Vercingétorix: ¡Ya oyeron esos cuernos, hermanos!, es hora de reunir a nuestros vecinos.
Lárax: Ven aquí, Ógox. Tú comandarás a 20.000 hombres.
Ógox: Con gusto, Lárax.
Lárax: Me encargaré de los 20.000 hombres restantes.
Dúmnorix: Espera un momento, Lárax. Me gustaría ayudar en su campaña.
Lárax: No me vendría mal un tercer general, pues que así sea, Dúmnorix. Vendrás con nosotros y comandarás a 10.000 hombres.
Dúmnorix: No se diga más, Lárax. Es un placer cabalgar junto a mis hermanos.
Dúmnorix gozaba de una cabellera pelirroja que dejaba libre al viento, esta combinaba con su vestimenta color Salmon, tenia una armadura que moldeaba su trabajada musculatura en su torso, Dúmnorix portaba un pequeño escudo de plata, de 40 centímetros aproximadamente, el contorno de su escudo estaba afilado, quien tocará el escudo sería rebanado fácilmente, su arma principal constaba de una espada corta de 50 centímetros, bañada en plata, haciéndola relucir al sol con su belleza de doble filo.
Lárax: Comandarás a 10.000 hombres, Ógox. Me encargaré de los 20.000 restantes.
Ógox: No cabe duda de que venceremos, Lárax.
Lárax: Claro que lo haremos, Ógox. Los dioses van con nosotros, Vercingétorix estamos listos para partir.
Vercingétorix: Bien, Lárax. pero ahora iré con ustedes también, la defensa en la ciudad es impenetrable con los jinetes y guerreros, ya designé incluso previamente al mandatario hasta mi llegada.
Vercingétorix: Pues bien, hermanos. ¡No hay mucho tiempo!, debe ser lo más rápido y eficaz posible, iremos rumbo a Génava, a pocas millas de aquí, allí abundan los comerciantes romanos, seguro que les hace falta una mano.
Ógox: ¿Señor y qué sucederá con reunir a la Galia?
Vercingétorix: No hace falta todavía, tenemos buen número de aliados y guerreros a nuestra disposición, además, no sabremos si resultaría exitosa dicha misión, por lo que se, los pueblos de la Galia no son de aceptar forasteros en sus fronteras.
Dúmnorix: Bien pensado, General.
Vercingétorix: Aun así, esa misión quedará pendiente, pues tenemos que lograr el apoyo de toda Galia para la victoria.
Ógox: Lo que diga, mi señor.
Vercingétorix: Como les decía, allí abundan los comerciantes romanos, debemos sabotearlos y eliminarlos sin piedad alguna, ¡debemos dejar sin suministros a los romanos!
Dúmnorix: No se verían nada mal esos romanos con mi escudo estampado en sus cráneos.
Vercingétorix: Nos veremos nuevamente guerreros, deposito mi confianza en ustedes, debemos defender la Galia, ¡No teman!, Pues los dioses están con ustedes.
Los guerreros destinados a quedarse en la base aliada gritan elogiando a Vercingétorix y a los que lo siguen en la campaña, alzando sus armas al cielo dirigen frases a los dioses en son de plegaria.
Lárax: ¡General!, distribuya entonces usted las tropas.
Vercingétorix: No hace falta, Lárax. Solo dame 10.000 de las tropas que comandabas.
Lárax: Está bien, General.
Vercingétorix: Viajaremos en formación de galápago en caso de cualquier emboscada, con ella tendremos visión de todos lados al mismo tiempo, ocuparemos menos territorio y por lo tanto somos más difíciles de percibir en el enemigo, vamos de una vez.
La formación galápago se usaba comúnmente en las batallas donde las fuerzas enemigas atacaban por los 4 puntos cardinales, norte, sur, este y oeste. Era muy eficaz creando una defensa difícil de romper, el ejército se dividía en los 4 puntos cardinales manteniendo la posición, defendiéndose y contraatacando al enemigo a la vez.
Lárax: Lo que tú digas Vercingétorix, ya lo oyeron, ¡adelante!
Vercingétorix empieza la incursión desde Galicia, una gran ciudad amurallada por gruesos muros de piedra y troncos, la combinación permitía una estructura estable y resistente ante los ataques de asedio, la muralla tenía 14 metros de altura rodeando toda la ciudad, esta era gobernada por Vercingétorix, reconocido líder galo, a causa de sus numerosas hazañas contra multitud de enemigos que invadían constantemente la Galia.
Se encaminaron desde Galicia hacia Génava por medio de bosques con diversidad de flora, el paisaje ostentaba un gran prado crecido por el que era dificultoso caminar, ya que tenía más de un metro de alto y era denso, junto a esto habían muchos árboles de gruesos troncos marrones y grises que hacían nula la visión lejana, permitiendo no ver más de 7 metros delante.
Transcurrieron posteriormente por el río Ródano, un pequeño río de una transparencia sin igual que rodeaba toda la ciudad sirviendo de muro natural y sustento alimenticio, puesto que nadaban variedad de peces de mediano tamaño por dicho río, este no tenía más de 1 metro de profundidad, aun así, poseía 7 metros de ancho.
Cerca de 40 kilómetros de distancia los separaban del esperado fortín romano, al caminar por más de 2 horas decidieron descansar en un pequeño pueblo aliado, ubicado en la cima de una gran montaña, la cual carecía de vegetación a causa del uso de esta para la construcción de viviendas y el sustento de las personas, como también la medicina, la montaña solo gozaba del pasto que lo cubría del verde.
En mencionado pueblo aprovecharon para pedir víveres a sus hermanos galos, no podía también faltar el vino galo, uno de los mejores en ese tiempo, esto les propiciaba la borrachera a los guerreros, mientras algunos descansaban dándose una siesta o compartiendo copas con sus hermanos, otros practicaban el combate armado, en una especie de juego, en el cual el mejor era el que quedaba en pie y obligaba a rendirse al contrincante, esto a través del dolor o romper la defensa del enemigo dejándolo a merced de la espada sin escape alguno.