Llamas.
Eso era lo que atormentaba los sueños de Jungkook aquella mañana; unos gritos incesantes de auxilio, el calor aumentando en el interior de aquel auto.
Sentía un fuerte ardor en su mejilla, dolía pero no podía hacer nada pues estaba atrapado con el cinturón de seguridad cruzado sobre su pecho,
De pronto sintió que era sujetado de su pequeño y delgado cuerpo, el olor a quemado fue reemplazado por uno a frutos rojos, era tranquilizador, demasiado. Era una mujer de cabellos negros, ojos pequeños y nariz de botón con las mejillas rechonchas, sus manos eran pequeñas pero las movía rápido inspeccionando su pequeño cuerpo y asegurándose que no se hubiese lastimado.
''Te pondré a salvo, no tengas miedo''
''Ponlo a salvo, por favor...'' Esa voz era de su madre, la escuchaba débil y rota.
''Resista un poco, regresaré por usted'' Pero esa otra le era totalmente desconocida para él.
Esa última frase fue de la persona que lo cargaba y sintió cómo ella corría con él en sus brazos hasta ponerlo en un lugar más seguro y cuando ella le dejó, escuchó el grito de su madre: ''Aléjate'' y, luego, una explosión que le dejó con un molesto pitido en los oídos y la vista completamente oscura.
— ¡No! — gritó fuerte, con la respiración agitada, lágrimas desbordando de sus mejillas junto a una capa de sudor cubriéndole la piel. Changsu de inmediato se levantó, yendo hacia Jeon. Emitía sonidos bajos, dejando saber su preocupación. — Estoy bien, sólo fue una pesadilla...
— El can aulló bajito, haciendo caricias en las mejillas del azabache con su hocico. — De verdad estoy bien, vamos a dormir.
Durante las siguientes horas, Jungkook tardó en recuperar el sueño puesto que no dejaba de recordar a esa mujer que le había sacado del auto y, en el intento por salvar a sus padres, perdió la vida. Nunca conoció a la familia de ella, o por lo menos no recordaba que aquel día, un niño lloraba por su madre justo a un lado de su habitación en el hospital.
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— ¿Qué tal dormiste, Kookie? — cuestionó Monryan, luego de que el chico bajara al comedor.
— Uh, bien mamá, sí...— el aludido talló sus ojos y tomó un lugar en la mesa para tomar el desayuno.
— Iré al centro comercial más tarde, ¿quieres ir conmigo para que no te quedes solo?— Changsu ladró y eso provocó risas en ellos, de verdad que no cabían dudas de lo inteligentes que podían llegar a ser los animales. — También puedes ir, travieso. — la mujer le sirvió el desayunó, que consistía en pancakes acompañados con fruta. — Aquí tienes, come bien.
— Siempre como bien si es tu comida, mamá.
Dedicándole una sonrisa suave a su hijo, acarició su mejilla para luego seguir con sus labores de limpieza.
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Mamá Kim empujaba el carrito entre los pasillos, viendo en los estantes los productos que estaban perfectamente acomodados y pensando en qué necesitaría de ahí para la comida durante esa semana. Jungkook iba a su lado, llevando su bastón por enfrente y así caminar sin tropezar con algo o alguien; Changsu se había quedado afuera del lugar ya que no podían entrar mascotas, por lo que lo dejaron esperando en la puerta, sabían que estaría esperando ahí justo a su salida.
— ¿Qué quisieras comer mañana, cariño? — cuestionó la mayor, deteniéndose frente a las pastas.
— Lasaña estaría bien, ya ha pasado mucho desde que la preparaste.
— ¿Y sabes con qué estaría bien comerla? — preguntó, conociendo la respuesta del menor en cuanto pudo apreciar su sonrisa.
— Pan horneado. — dijeron ambos al mismo tiempo, provocándoles una risa divertida; ella tomó la pasta, colocándola después en el carrito y así dirigirse al pasillo de las harinas.
— ¿Invitarás a tus amigos? — preguntó la mujer, con cierto toque de emoción en el tono de voz.
— Puedo llamarles ya que lleguemos a casa.
— ¿No has pensado nada acerca de lo que te dije del celular? — inquirió Monryan, una vez que ya se dirigían a pagar lo que llevaban.
— Mamá, ya te dije que el que yo tenga un teléfono es algo bobo, digo, no puedo ver ¿cómo se supone que sepa quién me está hablando y lo que estoy escribiendo?