Luego de que el tiempo de espera hubiera transcurrido, la familia Kim, junto a Taehyung y a Hoseok, entraron a la habitación donde Jeon yacía inconsciente y con las heridas tratadas. Monryan se derrumbó por completo al ver a su pequeño hijo en ese estado, le recordó el día de aquel accidente y no pudo evitar sentirse culpable al haber roto la promesa de mantener a salvo al pequeño Jungkook.
— Dios... ¿qué te han hecho, mi niño? — la mujer tomó la mano izquierda del menor, temerosa de causarle más daño, y le dio un beso tierno en la parte de su dorso, para posteriormente aferrarse a ella y pegarla a su pecho. — Tú eres tan bueno...
— Monryan...— el señor Kim la tomó por los hombros y se situó detrás de ella, dando caricias en su espalda para reconfortarla. — Me encargaré de encontrar a la persona que le hizo esto a nuestro pequeño. — su mirada era furiosa y cualquiera en su situación lo entendería.
Por su parte, Hoseok se había apartado hacia afuera de la habitación para poder responder una llamada, era Jimin.
— Hyung...— Se escuchaba algo desesperado, como asustado.
— ¿Qué pasa? ¿Estás bien? ¿Por qué no fuiste a la escuela hoy?
— Yo... hice una estupidez, no sé qué hacer. — Jimin estaba alterado, Hoseok podía escucharlo.
— ¿A qué te refieres? — el pulso de Hoseok comenzaba a acelerarse, imaginando lo peor.
— Golpeé a Jungkook y lo dejé inconsciente en un callejón.
— ¡¿QUE HICISTE QUÉ?! — gritó Hoseok, apretando su celular con fuerza mientras que el color rojo invadía su rostro, dejando al descubierto su enojo. — Dime por favor que escuché mal~— casi implorando, el mayor suelta un suspiro y se desliza por la pared hacia el suelo y, para su mala suerte, Taehyung sale y se acerca preocupado.
— ¿Qué pasa, cariño? Escuché tu grito. — la línea se había quedado en completo silencio. El mayor con nerviosismo y, queriendo hablar con su mejor amigo en persona, terminó la llamada y miró a su novio.
— Yo... algo pasó y debo irme, Jimin se puso mal así que necesito ir a verlo. — no era del todo una mentira, conocía a su mejor amigo desde hace años por lo que supo que al llamarle significaba que necesitaba algo. Por otro lado, no poder decirle lo que en realidad pasaba a su pareja no le resultaba cómodo. Se despidió de su pareja, prometiéndole regresar más tarde y luego se fue corriendo hacia la guarida.
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— Dime que es una maldita broma. — fue lo primero que dijo Hoseok al cruzar la puerta, y la respuesta vino a él cuando vio a su mejor amigo sentado en la esquina del lugar, con su frente pegada a las piernas propias, sus brazos cubriendo su cabeza y, Hoseok sabía lo que significaba eso: Park Jimin estaba asustado y arrepentido.
— Jimin... — De verdad que no quería hacerle nada tan malo, yo sólo quería asustarlo pero la ira me invadió y de pronto sólo lo golpeaba sin razón, aún si él me decía que me detuviera... Yo sólo continué...— Jimin estaba llorando, el mayor lo supo por su tono de voz. — Cuando me detuve a verlo, Dios... sentí que era la bestia más deplorable de este mundo, por muy estúpido que suene yo sentí que me miró, su rostro lleno de sangre y las lágrimas que habían cesado porque ya no sentía...— el menor alzó su vista hacia su amigo. —...debió haber creído que moriría en mis manos...
Hoseok tragó saliva, nunca había visto a Jimin así pero en parte, una pequeña y profunda parte de él sabía que lo merecía por lo que había hecho, así como él mismo merecía ser parte de ese dolor al haber acompañado a sus amigos los últimos años, lastimando a otras personas, sólo por gusto, porque se creía poderos; pero supo detenerse porque hay alguien quien le tomó las riendas para llevarlo al buen camino, sin embargo Jimin no sabía lo que era el amor y se negaba al de su padre, por eso era más difícil para él. Tomó su celular para poder enviarle un mensaje a Yoongi, sabía que el menor necesitaba de su apoyo ahora, era tiempo de que se volvieran a reunir después de casi dos semanas; parece poco tiempo, pero no para ellos que pasaban juntos la mayor parte del tiempo desde la secundaria, juntos.
— Tienes que venir, Jimin está mal, te explico cuando llegues.
— Voy en camino.
La respuesta llegó tan rápida que no pasaron más de 10 minutos cuando el amigo de ambos ya estaba cruzando la puerta.