La red [duskwood]

35

NOVENA PARTE

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Epicentro

Jake me apartó el teléfono, pero antes de que pudiera hacer algo, la llamada se cortó. Había escuchado la amenaza y, por primera vez, me pareció que le preocupaba de verdad lo dicho. Terminó entrelazando su mano con la mía, como si esperaba reconfortarme con el gesto y pese a que no se lo dije, sí lo consiguió. Thomas manejaba tan rápido que cuando Jessy cortó la llamada con la policía ya íbamos entrando de nuevo a Duskwood, aun así, preferí no decirles nada sino hasta que todo el grupo estuvo reunido en la habitación del motel y yo había conseguido recuperar la calma. Primero los pusimos al corriente de lo que habíamos encontrado en la casa e incluso Lily dijo que creía haber pasado por ahí cuando sus padres las llevaban a jugar cerca del molino de agua, aunque no recordaba haber visto a Michael Hanson o alguien más cerca. Pasé después a la llamada, citando de nuevo las palabras que recordaba casi como si siguiera escuchándolas en mi oído. Jessy preguntó si esa era la reacción a nuestra incursión en su propiedad.

—Claro que sí —Dan fue quién le respondió—. Entraron a su casa a toda velocidad. Está claro que ahora está jugando a lo grande.

—¿Y qué pasó con la policía? —preguntó Cleo.

—Van a ir a la casa de Michael Hanson y echar un vistazo —respondió Jessy—. Eso me aseguró la policía por teléfono.

—Cuando la policía llegue a la casa de Michael y vean todo lo que hay —dijo Lily—, entonces lo arrestarán. ¡Y por fin todo terminará!

—No podemos confiar en eso —dijo Jake.

—Jake tiene razón —dije—. En el peor de los casos, incluso destruye todas las pruebas. Ahora mismo, mientras hablamos.

Se extendió el silencio en la habitación mientras las miradas iban cruzándose entre todos. Aunque difícil de procesar, esa era la realidad a la que nos enfrentábamos y no quedaba sino que estar preparados para cualquier situación que terminara pasando. Habíamos destapado, de una u otra forma, la máscara y descubierto quién estaba detrás del hombre sin cara, saliendo apenas bien librados, lo más natural era esperar una respuesta. La advertencia ya estaba y todos lo sabían ahora.

—¡Entonces partamos ahora mismo hacía esa casa de la que hablaba Richy! —dijo Lily, rompiendo el silencio.

—Opino lo mismo —dijo Dan.

—No estoy tan seguro de hasta qué punto debemos tomarnos en serio esta amenaza —dijo Jake de pronto.

Lo miré incrédula ante lo que terminaba de escuchar, sobre todo porque hacía nada me había dado la impresión de que estaba preocupado. Ahora que lo miraba ya no era el caso, volvía a estar estoico con los brazos cruzados a la altura del pecho y todas las cosas que solía decirme, sobre qué le importaba de verdad o que estaba allí para protegerme, se desvanecían con la misma facilidad que las pronunciaba. En cambio, me dio la impresión de que, en realidad, su presencia estaba para asegurarse de que, bajo ninguna circunstancia, alguno desistiera de la búsqueda.

—Han pasado demasiadas cosas como para ignorar las amenazas —dije—. Escuchaste lo que dijo, ¿no?

—Sí —dijo, pero apenas me miró.

—¿Y por qué hablas incluyéndote en esto? Creo que no entendí esa parte —dijo Dan, hablándole directo a Jake y sin dejar pasar desapercibida la molestia que también provocó en él—. ¿De dónde vienes exactamente hacker boy? Bueno, no eres de Duskwood, ¿verdad? Y es por eso que no puedes hablar por «nosotros» cuando se trata de la seriedad con la que debemos tomarnos algo. Así que ¡vas directo a esa maldita casa y fin de la historia!

Jake no respondió.

—¡Ya hemos discutido esto! No me voy a ir sin Richy —dijo Jessy.

—Amigos… —Thomas intentó hablar, pero fue interrumpido por Lily.

—Jessy no puedes ayudar a Richy si te mata este demente.

—No puedo huir y abandonarlo.

Me pasé una mano por el rostro, tratando de encontrar la manera de solucionar algo, pero sin conseguir llegar a una conclusión.

—¡Amigos! —exclamó Thomas, dejando la habitación en silencio y con las miradas sobre él—. Tengo el teléfono de Hannah.

Aquello me dejó chocada y no pude decir algo más allá de un «¿tú qué?» penoso. Thomas sostenía a la altura de la mirada de todos un teléfono plateado; sentí un subidón de adrenalina momentáneo mientras trataba de entender a cabalidad lo que eso significaba.

—Lo encontré en una de las habitaciones —añadió Thomas—, estaba allí en una mesa. Al principio creí que debía ser de Michael Hanson. Pero cuando lo miré más de cerca, me di cuenta de este raspón en la parte de atrás. Y así fue como me di cuenta, este es definitivamente el teléfono de Hannah.

—Estoy impresionada —conseguí decir después de unos segundos.

—Pero está apagado y no enciende.

—Quizá solo está sin carga —dijo Jake dando un paso adelante—. Thomas, conecta el teléfono de inmediato. En cuanto la batería esté al veinte por ciento, nos comunicas. Es importante que no lo enciendas ni intentes utilizarlo mientras tanto. ¿Entiendes eso?

—Sí, lo tengo.

—¿Qué vas a hacer con el teléfono de Hannah? —le pregunté a Jake.




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