, aunque hay una temporada de calor muy intensa. Los dioses decían que sufrían de mucho calor así que nuestro reino solo pasa frío.

Aparto un poco la cortina del ventanal de mi habitación, están regando y limpiando la nieve de los jardines. Hoy hay desayuno real, significa que mis hermanos y mis padres comeremos juntos y luego haremos alguna actividad, esto se practica dos veces al mes. 

Entro al baño, me despojo de mi vestimenta y me hundo en la tina de agua caliente que regocija mi cuerpo hasta que siento que se pone más y más helada. Solo alguien viene a mi cabeza.

—¡Maureen! —resoplo, salgo, me seco y me alisto para el desayuno, pido ayuda para arreglar mi corsé y entallo uno de mis trajes, hoy he optado por uno color borgoña el cual hace un buen contraste junto con mi tez blanca. Arreglo mi cabello y coloco la corona en mi cabeza, salgo de mi habitación, me yergo y camino en los pasillos del castillo, las empleadas corren de aquí para allá organizando todo, junto mis manos delante mío y luego de caminar llego a la habitación de mi querida hermana. Toco la puerta levemente. La abren.

—Maureen, que bonitas tus bromas —la rubia voltea mirándome mientras coloca uno de sus aretes, nuestros ojos verdes se conectan en una guerra de miradas hasta que ella lo rompe echándose a reír. 

—Perdón, es que te veías tan cómoda que no pude evitar hacerlo, —se levanta, el escote de su traje hace realzar sus pechos. Maureen siempre ha sido de las más guapas de toda esta generación de príncipes y princesas, y no se cohíbe en hacerlo notar—. ¿Nos vamos?

Caminamos hasta la habitación de Sebastian. 

—Bash, ¿puedes acelerarte? —pregunta Ilesha, mi otra hermana. 

Nuestro hermano mayor sale perfectamente vestido y arreglado, acomodó un poco su cabello.

—Que guapo —lo adulan mis hermanas.

—Lo sé, lo sé, ni Anubis podría con mi belleza. 

—Mejor vamos a apurarnos, Henrik, Dhananjay y Caillech nos esperan —protesto. 

Los cuatro caminamos en los pasillos del palacio, más de uno hace una reverencia al vernos, digamos que aún no me acostumbro, y ya llevo 20 años en esto.

—Dhan, ya te he dicho que deberías quitarte el pendiente cuando estornudas, te hará mal —Caillech se preocupa por su hermana.

—Si me lo quito mis papás no me dejarán que me lo ponga de nuevo. 

—Hablemos de justicia, eres la única de los siete que le dejan hacer todo —reclama Henrik.

—Cierto —apoya Ilesha.

—Claro que no —Dhan se está acomodando el piercing de su nariz mirándose al espejo de nuestro salón.

—Te dejaron pintarte el cabello —agrega Bash.

—Te dejaron ponerte esos piercings —habla Caillech.

—Tuviste una fiesta para ti sola cuando nosotras cuatro si la compartimos —bisbisea Maureen.

La pelirroja resopla y se levanta acomodando su traje—. ¿Nos vamos al comedor?

Los siete nos apresuramos, al llegar, ya los reyes estaban en sus asientos. 

Nos inclinamos hacia delante siguiendo el protocolo. 

—Buenos días —saluda mi padre. 

—Buen día —respondemos Ilesha y yo. 

—Hija, tienes la nariz algo...roja —mamá le avisa a Dhananjay.

—Oh, disculpen, iré al lavabo —se hace la sorprendida. 

Me acerco donde mis padres.

—Adoro tu aroma, Als, el perfume que hiciste es simplemente encantador —comenta mamá mientras regala un beso en mi mejilla.

—Alcíone, tenemos que hablar contigo, ¿en la hora de lectura es posible? —pregunta papá.

—Claro, hoy no tengo deberes. 

Nos sentamos en nuestros asientos, la comida es servida, el primer plato cuenta con pan redondo y miel. Preparo el alimento y doy un mordisco.  

—Su Majestad —uno de los ayudantes de papá entra—. Necesitamos su ayuda urgentemente en horas del ocaso. 

—¿Algo más Robert? Trato de pasar tiempo con mis hijos. 

—No realeza.

—Retírese —el hombre se va de la sala—. Bien chicos, quiero saber que tal les ha ido en la semana, ¿Maureen?

—Padre, he empezado a practicar mis habilidades, te sorprenderá el espectáculo que realicé en la fuente del pueblo, te encantará cuando veas la grabación —comenta orgullosa bebiendo un sorbo de su copa. 

—Prometo sacar tiempo para ello, ¿Ilesha?

—No mucho, el comandante Munua Hunt no es tan fanático de enseñar, pero hace poco ayudé a agilizar el crecimiento de áreas verdes en el planeta vecino. 

—Muy bien, ¿Sebastian?

—En tres días iré a Handace para ver a la princesa e iré a entrenarme también. 

—Me alegro mucho por tu compromiso hijo, serás rey de Handace y duque de nuestro reino, debes estar muy atento, además que lidiar con el ejército de ambos reinos...¿Caillech?

—Estoy controlando vientos fríos, y hace unos días estaba trabajando con Maureen, el comandante Hunt, y la comandante Elizabeth Hunt para programar las lluvias. 



#8017 en Fantasía
#1687 en Magia

En el texto hay: realeza, contenido +18, enemies to lovers

Editado: 14.03.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.