La red [duskwood]

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El juego lento

Jake no pegó un ojo en toda la noche, apenas y se había tomado un momento para comer y continuó después centrado en la computadora. No le insistí y bajo su propia iniciativa me dijo que lo intentaba era seguir el rastro de Hannah en línea, pero aparte de eso, ninguno de los dos tuvo la necesidad de mencionar el tema del grupo, de lo que podía implicar o no que toda aquella información fuera revelada. Aún nos quedaba mucho por delante, estábamos arriesgándonos sin haber podido conseguir acercarnos a la posibilidad tangible de encontrar a Hannah, porque hasta ahora no eran más que indicios. Reconstruíamos toda la historia, pero en ocasiones tenía la impresión de que íbamos demasiado despacio y que el secuestrador se burlaba de nuestra falta de acción. Éramos menos, necesitábamos movernos.

Lily fue la primera en aparecer temprano por la mañana, pero pronto me hizo saber que no estaba ahí por los motivos que yo creía. Me pidió que habláramos sólo las dos, aunque no especificó que fuera porque no quería hablar con Jake. Seguían estando entre la asimilación y la aceptación, era difícil para ella y para los demás. En cambio, lo que quería contarme era que había estado antes en casa de sus padres, tratando de ver si conseguía algún indicio que fuera precedente para establecer una conexión directa entre Hannah y Amy Bell Lewis, pero que no contó con la suerte que quizá pensó. Aun así, aseguraba que el nombre seguía pareciéndole demasiado familiar como para dejarlo pasar con tanta facilidad. Una vez terminó con el recuento, vino la parte difícil e incómoda para ella, pues me aseguró que no había sido capaz de mirar a su padre a los ojos, no sabiendo que Jake existía y que estaba ahí mismo, que ni siquiera fue capaz de beber el té que le preparó su madre y que se marchó lo más pronto que le fue posible.

—Yo tampoco sabría cómo reaccionar si estuviera en esa posición —le dije en respuesta—. Aunque ahora entiendo por qué Jake estaba tratando de ocultarlo.

—Yo también. Lo siento. No quería molestarte con eso.

Apartó la mirada y la fijó en el camino, lo que llevó a quedarnos en silencio durante unos cuantos minutos. Lily no estaba terriblemente triste, dolida quizá, pero no era hacía Jake que se proyectaba ese sentimiento sino hacía su padre y al engaño, lo cual era entendible. Habíamos prometido guardar el secreto y quizá eso implicaba para ella también el no plantearse la posibilidad de hacer un reclamo, de hablarle a su madre sobre lo que sabía e incluso, contárselo a Hannah una vez consiguiéramos encontrarla. No era ni siquiera una promesa real, era un sacrificio que asumió por todos.

—¿Hay algo más que pueda hacer por ti? —pregunté después, consiguiendo que volviera a mirarme, casi como si hubiera estado esperando que lo dijera.

—Quiero escribirle una carta a Ted Madruga.

La mención del nombre me llevó enseguida al momento previo de la desaparición de Richy, cuando Lily me había enseñado la solicitud de visita de Hannah. No habíamos vuelto a mencionar el tema, casi dejándolo en el olvido y agradecí que lo trajera a coalición.

—Soy todo oídos —respondí.

—Me muero por saber qué quería Hannah de él. Entonces pensé, ¿por qué no preguntárselo a él mismo? Tenemos la dirección de la prisión. De hecho —añadió rebuscando entre su bolso un pedazo de papel que después me entregó—, ya había empezado. O mejor dicho, intenté empezar, pero fallé en el saludo. Entonces pensé en ti y como de todos modos nos reuniremos más tarde, pensé que no estaría mal aprovechar el tiempo.

—¿Necesitas ayuda en la redacción?

—Sí, no quiero equivocarme.

—Hay algo más, ¿verdad?

Lily medio sonrió para después hacer una mueca.

—No sé, también pensaba que podría decirle a Jake que nos ayude.

No dudé en decirle que sí, que se lo preguntaría, porque era claro que no se trataba solo de querer contar con su apoyo sino que estaba intentaba dar el primer paso para establecer, al menos, una conversación con él. Lily esperó afuera mientras hablaba con Jake, quién seguía con la cabeza metida en la computadora. Una vez me vio dentro, como si necesitara que la atención estuviera en otra parte y no en el hecho de que su media hermana estaba ahí fuera, dijo que seguía repasando todas las cosas que aún no habíamos compartido de la investigación para que no hubiera cabida a las equivocaciones. Ignoré a propósito eso y fui directa al decirle que si podía echarnos una mano a Lily y a mí, porque pensábamos escribirle una carta a Ted Madruga. Jake poco podía disimular cuando estábamos solo los dos y por cómo me miró, supe enseguida que iba a poner una excusa con la única intención de negarse. Aquello me obligó a adelantarme:

—Me encantaría contar contigo —dije, acunándole las mejillas entre mis manos.

Jake no apartó la mirada de mi rostro, pero hubo un ligero cambio de expresión. Aunque no estaba segura si era porque descubría lo que intentaba hacer o porque estaba funcionando. Sentí como una de sus manos me apretaba con fuerza la cintura, lo que pasó rápidamente de una sensación de dolor a algo mucho más poderoso y peligroso, pero sobre todo imprudente dado el momento. No me aparté de él de cualquier forma y aguardé hasta que terminó por levantarse, apagando la pantalla de la computadora.

—Si es así, por supuesto que no diré que no —respondió a medida que una sonrisa desfiló por su rostro. Después de unos segundos agregó—: Todavía no he hablado con Lily, no sé cómo manejarlo.




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