Por fin había llegado el gran día. Jimin lo tenía todo perfectamente planeado para que no saliera nada mal el día en que Jungkook regresaría a casa y todos sus amigos le sorprenderían con aquella fiesta.
Globos, confeti, pancartas con muchos mensajes de bienvenida y una gran mesa de comida esperaban en el centro de la sala de estar en la casa de los Jeon.
— ¿Ya tienes la música, Namjoon hyung? — Cuestionó Jimin tras haber terminado de acomodar los postres en la cocina para ahorrar espacio en la mesa de la sala. Ahora se encontraba a un costado de Namjoon, quien estaba terminando de conectar su equipo de sonido con el que reproducirían la música durante la fiesta.
— Sí, justo acabo de terminar de ajustarlo. — Responde el de tez morena con una sonrisa, dando una palmadita en el hombro del más bajo. — No te preocupes, todo saldrá bien y le encantará.
— Eso es lo que me tiene más nervioso. — Confiesa, rascando su nuca con suavidad. — Quiero que sea perfecto.
— Nada es perfecto, Jimin, pero te diré algo — El menor le mira, escuchando todo con atención. — Jungkook es un chico sencillo, no importa si no le das las cosas más costosas mientras que se las des de corazón, él va a sonreír grandemente.
— Es un chico especial.
— Por supuesto que lo es, así que no te estreses tanto y también disfruta de la fiesta.
Asintiendo con más tranquilidad, Jimin camina a cerciorarse de que todo lo demás esté listo. Al terminar de la revisión, toma asiento en un banco que estaba junto a la isla en medio de la cocina y abre la lata de soda que había sacado antes del refrigerador.
— Hey, Jimin — Yoongi se acercó al refrigerador en donde tomó una lata de soda para acompañar a su amigo. — ¿Estás nervioso?
— ¿Se nota tanto?
— Hombre, no te había visto así desde que-
Su amigo se quedó callado, haciendo una ligera mueca pero él supo de inmediato cómo terminaría esa oración, por lo que sólo sonrió con nostalgia.
— Jungkook es un chico genial, no lo pude ver antes. — Murmuró bajo, recordando sus acciones en el pasado. — Ahora me aterra arruinarlo de nuevo.
— Creí que lo que te dijo Namjoon hyung te había dejado más tranquilo.
— ¿Nos escuchaste?
— Digamos que estaba pasando por ahí. — Min se alza de hombros, riendo ligeramente después junto a Jimin. — Pero él tiene razón, Jungkook es un chico bueno así que no debes preocuparte si esto le parece poco o si hay un color que no le guste, te aseguro que, mientras estemos sus amigos y familia, él estará feliz y te agradecerá mucho por haber tomado la iniciativa de reunirnos.
— Creo que, además de la fiesta, tan sólo la idea de tenerlo cerca me pone ansioso y es que cuando sonríe — Se detuvo de inmediato al ver la extraña sonrisa que le daba su amigo, sabía que estaba a punto de burlarse de él y lo cursi que sonaba, pero para su sorpresa eso no sucedió, Yoongi sólo rió un poco y se sentó a su lado.
— Entiendo tu situación, me pasó igual con Suran — Min sonríe al recordar los inicios de su relación. — Siempre me ponía demasiado nervioso cuando andaba ella cerca, por temor a hacer algo mal o avergonzarme a mí mismo, pero todo se vuelve más fácil cuando entiendes que, mientras seas tú mismo frente a la otra persona, todo sale mejor.
— Pero mi antiguo yo fue malo... ¿Y si Jungkook me perdonó pero sigue temeroso de mí? ¿Y si él no me puede ver como yo lo veo ahora?
— No te sugestiones ni comiences a pensar negativamente, si él te tuviese miedo, entonces no aceptaría que te sentaras junto a él en los almuerzos y tampoco dejaría que lo visites en el hospital. — No iba a mentir, darle esa clase de consejos a Jimin era extraño, el menor no había permitido que le hablase antes referente a sus sentimientos, así que, el estar en ese momento conversando con él acerca de sus temores, le agradaba. — Sólo tienes que darle tiempo al tiempo, dejar que todo fluya y que sea Jungkook quien decida qué clase de relación quiere entre ustedes, que tu cabeza no decida eso.
— Tienes razón, hyung, mejor voy a tranquilizarme y a esperar que el tiempo pase y lo decida todo. — Sonríe más tranquilo hacia el peli plata, chocando su puño con él en un gesto amistoso.
Mientras en la casa de Jungkook todos se preparaban para su llegada, el de cabellos azabaches se despedía felizmente del personal médico que le había atendido durante los días que había estado ahí y, aunque algunas enfermeras mostraban una pequeña mueca cuando llegaba a despedirse de ellas debido a que le habían tomado cariño, también le deseaban lo mejor y le pedían que regresara a visitarlos pronto pero sin ir enfermo. Con unas risas y algunos abrazos, la familia Jeon abordó el auto.