La red [duskwood]

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Piezas

—Todo parece indicar que te he puesto en el centro de atención a propósito, para que dejen de hablar de mí —dijo Thomas—. «Escúchenme, si le hubiera hecho algo no me escribiría a mí mismo. Mejor nos fijamos en la persona de la que tenemos el número».

          Tenía un punto, todo apuntaba a que él me hubiese usado como excusa para desviar la atención, pero de alguna forma no podía imaginarlo como infligiéndole daño a su propia novia, eso o era un buen mentiroso. La culpa estaba en él desde el minuto uno, todos lo veían como sospechoso y lidiar con la sospecha podía ser complicado. 

          —Ya veo —murmuré—. Imagino que… es difícil cuando todos ya sospechan de ti.

          —Sí, más que difícil. Frustrante.

          Daba la impresión de que Thomas estaba mucho más afectado que antes, comprendía que las dudas y el miedo por saber qué había sido de Hannah debían ser más grandes con cada día. A mí me estaba pasando lo mismo, aun cuando no hacía más de un día desde que sabía del caso.

          —¡Vaya mierda! —Exclamé, agitando las manos—. Todo esto es una mierda.

          Sonrió, soltando el aire que tenía contenido en el pecho.

          —Pienso justo lo mismo, ¿sabes? Pues bien, creo que mejor cambiamos de tema. ¿Algo que necesites saber?

          —¿Quiénes son ustedes?

          —Qué pregunta más ambigua —respondió.

          —Vale, déjame intentarlo una vez más —dije, sonriéndole. A decir verdad, mi primera impresión de todos había sido justo eso mismo: ambigua—. Qué tal… ¿Dan?

          —Dan… Dan es un caso aparte —hizo una mueca—. Preferiría no hablar de los demás. ¿Algo que quieras saber de la desaparición? No quiero meter la pata.

          —¿A qué te refieres con eso?

          —No te lo tomes a mal, solo no quiero que te lleves una impresión errónea de ellos. Creo que tú misma los conocerás después.

          Guardé silencio por un momento, mirando la habitación en la que estábamos y fue inevitable no cuestionarme el por qué estaba en ese lugar, buscando algo que no me concernía. Esa era, probablemente, lo que más me preguntaba durante las últimas horas y es que, esto no era un simple juego, no era una aventurilla casual. Había una persona desaparecida y yo… ¡Mierda!

          —Bueno, Max… ¿Qué cosas te podrían ayudar para empezar a investigar? —repitió.

          Volví a mirarlo.

          —Ya que tus amigos están vetados, entonces cuéntame algo sobre ti —dije, enarcando una ceja—. ¡Lo mejor para el final!

          —Lo mejor —repitió, sonriendo—. Bueno, gracias. Es que en realidad no hay muchas cosas interesantes o que puedan ser interesantes para ti. Soy el novio de Hannah, ya lo sabes. Haría cualquier cosa por encontrarla.

          —Me lo imaginaba…

          Enarcó una ceja, apoyándose en la cama con los codos.

          —Richy también te pareció simpático desde el principio.

          —Dije «amable».

          Negué, tratando de no perder el hilo de la conversación o de lo que debía ser esa conversación.

          —Ya ves que no se me da muy bien lo de hablar de mí —suspiró—. Lo siento, ¿quieres hablar de otra cosa?

          —No te fuiste a la policía con mi número… sigo pensando en eso.

          —Quería, pero el mensaje que envió Hannah desapareció de repente.

          —Sí, antes lo mencionaron, pero ¿cómo es posible? ¿Fue borrado o…?

          —No lo sé. Yo no fui, eso puedo jurarlo Max.

          —No estoy culpándote, no pretendía sonar de ese modo. Solo es raro.

          —Créeme, lo veo como tú —se pasó ambas manos por el rostro, se dejaba ganar por la frustración. Me limité a observar por esos segundos, pensativa—. Está bien, no puedo pedirte que me creas.

          —Pero sí te creo, Thomas.

          Deslicé una de mis manos hasta su rodilla y pareció aliviado con la respuesta. Y, aunque todo el asunto resultara tan confuso, le creía, tenía que hacerlo. Estaba limitada a lo que ellos supieran, a lo que quisieran contarme y a la ayuda que también me brindasen, sobre todo porque se me estaba relegando por completo la tarea de investigar aun cuando mi única razón para venir era la de tratar limpiar mi culpa de las sospechas.

          —¿Hay algún momento en tu vida que no olvidarás? —preguntó de pronto.

          —Supongo, ¿quién no los tiene?

          —Sí, así es. Cuando me llegó el mensaje de Hannah, con tu número y nada más… me quedó marcado en la memoria, tú número ya no lo olvidaré jamás, está claro —sonrió—. Pero sin el número no podía ir a la policía.

          —Me ha quedado claro.

          —Creo que mejor debería contarte lo que sabemos de la desaparición de Hannah. Algo más concreto, creo que antes hemos sido bastante… esto es… Lo siento, es complicado.




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