8
Secretos
La tarde pasó en una calma extraña. Hasta aquel momento no se sabía nada nuevo, ni del cuerpo ni de Thomas ni de ninguno de los chicos. El rato en soledad me había servido para aclarar un poco la mente, al menos volví a desempacar la maleta y tomé asiento frente a la computadora, continuando con la tarea de revisar la nube de Hannah. No conseguí encontrar mucha información, pese a haber invertido un par de días en eso, existía la posibilidad de que en realidad yo no estuviera haciendo las cosas como debían hacerse y por ello la falta de resultado; encontraba una que otra cosa, fotos en su mayoría. Cada cosa con la que me cruzaba iba enviándola directo al Número desconocido y esperaba una respuesta. Antes ya le había enviado algunas cosas que rescaté, pero al parecer ninguna había sido lo suficientemente importante para recibir un mensaje de vuelta. Lo último con lo que me crucé era una fotografía de lo que parecía ser una receta médica, aunque la calidad era tan mala que ni siquiera se podía distinguir nada de la letra, pero aun con ese fallo, como todas las anteriores presioné el botón de enviar y continué buscando.
Caso contrario a las veces anteriores, me sorprendió ver que se ponía en línea y tras unos segundos, vi el escribiendo.
Número desconocido [7:08 p.m.]:
¿Qué es esto?
Max [7:08 p.m.]:
Pensaba que me dirías tú.
Número desconocido [7:08 p.m.]:
Mmm, la resolución es muy mala.
Dame un rato mientras lo arreglo.
Y se desconectó. Una relación estrictamente laboral, si es que podía llamarse de alguna manera y, antes de siquiera tener tiempo de pensar en algo, el móvil sonó. La llamada que recibía era de Jessy. Por un momento conseguí alarmarme, teniendo en cuenta el acuerdo al que antes habíamos llegado. No dejé espacio a un siguiente timbre y contesté la llamada enseguida.
—Te tengo que contar otra cosa —Me dijo, después del saludo.
Sentí como se me disparaban las pulsaciones.
—¿Qué pasa?
Y para sumarle dramatismo a la situación, Jessy guardó silencio unos cuantos segundos, mismos que me parecieron eternos. Hasta que, después de lo que ella creyó pertinente, habló:
—Cleo estaba ayer en el cementerio de coches —la escuché suspirar, en la misma medida que yo no podía hacerlo—. Bueno, de hecho, se podría decir que entró sin permiso.
Noté el tono que implementaba y, según lo que terminaba de decirme, podía tomar el asunto como un señalamiento directo y no como un comentario suelto. Por supuesto, era un tema de cuidado pues ambas tenían antecedentes poco positivos y podía ser que aquello no fuera más que una manera de Jessy cobrarse por lo que Cleo había dicho. No podía concluir nada sin antes tener una idea más clara ya formada.
—Y ¿sabes por qué lo ha hecho? —pregunté guardando cautela.
—No, ni idea. Salí del taller cuando la vi y le llamé la atención. Y entonces hizo que me venía a ver a mí. ¡A mí!, ¿puedes creerlo?
—¿Se lo has contado a Richy?
Sabía que el cementerio de coches estaba tras el taller de los Rogers. De hecho, un acceso rápido al taller o uno al bosque, según se quisiera. Ahora bien, no se me ocurrían las razones que podía haber tenido Cleo para husmear por ahí, dado el caso de que fuera eso lo que estaba haciendo.
—Todavía no. Quería hacerlo, pero ahora te lo he acabado contando a ti primero —soltó una risita—. Mmm, no sé. A lo mejor consigues que ella se lo diga a Richy.
—Pero es que no la conozco lo suficiente —traté de excusarme—. Hablamos muy poco.
—Por eso te lo he dicho.
—Igual sabrá que me lo dijiste tú, Jessy.
—Ya, claro. Pero pienso que es la mejor manera de hacerlo. Sabes que en este momento Cleo y yo tenemos una relación algo tensa.
—Ya me di cuenta.
—También pienso que debo decírselo a Richy —murmuró, tras unos segundos—. Lo quiero resolver sin delatarla, ¿sabes lo que quiero decir?
Aunque lo que deseaba decirle era: «Sí, pero de todas formas no quiero hacerlo». Terminé diciendo:
—Vale, cuenta conmigo.
—¡Gracias! —exclamó entusiasmada de más.
Tras de aquello último nos despedimos. Me sentía maniatada cuando de huir se trataba, como si aquel problema fuera más mío que de ellos. Y de alguna manera, quien estaba detrás del Número desconocido me había convencido de que era así.
Ψ
Por la mañana, fue la misma Cleo quien nos pidió reunirnos. Al parecer, había surgido algo. Al final acordamos vernos todos en el taller de Richy. Al llegar, me percaté de que en realidad no era una noticia, sino que ya había logrado contactar con Lily. Sí, aquella rubia que estuvo a nada de golpearme el día que me conoció y que por lo que había notado, no le agradaba ni un poco. Y por supuesto, ella ya estaba ahí. Terminé por alejarme un poco del taller, teniendo en cuenta la mala relación, prefería aguardar por la llegada de los demás en otro lugar. Aunque mi idea era hacerlo sola, no pasaron más de dos minutos cuando Cleo se acercó a mí.