A mis quince años desconocía el mundo.
Un mundo que era demasiado grande y yo demasiado pequeño.
Ya no puedo ni imaginármelo.
Yo, que solía estar vacío y sin ninguna fragancia.
Rezo.
— Begin, Jungkook [BTS]
Jungkook ha vivido con sus tíos desde que tenía 5 años. A esa edad el pequeño Jeon ya había sentido lo quera ser abandonado y tener que soportar el peso de una sociedad horrible y hasta des-humana, donde sólo importaba que tenías y qué tan bien lucías; pese a eso, el pequeño Jeon nunca dejó de sonreír y, acompañado de su querido Changsu -quien lo acompañaba desde días antes de su accidente-, era feliz y trataba de llevar su vida de la mejor manera posible aunque siempre se encontrara con alguien que lo discriminara. Jeon Jungkook es ciego.
Tuvo un accidente de auto con sus padres, la vida de ellos quedó entre los escombros al igual que su vista. Changsu era un cachorro en ese entonces, se quedó a su lado en todo momento hasta que el pequeño fue llevado al hospital y al salir, se reunieron de nuevo. Y se preguntarán, ¿cómo vivió Jungkook? Resulta ser un hecho curioso, por esa razón es llamado el milagro. Estaba acomodado entre los sillones de enfrente, llevaba su cinturón de seguridad y el momento del impacto, las maletas le formaron una especie de que base acolchonada, sin embargo, eso no impidió que los vidrios llegaron a sus pequeños ojos que se abrieron al ver cómo aquel transporte se apresuraba a ellos sin intenciones de moverse, después de eso, todo se oscureció pero, sus otros sentidos brillaron más que nunca, su sonrisa lo decía todo.
Ahora Jungkook comienza una nueva etapa, inicia sus estudios de universidad para convertirse en un gran artista, la pasión de Jeon siempre fue hacer música, las letras llegaban a su cabeza sin pensarlo, simplemente estaban ahí. Sus padres siempre lo animaron a seguir adelante con su sueño, a sus cinco años tocaba el piano hermosamente y la guitarra ni se diga, después del accidente su sueño no terminó y se aferró a él con más fuerzas para que sus padre se sintieran aún más orgullosos de él allá en el cielo.
Al llegar a la universidad, Changsu fue el primero en bajar luego de que la puerta fue abierta, Jungkook sonrió al imaginar a su mascota toda emocionada por eso mientras agitaba su cola.
— ¿Estás listo, Kookie?— preguntó su primo tomando su mano, JK lo imaginaba, Jin debía estar sonriendo pero a su vez nervioso ya que lo dejaría solo, eso era algo que siempre sucedía cada que el menor hacía algo en un nuevo lugar.
— Sí hyung, lo estoy.— con confianza, salió del auto y respiró el aroma que emanaba de aquella escuela, supuso que era grande en realidad y que debía ser muy linda de imagen pues había un olor a flores de cerezo y otras que le hacían sentirse tranquilo.
Recibió miradas algo indiscretas, se sintió extraño al principio pero después se relajó al sentir la mano de Jin sobre su hombro, Namjoon cargaba su mochila.
— Vaya, qué desperdicio... No podrá verme, ni para qué intentar.
— Es demasiado lindo, pero que pena que no vea.
— No les hagas caso Kookie, no saben de lo que se pierden. — le dijo Jin fusilando a las chicas con la mirada.
— Jinnie tiene razón, ignóralas, tú eres demasiado lindo para esas.
Namjoon rió al ver las caras indignadas de las mujeres por su comentario ya que lo había dicho en voz alta. Siguieron caminando por los pasillos de la fraternidad, Changsu lideraba al grupo y meneaba su cola al escuchar los murmuros de personas diciendo cuan lindo era y gruñía cuando alguien le daba mala espina.
— Creo que Changsu ya tendrá muchas pretendientes a partir de hoy. — dijo Jungkook riendo y recibiendo un leve ladrido de su mascota.
— Verás que tú también. — le aseguró su primo con una sonrisa.
— Llegamos, es lindo este lugar. — susurró el de tez morena, sorprendido por las instalaciones, parecía más práctica de ensayo que otra cosa, no había típicos mesones y sillas como en su edificio donde tomaba clases de composición. — Tiene un gran piano, guitarras... Incluso hay un saxofón, te sentirás como niño en dulcería. — aseguró Namjoon con una sonrisa y los ojos del menor se iluminaron.
— ¿De verdad? — cuestionó con incredulidad. — Huele a esencia de bambú...
— Si pudiera, te diera mis ojos, este lugar es como entrar a la sala de tus sueños. — Jin estaba estupefacto con eso, es que en realidad todo lucía muy bien.