29
Los cabos sueltos
A diferencia mía, Jake no podía darse el lujo de abandonar la habitación del motel cuando le apeteciera o, siendo más realista, bajo ninguna circunstancia injustificable. Aquello puesto por sus propias palabras. Mi situación era más permisiva, además seguía investigando y si llegase a necesitar un justificante, ese parecía ser uno bueno. Los nervios a raíz del asunto de los atacantes aún eran palpables, pero debía poner empeño en ser fuerte y olvidarlo, porque teníamos cuestiones más importantes ahora; había pasado, ya no estaba y mi deber era ese. Cuando menos lo creyera, ya ni siquiera iba a pensar en el tema. Uno de los mensajes pendientes era de Jessy, no estaba tan preocupada como los demás y eso se debía a que paralelo a mí, estuvo fuera de Duskwood y volvió casi al anochecer. Necesitábamos hablar, decía y cuando le respondí por la mañana, dijo que iba de camino a la policía con la intención de averiguar algo más sobre el caso de su hermano. Le pedí que desviara el camino y nos encontráramos antes al menos unos cuantos minutos y por fortuna accedió. Pese a todo lo que estaba pasando, me sorprendió notarla más tranquila.
Terminamos sentadas en la acera de la calle, donde Alfie jugaba cerca sin prestar mucha atención a nuestra presencia.
—Me habías preguntado por Jennifer, ¿te acuerdas?
—Claro que me acuerdo —respondí.
—Antes dije que su apellido era Manson, estaba equivocada. Era Hanson, lo siento, debí haberlos confundido.
—No es tan trágico.
Jessy medio sonrió, pero la expresión se le transformó a una de inquietud.
—Pues a que no adivinas a dónde me llevó la dirección marcada en el GPS de Hannah —dijo tras unos segundos—. A la casa de la madre de Jennifer.
Aquella sola mención me llevó directo a las notas estudiadas, haciendo que de manera instintiva colocara la información en los puntos que estaban sin llenar. Las notas nunca fueron un asunto aislado producto de la depresión de Hannah, estaban relacionadas con todo, con la desaparición y entenderlas también significaba dar pasos más cerca de encontrarla y a quién la había secuestrado.
—¿Te refieres a Iris?
—Sí, ¿cómo es que sabes su nombre?
—Investigación —me limité a responder.
—Estoy sorprendida —dijo y tras un segundo sacudió la cabeza—. De todas formas, hablé con la madre de Jennifer. Y Hannah también estuvo aquí, para hablar sobre su hija. Yo todavía estoy un poco… bueno, la conversación me dejó un tanto descolocada. Iris es una mujer encantadora y qué tranquila habla de todo lo ocurrido, de toda esa historia horrible.
—¿Puedes contármelo? —pregunté.
Asintió como respuesta, pero aun así necesitó tomarse unos cuantos minutos como si necesitara organizar ideas. Pese a que no se lo dije, yo también estaba sorprendida porque quizá no me esperaba dar de frente con la información de Jennifer, ahora Hanson; Iris, de las notas de Hannah y la posible razón por la que ella parecía atormentada en los párrafos que escribió. Hannah se había interesado por muchas cosas previo a su desaparición, no solo el hombre sin cara, también Phil Hawkins y la familia de esta chica con la que no parecía tener una relación. Ahora podía entender más claramente las conexiones y lo que, posiblemente, se confirmara cuando la historia estuviera completa. Tenía un mal presentimiento, el mismo que me cruzó cuando descubrimos el tema de la depresión y solo esperaba que Jake no se viera tan afectado como entonces.
Jennifer Hanson, su madre Iris y también la pulsera. ¿Cómo encajaba Phil Hawkins ahí? Seguía creyendo que él no estaba detrás de la desaparición de Hannah Donfort, Jessy intentaba probar lo mismo con la visita a Iris, y sin pensarlo se había encontrado con lo que parecía ser el esclarecimiento de otra de las pistas que Jake y yo seguíamos. La historia que relató Jessy, unos minutos más tarde, iba así: pronto se conmemorarían los diez años desde que Jennifer desapareció de Duskwood sin dejar rastro alguno, al parecer iba de camino a casa de su padre, pero nunca llegó. Una vez la noticia se dio a conocer, todo el pueblo se movió para encontrarla, fueron días enteros sin descanso sin conseguir nada. Hasta que su cuerpo fue encontrado por casualidad por un empleado del aserradero del pueblo. La policía supuso en todo momento que se trataba de un asesinato, bueno, hasta que la autopsia reveló que las lesiones que tenía eran de otro tipo. La hipótesis era que Jennifer había sido golpeada de frente por un coche y falleció a causa de las heridas en el mismo lugar del accidente. Era probable que quién la atropelló no se hubiese dado cuenta por la oscuridad de la carretera (yo era testigo de que eso podía ser verdad) y para ocultar el crimen, enterró el cuerpo en las profundidades del bosque para que nadie la encontrara.
—Pero aquí es donde viene la parte más extraña —dijo Jessy—, Iris le preguntó a Hannah el motivo de su visita, y esta le dijo que creía que la perseguía el mismo hombre que había matado a Jennifer.
Ambas nos quedamos en silencio, mirándonos a las caras.
—Si no fue un asesinato planeado, sino un accidente —murmuré después, casi para mí misma—, entonces, ¿por qué el mismo asesino iba a ir por Hannah?
—Es una buena pregunta. Todo esto es muy raro, ¿verdad?
—Sí, tengo que pensar.