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¿Y bien?
Número desconocido [10:15 a.m.]:
Perdona que no te haya escrito antes.
¿Pista número tres?
El mensaje llegó al tercer día, terminaba de ducharme y aún seguía envuelta en la toalla, cuando leí las dos líneas. Una sensación de nerviosismo me recorrió todo el cuerpo mientras releía; no pensé relativamente en muchas cosas, solo me senté y tecleé con prisa una respuesta simple.
Max [10:17 a.m.]:
Llegas tarde.
Número desconocido [10:19 a.m.]:
Estaba ocupado.
Mmm.
Voy a intentar averiguar algo de información sobre esas fotos.
Sentí un punzada en el estómago, quizá porque no había pizca alguna de duda en sus palabras, no parecía atravesar por lo que yo después de los últimos mensajes que intercambiamos.
Max [10:20 a.m.]:
¿Cómo qué, por ejemplo?
Número desconocido [10:21 a.m.]:
Metadatos: dónde se hicieron las fotos, en qué momento las subió Hannah a la nube…
Cuanto más sepa, mejor.
Dame un poco de tiempo.
Ah, otra cosa.
Tengo una pista para ti.
ID47013
La poli está encima de Thomas, el novio de Hannah. Tú deberías fijarte en otra persona.
Max [10:29 a.m.]:
¿Qué hago con el número?
Número desconocido [10:29 a.m.]:
Introdúcelo en tus contactos.
«Número desconocido está ahora offline».
El anuncio apareció antes de siquiera pensar en una respuesta. Se había desaparecido por tres días y en su vuelta no me decía nada más que eso, aunque tampoco estaba muy segura de qué otra cosa debía decirme, trabajábamos para encontrar a Hannah. Solo por esa razón y debía mantenerlo presente, él ya lo hacía, aun en el desliz. Solté un suspiro, pasando todo el malestar que me produjo el nuevo pequeño intercambio de mensajes. Me vestí antes de tomar de nuevo el teléfono y marcar el número que me había enviado. Por fortuna, tras dos timbres contestaron.
Me bastó con escuchar el sonido de la voz para saber qué se trataba de Dan, me sorprendió, teniendo en cuenta que solo nos habíamos cruzado el día en que estuvieron en mi casa y que no había sido del todo bien, ahora debía fijarme en él como sospechoso según lo dicho en los mensajes. Dan, en palabras del mismo Thomas, era un caso aparte y duda mucho que yo estuviera en su estima, siquiera podía pensar que me tolerara.
—Dan —dije aun así, tratando de infligir un tono natural al timbre de mi voz.
Hubo un breve lapso de silencio, tiempo que no conseguí utilizar para apabullar mis miedos de aquel segundo cruce. Por un momento llegué a considerar que hubiese terminado la llamada y me obligué a verificar que no hubiese cortado. Hasta que habló:
—Oh no. No, no, no.
—¿Cómo que no, no, no?
—¿Quién te lo ha dicho?
—¿Decirme qué cosa?
—El número —Molesto, estaba molesto.
Dudé por un momento, pensé en inventar que había sido cosa de alguno de los otros muchachos del grupo, pero me daba la impresión de que terminaría haciéndole algún tipo de reclamo y eso no me dejaría bien parada. Mentir o no hacerlo directamente, de cualquier forma, todo esto tenía un buen fin.
—¿Importa acaso?
—¡Ah, olvidado! —murmuró y pensé que la cosa terminaría ahí. Pero al parecer solo estaba recargando energías, porque unos segundos más tarde soltó—: No me interesa quién haya sido. Todos me importan una mierda y me dan absolutamente igual. Y tú, ¡déjame en paz!
Tras aquel último grito colgó. Solté un par de maldiciones al aire al mismo tiempo en que arrojaba el teléfono a la cama. La frustración se hizo presente al instante y la poca amabilidad que seguían mostrando conmigo, aun cuando ellos mismos me habían puesto en esa situación, me parecía una cosa de comedia. Aunque lo intentaba, no podía entender del todo la actitud de la mayoría y tampoco por qué el hacker me había pedido que me concentrara en averiguar algo del dueño del número sin haber especificado que se trataba de Dan, porque era obvio que lo sabía. ¿Qué cosa intentaba probar? Y sobre todo, por qué usarme a mí como carne de cañón.
¿Qué se suponía que era todo este juego?
El teléfono sonó más tarde, avisándome de una llamada. Al principio pensé que se trataba de Dan, quizá con la idea de disculparse por lo que había dicho. Pero al mirarlo leí «desconocido» en letras grandes. Y aquel pensamiento se esfumó al instante; el corazón me dio un vuelco, imaginando que podría tratarse de con quien me mensajeaba desde unos días atrás, fue aquella idea la que me hizo descolgar la llamada enseguida. En un primer momento hubo silencio y lo siguiente que escuché fueron unos extraños jadeos, como si se tratara de un animal. Comprendí ahí que no se trataba de él, sino de alguien más. De algo más.