La Quinta Hija

Capítulo 4—Ojos Así.

Ayer conocí un cielo sin sol y un hombre sin suelo
Un santo en prisión y una canción triste sin dueño

Las reuniones con el concejo van mejorando, estoy ganándome la confianza de todos los integrantes, y si el día de la coronación aún hay alguien que no esté de acuerdo, que se jodan, yo seré la reina. 

Salgo de la sala donde se celebró la reunión. Y solo tengo algo seguro.

Odio a Alex Syntox, ese maldito duque no hace más que amargarme la vida, a cada nada aprovecha cualquier cosa que diga para contradecirme.

—¿Entonces el comandante de fuego número noventa y ocho fue…? —el vocero pregunta y yo trato de buscar en mi cabeza la pregunta, han habido más de 150 comandantes.

—Mari…Jos…Carl…

—¿Y la 34? ¿Y la 26? ¿Sabe acaso cuál fue la comandante de fuego que creó una ley? ¿O en qué año fue? Porque si no sabe ninguna, no tiene sentido que esté sentada ahí.

Ó 

—Si cambiamos de ubicación la escuela, se podría dar ese espacio para los mercaditos y hacer que la escuela se mueva a la calle Caster y que sea más grande…

—Ese tipo de construcciones tardan meses, ¿piensa dejar a los niños de Crondiessel centro sin escuela por meses?

—Podemos moverlos a diferentes lugares por salón.

—Sería quitarles la estabilidad de un centro escolar.

—Estoy segura que mejorando las condiciones de la escuela…

—Si mueve la escuela también tiene que mover las zonas de ruta, las calles están arregladas para que en las horas pico cada uno pueda dirigirse a su destino sin retrasos, la calle que dirige hacia la escuela está llena de comerciantes, y se hizo un contrato para que que solo puedan estar ahí ciertas horas, de esta manera los niños no tienen retraso, no tiene ni idea de lo que hace.

—¡Lo sé!

—¡No lo sabe!

—¡Que sí!

—¡Que no!

—Duque, princesa, no hay necesidad de discutir…—intentó decir un marqués.

—¡Si supiera lo que está haciendo, lo más lógico sería comprar las tierras que están a lado de la escuela y hacer la remodelación!

—¡Usted mismo lo dijo, es una calle muy transitada y los niños no se pueden concentrar por el ruido de las calles! ¡Moverla es la mejor opción! 

Me dirijo hacia al salón donde están mis hermanos, abro la puerta y la cierro detrás de mí, echándome en el sofá.

—¿Creen que alguien me diga algo si mando a los calabozos a un duque? —pregunto.

Los ocho ojos me miran atentos.

—¿Qué? —Dhan suelta unas hojas—, No digas bobadas y dejame estudiar, debo encargarme de un eclipse en el planeta vecino.

—Ayer se concibió un lidé, estoy revisando este libro a ver si puede nacer totalmente sano, no me preocupes con tus cosas —dice Caillech. 

—Estamos muy ocupadas haciendo esto...luego nos dices—menciona Maureen.

—Yo estoy harta de estudiar como carajos hacer que los lidés nazcan bien, cuéntame —pide Ilesha.

—Es que hay un duque muy molesto en el concejo, no hace más que hacerme quedar mal, me humilla, prácticamente barre el piso conmigo.

—¿Cómo se llama?

—Alex Syntox —digo en un tono de burla.

—Yo lo conozco, es amigo del comandante de Tierra. 

—¿Y siempre es así de..

—¿Vas a ofender a un duque? —se molesta Dhan.

—Sí —me encojo de hombros.

—Debes madurar Alcíone. 

Ruedo los ojos y salgo del salón, ya todo está oscuro. 

Salgo del palacio, me han dado ganas de ir al pueblo. 

Pido un carruaje.

—Princesa, ¿Qué hace usted a estas horas aquí? —y me encuentro con la persona que menos me apetece ver. Me giro dibujando una sonrisa.

—Duque Syntox, pensé que ya se encontraba viajando hacia su reino.

—Los reyes me han pedido que me quede por unos días y les ayude con la parte económica del reino, ¿puede responder mi pregunta?

—He decidido salir al pueblo, comer algo, revisar los nuevos puestos.

—¿Irá sola a comer?

—Supongo, ¿y qué hace acá afuera?

—No llegué a la hora de la cena, así que voy a ir al pueblo a comer.

—Si quiere puedo llevarlo, el carruaje está listo —ofrezco solo por amabilidad.

—Es usted muy amable.

Subimos al transporte, en menos de quince minutos hemos llegado a la zona de comidas del pueblo. 

—Que pase buena noche, duque.

—¿A cuál restaurante irá?

—No lo sé.

—Me tomo el atrevimiento de invitarla a comer, si no fuera por usted tendría que haber venido caminando.

—No, gracias señor Syntox, pero cuando termine de comer puede buscar el carruaje para que lo lleven de vuelta —me podrá caer mal, pero no me educaron para ser egoísta con los demás.

Lo dejo y camino hacia un restaurante al azar. Entro y me siento. 

—Princesa, déjeme limpiar sus zapatos.

—Oh, no se preocupe, están muy bien, y no debería gastar sus productos conmigo—le ofrezco unas monedas..

—Gracias señorita, Ra la acompañe en su reinado.

—A usted —el señor da una reverencia y se va del lugar.

Se acerca la mesera.

—Su majestad —cruza las piernas, y las dobla un poco bajando la cabeza mostrando respeto, se vuelve a levantar para pedir mi orden—, el menú de hoy son arvejas, puerco liso y pimientos picados. 

La comida del pueblo me gusta mucho, tienen cosas que no me dan en el palacio. Asiento.

Unos minutos después traen la comida, me sirven algún tipo de bebida de alguna fruta fermentada. Paso una hora comiendo, hablando con las personas que se acercan a mí. Pago y me voy al carruaje. Me encuentro con el duque que está sentado dentro. 

Su brazo tapa sus ojos, el cabello se le ha desordenado, se ve realmente atractivo. Pero no es para mí. 

Aclaro mi voz haciendo se acomode.



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En el texto hay: realeza, contenido +18, enemies to lovers

Editado: 14.03.2024

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