La santa se sorprendió por las palabras del rey y retrocedió un paso de él.
-- Dice esas cosas como si no sintiera vergüenza por ellas.--
-- No la siento.-- dijo Blaz.--
-- ¿Como puede haber un humano tan descarado?.--
Blaz sonrió y se quedó viendo sus ojos serios. el velo cubriendo su rostro no le permitía ver más de lo que quería, pero no estaba ansioso por quitárselo.
El no le dijo nada acerca de su comentario.
solo dió dos pasos acercándose a ella. se inclinó un poco para quedar a su altura y sus rostros estaban muy cerca del otro, pero la santa no se inmutó. Intentó leerlo de nuevo, Intentó predecir sus movimientos y descifrar sus pensamientos, pero no funcionó. no importaba cuántas veces lo intentara, no lograría leerlo porque todo lo que hacía estaba impulsado por el único sentimiento que la santa no conocía ni de cerca ni a fondo: el amor.
desde sacrificar a tantos soldados por ella hasta acercarse de la forma en que lo hacía era todo inspirado por su devoción hacia ella.
-- No te pido más que tu amor. solo eso.--
-- No conozco eso del amor, ya te lo he dicho...pero he escuchado hablar de él y no parece ser un buen sentimiento. de las mujeres....¿Cuál es esa necesidad vulgar de que alguien se muera en tu lugar para demostrar que te ama? y de los hombres...¿qué es esa tontería de morirte para demostrar que la amas? no tiene sentido, y menos porque al final del día, en el momento de cumplir la promesa de morir por ella, huyes como un cobarde porque te das cuenta que tu vida vale más que un romance que morirá con el tiempo. --
El rey se lo pensó un poco antes de responderle, pero luego le dijo.
-- El amor libera, no requiere de morir para demostrarse.--
-- ¿Libera? Eso es falso. El amor te encierra en una jaula y te hace débil y maleable. te hace cobarde y al final termina dañándote. no lo he sentido, pero lo he visto por mas de cien años.--
-- Eso no es cierto.-- dijo Blaz.-- una persona débil y cobarde no es capaz de morir por amor...eso solo demuestra lo valiente que te hace amar a alguien y te libera del miedo y los límites.--
La santa se quedó sin palabras. no pudo argumentar nada ante ello. ¿para que perder el tiempo hablando de algo que jamás había sentido en cientocuarenta años de vida?.
Amily llegó a su habitación furiosa por no haber podido deshacerse de la santa. Creía que ella simbolizaba un peligro para convertirse en reina y de cierto modo lo era, porque Blaz estaba perdidamente enamorado de la santa.
-- ¡¿cómo?! ¡Dime como puede ser posible que esté enamorado de una mujer a la que ni siquiera le ha visto jamás jamás toda su vida! ¡¿Como fue que conoció a esa bruja?.--
Amily miró a su sirvienta. sabía que no podía decirle algo que no sabia pero aun así tenía la necesidad de sacar su ira dentro de ella.
La sirvienta la tranquilizó y la hizo sentarse pero ella seguía ardiendo en furia.
-- Mi señora no debe ponerse mal por una mujer desconocida desconocida. es cierto que su majestad la beneficia, pero usted es la dueña de este palacio y si los dioses son lo suficientemente buenos, le darán un príncipe que la hará ser la única reina.--
Amily respiró un poco y se calmó más. tocó su vientre y dijo más para ella que para su sirvienta.
-- Trabajé duro por llegar a ser reina algún día. una maldita bruja de tribu no va a quitarme el trono ni a su majestad.--
-- ¿No cree que es mejor que desista de la idea de que el rey llegue a quererla?.--
-- Eso jamás. Mi señor es mío y quiero me ame tanto que no sea capaz de mirar a otra. tener la corona no tiene sentido si el no está a mi lado.--
Amily resultó ser una mujer muy fría y calculadora. desde toda su vida estuvo enamorada de Blaz y no había nada que quisiera más que ser su reina, y cuando estaba a punto de lograrlo de la nada aparecía una desconocida que había robado el corazón del rey.
Con el paso de los días la santa empezaba a sentirse débil. su poder no rendía igual y el color de su cabello rojo empezó a opacar. Casi no podía invocar la espada Destructora de almas, pues requería de energía que solo tenía al lado de todas sus sacerdotisas, y por tener cuidado de romper el alma de Iftis, prefería absorber esencia de flores y una que otra vez y por un tiempo muy corto, absorbía a esencia de su sacerdotiza.
Los encuentros en el palacio con el rey se volvían más frecuentes, pero la santa no le permitía acercarse de mucho a pesar de sentir la necesidad sin sentido de tenerlo cerca.
Uno de esos días en los que Amily tenía buen humor, fue a visitar a Blaz a sus habitaciones. lo encontró viendo por el balcón a lo lejos en el jardín a la santa y a su sacerdotiza. Sus ojos se llenaron de celos y se apresuró hasta él. se acercó por detrás y le rodeó con sus brazos.
-- Mi señor. lo he extrañado tanto estos días.--
La relación de ambos no era exactamente la de una pareja. por lo menos no para él, porque ella lo amaba más que a cualquier cosa, pero el no sentía lo mismo pues su corazón siempre le había pertenecido a la santa y solo se casó con ella para poder tomar el trono, pues no era permitido un rey sin consorte, pero no tenía pensado hacerla su reina a ella que lo amaba, si no a la única mujer que le era imposible amar.
El apartó los brazos de Amily y la miró con amabilidad, pues no podía rechazarla ahora que esperaba un hijo de él.
-- Perdón si he estado ausente. ¿como va tu embarazo?.--
-- Me he sentido mareada estos días, majestad, pero la doctora dijo que no hay nada de anormal en ello. debe saber que rezo a los dioses todos los días para que me concedan el honor de darle un príncipe para seguir con su dinastía.--
Blaz asintió y sonrió antes de decirle.
-- No importa si es un príncipe o una princesa, será hijo mío y lo amaré de la misma manera.--
-- ¿Y a mí, mi señor?.--
La expresión de Blaz cambió a una de seriedad y se volvió al balcón. fijó la mirada en la nada y suspiró. ella se acercó a él con preocupación y acarició su brazo.