12
Revelaciones
Jessy apareció más temprano por el hotel. Al principio me generó duda, porque no me había escrito desde la noche anterior y tampoco me avisó que vendría. Estaba inusualmente sospechosa, aun así, cuando me invitó a que saliéramos a desayunar acepté.
—Sabes, me siento bastante mal con esto —dijo, después de un rato—. Pero es que necesito hablar contigo sobre algo.
La miré, tratando de no mostrarme sorprendida.
—¿Y de qué se trata? —pregunté, tomando un sorbo de café.
—Quería saber qué opinas sobre Thomas —dijo dubitativa, al tiempo en que se mordía la cutícula de los dedos—. Es decir, en general, qué piensas sobre él.
—Me cae bien —me limité a responder.
Jessy pareció contrariada con la respuesta, se acomodó en la silla y se acercó un poco más.
—Es decir, ¿no le ves nada sospechoso? —insistió.
—¿A qué te refieres con sospechoso?
—Lo que quiero decir es que me parece super sospechoso —soltó el aire contenido—. Al menos últimamente. Bueno, eso es lo que pienso.
Después de lo último que hablé con él, entendía y justificaba un poco el por qué actuaba así y me sabía un poco mal por lo que había dicho antes. Cualquiera en su lugar estaría actuando así o incluso más que eso.
—Ya averiguaremos lo que hay detrás de su comportamiento —respondí, para darle tranquilidad.
—¡Bien! Bueno, deberíamos irnos. Pensaba que podíamos seguir con la investigación, sobre las leyendas de Duskwood.
Terminamos de desayunar sin apenas decir una palabra más. Que hubiese propuesto el asunto me dejaba con cierto grado de tranquilidad, porque también lo había pensado, pero teniendo en cuenta el constante desagrado que me mostraba Richy, no estaba muy segura de acercarme hasta el taller por mi propia cuenta. Ahora, llegar con ella era una cosa distinta. Nos tomó alrededor de quince minutos de camino desde donde estábamos hasta el taller y fuimos directo a la oficina de Jessy. No pasó mucho tiempo desde eso hasta el momento en que Richy apareció para saludarnos, ella misma se encargó de comentarle que continuaríamos con la investigación, cosa que no pareció agradarle del todo. Antes de ponernos en situación, ambos estuvieron tonteando unos cuantos minutos y era bastante obvio el tema, aunque se negaran a reconocerlo. Richy volvió a tomar una actitud más sería cuando me pilló mirándolo. Con la idea de dispersar el asuntos, hicimos un breve recuento de lo que sabíamos hasta el momento, incluyendo las impresiones de Alfie. Richy incluso bromeó con el tema y se sonrió cuando le seguí el chiste sobre la veracidad de lo que creía haber visto el niño.
—Piensen lo que quieran. El hombre sin cara me parece una pista importante —dijo Jessy, un tanto molesta—. Yo la perseguiré. ¡Max, ayúdame por favor! Aunque tengas dudas.
Richy rodó los ojos.
—Haré lo que pueda —respondí.
—Sé que esta pista nos llevará a Hannah —agregó Jessy—, incluso sin el mecánico aburrido.
—¿Mecánico aburrido? —dijo Richy, llevando una mano al pecho—. Auch.
—Pues a mí me encantaría que nos ayudaras, que siguieras en el grupo —dije, mirándolo—. Tres son mejores que dos.
—Yo creo que es mejor que se vaya —Jessy le señaló la puerta—. Dedícate a tus cosas, anda.
Richy se cruzó de brazos, intercalando la mirada entre ella y yo. Unos segundos después dejó salir un suspiro cargado de resignación y se pasó ambas manos por el rostro.
—Pues no, no puedo dejarlas para que se metan en problemas —dijo al final—. Sé que necesitaran mi supervisión.
Sonreí, negando.
—Creo que en realidad también tienes mucha curiosidad.
Parecía apenado y trató de disimularlo apartando la mirada. Jessy dio un brinquito de triunfo.
—¡Pues ya está! Asunto zanjado.
—¿Cómo seguimos? —preguntó Richy.
—Jessy, ¿puedes hablar con la madre de Alfie? Quien sabe, puede que consigas algo.
—¡Por supuesto! Aunque tendrá que ser después del trabajo, ya vez al jefe que me gasto.
Jessy rodó los ojos.
—Estaré pendiente, puedes mensajearme —dije—, creo que volveré al hotel y veré que puedo hacer mientras tanto.
—Te acompaño —se ofreció Richy.
Asentí, sin darle mucha importancia y terminé de despedirme de Jessy con un abrazo. Caminamos en silencio hasta la entrada principal del taller, que fue cuando él se detuvo, llevaba ambas manos en los bolsillos del jean y la usual gorra con el logo del Roguer’s. Noté, por cómo me estaba mirando, que había algo que quería decirme. Algo que no quería que Jessy supiera.
—De acuerdo —suspiré, al cabo de unos segundos—, dilo de una vez.
Richy arrugó el entrecejo, aunque al momento retomó la compostura.
—Tengo que pedirte algo. Esta cosa de la leyenda del hombre sin cara… —murmuró dubitativo—. Bueno, ya me he dado cuenta de que no te importa demasiado, pero estaría bien que no le tomaras el pelo a Jessy con esto. No sé si me hago entender.