— Hola, idiota. — cuando Jungkook pasaba entre algunos locales no muy lejanos de la universidad, la voz de Jimin le erizó por completo la piel,sus sentidos se alertaron y lo único que pudo hacer fue aferrarse a su bastón y con su mano libre buscar a Changsu; el can se acercó de inmediato a él mientras le gruñía al rubio. Podía imaginar que las cosas no resultarían a su favor pues, si se encontraban en donde creía estarlo, estaban en un callejón sin salida. — ¿Qué? ¿Estás asustado?
— N-no. — respondió el aludido intentando seguir adelante pero enseguida fue detenido por el mayor, Changsu le ladró y por primera vez pudo sentir que sus instintos le pedían morder al chico para que dejara en paz a Jeon, sin embargo una fuerte patada en el costado le hizo caer y soltar un aullido de dolor. — ¡Changsu!— Jungkook gritó, queriendo correr para atender a su mascota.
Jimin fue más rápido en tomarlo del brazo y arrojarlo hacia el interior del callejón, provocando que el azabache cayera al suelo y raspara sus manos debido al suelo rasposo.
— ¡Eres un idiota! — escupió Park lleno de rabia, empujando nuevamente a Jeon al suelo cuando hizo ademán de levantarse. — Por tu culpa Hoseok y Yoongi se alejaron de mí y todo porque sus estúpidas zorras sintieron lástima por ti. — el primer golpe fue hacia el estómago del agredido, provocando que este soltara un grito de dolor y abriera su boca en busca de aire. — Estúpido ciego de mierda. — otra patada más en el mismo lugar, Jungkook juró escuchar cómo una de sus cotillas se rompía, llevando su mano al área afectada de inmediato. — ¡Lárgate de este mundo! ¡Nadie te quiere y a nadie le importas!
— Changsu...— susurró el menor de ambos, tratando de encontrar a su mascota con su mano libre, la cual extendía sobre el suelo a una dirección desconocida. El can apenas lograba poner firmes sus patas delanteras cuando volvía a caer, estaba demasiado adolorido.
— ¿Te preocupa un estúpido perro aun cuando estás a punto de morir?Eres patético, en verdad. — Jimin giró el cuerpo adverso con sus pies, colocándose encima y tener al otro a su completa disposición.
Lo siguiente que sintió Jungkook fueron los puños furiosos de Jimin impactarse contra su rostro,pecho y abdomen, sin darle oportunidad de cubrirse por completo.
— ¡Vales mierda! Sólo eres basura ocupando un lugar que no te pertenece.
— ¿Por qué... por qué me odias tanto? — la voz de Jungkook apenas era audible, en ese momento le costaba demasiado respirar e incluso al hacerlo emitía un silbido, producto de su nariz rota.
Sus costillas recibieron un golpe más, por lo que terminó escupiendo sangre mezclado con saliva, la cual escurrió por su mejilla izquierda luego deque se girara para ese lado y no terminar ahogándose; su rostro comenzaba a inflamarse.
— No te... yo no te he hecho nada...— dejó salir lágrimas de desesperación, ya no le quedaba nada por hacer pues se sentía demasiado débil.
La risa del mayor resonó en sus oídos, era fría y le hacía temblar; podía imaginarse al chico como un psicópata en ese momento pues,mientras seguía riendo, continuó golpeándolo con fuerza.
— ¡Eres un bastardo de mierda!
El tiempo para Jungkook transcurría demasiado lento, no importaba cuantas veces le suplicara que se detuviera, no lo hizo y lo golpeó incluso con más fuerza. En su mente, se preguntaba una y otra vez si alguien como Jimin podría redimirse y tener una especie de iluminación, que le hiciera ver que todo eso estaba mal. Pero, tras cada golpe que recibía, se convencía de que no era posible algo como eso.
— Detente... por favor...— era el último intento de Jeon por detener los ataques adversos, de seguir así no podría garantizar salir vivo de ahí. — Me iré... te lo juro, lo haré...— un poco de esperanza regresó a él cuando escuchó el tono que indicaba una llamada entrante de su madre así que, en un intento desesperado por pedir ayuda, reunió la poca fuerza que le quedaba y trató de tomar su celular.
Jimin fue más rápido,sacando el aparato del pantalón del menor, aprovechando para burlarse. — Mira... parece que alguien te recordó. — observó como Jungkook estiraba su diestra hacia donde provenía el sonido, por lo que arrojó el celular al suelo y, al ponerse de pie, pisó con fuerza la mano del chico.
— No... por favor ya déjame...—el dolor se sentía insoportable a ese punto. — ¡Detente! — le exigió con un grito, el más fuerte que pudo emitir obteniendo una presión más fuerte de la que pudo soportar pues sintió cómo esta comenzaba a calentarse tras escuchar cómo sus huesos se rompían.