13
Intenciones ocultas
Jake [4:35 p.m.]:
Max.
Tengo el número de Poke.
Max [4:40 p.m.]:
De acuerdo.
Jake [4:40 p.m.]:
No lo olvides, debes llamarlo por teléfono.
Su cuenta bloquea cualquier solicitud de chat automáticamente.
Además, es mejor así. En el chat tiene posibilidad de pensarse las respuestas. Y, lo que es mayor ventaja: Una voz transmite información que se pierde en un mensaje de texto.
Max [4:42 p.m.]:
El riesgo de delatarme también es más alto.
Jake [4:43 p.m.]:
Sí, eso es cierto. De todas formas, sé que puedes hacerlo… de alguna manera.
Y no hay otra opción.
Entonces, será mejor que llames de inmediato.
El número es: 89350
Iba camino al hotel cuando recibí el mensaje con el número, por lo que tuve que detenerme para buscar un sitio tranquilo donde pudiera realizar la llamada. No estaba segura si los nervios que sentía se debían a eso o a que volvía a hablar con Jake, después de nuestra última conversación. Desde que había dejado de ser el Número desconocido a Jake, solo Jake. Aunque él parecía un experto fingiendo que el tema nunca se tocó y que, por ende, la investigación seguía estando por delante de cualquier cosa.
Siendo honesta, me sentaba mal que las cosas tomaran ese rumbo.
Al final terminé por meterme a un callejón pequeño y desde ahí marqué al número. Traté de mantenerme serena, aunque no tuve mucho tiempo, porque tras el primer timbre descolgaron la llamada desde el otro lado. Debía admitir que me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo, quizá porque había pensado que era poco probable que respondiera la llamada.
—Hola —fue lo primero que escuché y reconocí que era la voz de un hombre.
Seguido del saludo se presentó algo de interferencia, por lo que no supe si a eso le había agregado algo más.
—Hola, ¿es Poke?
—¿Has dicho algo?
—Disculpa… quiero saber si…
—No puedo entenderte muy bien —dijo, aunque se escuchaba muy mal—. ¿Puedes entenderme? ¡Ay mierda!
Tras esa última palabra colgó la llamada, dejándome un tanto consternada. Pensé en que debía escribirle a Jake, para informarle, pero sorpresivamente, no pasó mucho tiempo hasta que entró una llamada de vuelta, del mismo número. No dudé en atenderla enseguida.
—Muy buenas tardes, extraña —dijo, esta vez claro y más pausado.
«Actúa con naturalidad», me dije.
—¿Qué hay? —solté, sin darle muchas vueltas al asunto.
—Perdón por lo de antes, en esta época la conexión es una mierda —soltó una risita—. ¿Has conseguido mi número donde pienso que lo has conseguido?
—Ajá… sí, justo de ahí.
—¡Ah, genial! Ya eres el quinto hoy.
Qué demonios.
—Ya me lo imaginaba.
—Qué te puedo decir, a la gente le gustan los descuentos —dijo, con cierto tono—. Así que no vuelvas a llamarme, solo asegúrate de traer el anuncio.
—El anuncio, ¿el anuncio?
—Sí, tráelo cuando vengas a la tienda o no podré darte el descuento.
—¡El anuncio! Por supuesto. —Piensa, piensa—. No lo sabía, es decir, que debía llevarlo y bueno, no sé dónde lo he dejado. Creo que lo perdí.
—¡Ay, dios! Bien, te enviaré una foto por mensaje, ¿de acuerdo?
—¡Gracias!
—Sí, como sea, solo lo hago para que el viejo se dé cuenta de que tenía razón. Eso del anuncio y el descuento son una mala idea. Te envío la foto, adiós.
Volvió a colgar, sin dejarme hablar. Aunque unos segundos después me llegó un mensaje con la fotografía. Era un flyers poco profesional de una cerrajería, en la que ofrecían un diez por ciento de descuento si llevabas el anuncio, para mandar a hacer llaves. Para más información dejaban el número de Poke. Todo parecía demasiado extraño, teniendo en cuenta la conversación que había leído con Dan, en la que parecía que hablaban de otra cosa, algo mucho más gordo que un descuento. Aunque bueno, al menos había conseguido algo y sin que las cosas resultaran mal. Así que debía considerarme al menos una buena ejecutora. Retomé el camino y solo cuando llegué al hotel fue que decidí escribirle a Jake. El tiempo de camino me había resultado provechoso por demás, porque conseguí encajar todo el tema; desde las llaves, la conversación entre Thomas y Dan, pero sobre todo, la aparición de este primero por el apartamento de Hannah.
Cleo lo había dicho, dejándome ver que no me equivocaba: Thomas no tenía una llave del apartamento de Hannah, se la había devuelto mucho antes.
Max [5:50 p.m.]: