A veces la vida nos deja pasar por malas experiencias con tal de hacernos más fuertes, de darnos una "probada" de lo horrible que puede llegar a ser. Generalmente nosotros lo tomamos como una maldición, solemos decir que es nuestro destino sufrir, que no merecemos ser felices y, sin embargo, no vemos a aquellos que nos acompañan durante esa dura etapa; no somos capaces de ver ese esfuerzo inhumano que hacen con tal de que estemos bien, de que les regalemos una simple sonrisa. Muchas de las veces en que volteamos hacia esa persona, esta quizás se haya ido y entonces, sólo entonces estaremos experimentando una mala etapa porque estaremos solos y nadie nos habrá avisado que lo estaríamos, entonces se sentirá como si nos golpearan fuertemente con puños de hielo; fríos, hirientes y devastadores. Sólo entonces podemos abrir los ojos y darnos cuenta que pudimos haber dejado de lamentarnos y disfrutar de aquellos que nos regalaban su valioso tiempo y el cual nosotros no supimos valorar.
Tiempo...
Es gracioso porque cuando queremos hacer que vaya más lento no se puede pero cuando debe pasar más rápido, simplemente parece que este se congela, irónico ¿cierto? Pero es así, no podemos controlar algo tan valioso, no podemos moverlo a nuestro antojo. Simplemente nos queda esperar a que pase o esperar a que llegue.
Al día siguiente de que Jungkook regresara a casa, este había permanecido en su habitación sin mostrar ánimos de salir o por lo menos no hasta ahora, no había dicho más palabras que una simple oración: "No me molesten, quiero dormir."
Aquello sorprendió a Monryan puesto que nunca le había dicho algo como eso, sin embargo, antes de que pudiera sentirse peor ante el estado de su sobrino, Seokjin le aseguró que no debía de mostrarse triste hacia él puesto que era natural debido a las circunstancias en las que se encontraba.
— Debes entenderlo, realmente anhelaba presentarse para el fin de curso y se debe sentir frustrado por no poder hacerlo debido al accidente. Es normal, no lo entenderemos pero al menos hay que tratar de comprender que no siempre iba a estar sonriendo... A veces debemos experimentar malas cosas a lo largo de nuestra vida, mamá, cosas que nos harán un poco más fuertes.
Monryan tan sólo escuchó y observó la seriedad con que su hijo le hablaba aquella mañana antes de que él fuera a la universidad; verlo así, tan maduro y como si tuviera mucha experiencia de vida, le hizo cuestionarse acerca de cuándo había crecido tanto su pequeño que justo ahora estaba recibiendo palabras de apoyo de su parte cuando debía ser al revés. Por eso, antes de que Seokjin partiera hacia la universidad en el auto de su novio, le dio un gran abrazo y le reclamó con voz cariñosa que ya no creciera más.
Changsu permanecía arriba en la cama junto a su dueño quien tenía los ojos cerrados pero sabía que estaba despierto, su oído innato le dejaba en claro eso. No quitaba la vista de Jungkook, no le gustaba ver a su amo triste pero no es como si pudiera decírselo, era un perro... Pero un perro muy inteligente que había vivido toda su vida al lado de aquel chico por lo que sabía cómo tratarlo, sabía todo de él así que como una buena mascota, decidió hacer algo o por lo menos intentar.
El akita se fue arrastrando por sobre la cama lentamente, sin hacer movimientos bruscos para no alertar al humano, dejaba transcurrir unos segundos y volvía a arrastrarse pero, justo cuando le faltaban 30 centímetros para llegar hacia Jeon, este abrió los ojos y el can se sintió nervioso.
— ¿Ahora qué eres? ¿Un gusano?— cuestionó Jeon con un tono de voz burlesco, había sentido cómo la sábana debajo de él se removía cada cierto tiempo además del pequeño ruidito que hacía el can con su hocico. — No tengo comida, Changsu...
El mencionado hizo un pequeño bufido, sonando así como indignado, muy cómico de escuchar e imaginar, haciendo que el chico esbozara una sonrisa. Eso provocó que el can moviera su cola con un poco de emoción al observar aquello por lo que, con más confianza, se acercó hacia su dueño y le hizo cariñitos con su hocico y también le dio algunas lamidas en su mejilla.
— Yah, Changsu... Harás que me trague tu pelo. — murmuraba intentando bajar al perro de su cara pero este estaba demasiado entretenido con su misión que sólo bajó cuando escuchó aquella risa de quien le cuidaba desde siempre con tanto fervor; esta vez había sido su turno de cuidarlo.
— Perro loco...— terminó abrazando a su mascota con mucho cariño mientras este permanecía sobre su pecho. — ¿Qué debería de hacer?— preguntó aun sabiendo que no le contestaría. Suspiró pesadamente y sintió ganas de llorar, no encontraba una respuesta que le dejara completamente satisfecho. — Odio tanto a Jimin... Es un maldito, yo ni siquiera le he hecho algo... ¿por qué me hace esto?— las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas; Changsu sólo aulló un poco y metió su hocico entre el cuello y hombro del humano queriendo darle un poco de apoyo. — Ojalá que la esté pasando horrible.