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La verdad
—Max, lo hice. Tenemos acceso a parte de la información del teléfono de Hannah. Sin embargo, debe tener algún tipo de afección porque se está complicando un poco y tendremos que revisarlo desde el computador.
—Entonces, ¿se trata de una especie de informe provisional?
—No. No del todo —respondió Jake—. Mientras creo el acceso a más aplicaciones y contenidos, puedes revisar lo que ya se ha descubierto.
—¿Ya has revisado algo del teléfono?
—No. Quiero dejar eso en tus manos. Al menos hasta yo termine de liberar todo el teléfono. Esto representa una gran oportunidad para nosotros, Max. Tienes que mirar todo con atención, por favor, de lo contrario, no podemos estar seguros de no habernos pasado algo por alto.
Tras decir eso me tendió mi computadora donde ya estaba conectado y preparado el acceso al teléfono, mismo que había dejado conectado al enchufe del pasillo por la falta de conectores en la habitación, pero con el recordatorio a todos de que no podía tocarlo bajo ninguna circunstancia. Iba punteando el amanecer para entonces y, aparte del leve sonido del viento, nuestras voces era lo único que se escuchaba. Miré la pantalla, que era casi como estar sosteniendo el móvil y sentí una sensación extraña en el estómago. Jake estaba observándome al costado y tuve que hacer acopio de mi propios impulsos y sentidos, tratando de no dejarme llevar con lo que se me pasaba por la cabeza, repitiéndome que sólo nos hacía falta un poco más, solo un empujoncito más y pronto habríamos conseguido resolver el caso y, por consecuente, encontrar a Hannah.
—Estoy un poco nerviosa —admití al final.
—Eso no está mal, yo también lo estoy. ¿Hacer esto te incomoda?
—No lo sé, probablemente habrá que acostumbrarse como siempre —dije.
Jake me abrazó tras plantarme un beso corto en los labios, lo abracé de vuelta dejando a un lado la computadora. Me recosté sobre su pecho y él me sostuvo con fuerza entre los brazos; permanecimos en silencio durante un rato en los que volví a darle vueltas a todo, a mi presencia en aquel lugar y a todas las cosas que nunca creí que iba a terminar haciendo. Llegaba hasta un punto en que me desconocía por completo y tuve la impresión de que cuando volviera ninguno de mis allegados lo haría tampoco, era una extraña a la que solo Jake parecía conocer. ¿Qué estaba pasándome? Era la única cuestión que a ciencia cierta podía reconocer el trasfondo, uno que admitir en voz alta casi rozaba lo humillante.
—Lo hago por ti, ¿sabes? —murmuré al cabo de unos minutos—. Probablemente siempre hago todo esto solo por ti.
—Lo siento Max, de verdad, no quiero que hagas cosas por mí que te incomoden —dijo y se apartó un poco para mirarme a la cara, aunque sin dejar de sostenerme entre sus brazos—. Si no quieres, revisaré el contenido por mi cuenta.
Negué.
—Solo necesito un segundo, ¿de acuerdo?
—Mientras tanto, continuaré trabajando para que se desbloqueen todos los accesos.
Volví a tomar la computadora cuando Jake se apartó y, tras una exhalación, me dispuse a revisar. Las aplicaciones de las redes sociales estaban disponibles, los mensajes, mapas y algunas otras que no eran tan relevantes al menos no para ese primer sondeo. En los mensajes directos de su número, que para mi sorpresa, no había nada fuera de lo común, más que algunas promociones, sobre avisos de entrega de paquetes y compras en línea. En su Instagram no encontré nada más allá de unas cuantas publicaciones, fotos suyas y de algunos sitios de Duskwood que ahora reconocía. Después revisé el navegador, en su historial y ahora me parecía que varias de las cosas que estaba viendo tenía cierto sentido, respecto a todo lo que sabíamos. La última búsqueda registrada era la página oficial del Festival de Pine Glade. En orden descendente, después de esa, estaba una búsqueda a una tienda de camisas, la página del bar Aurora, la del taller de los Rogers, una página de puntuación de películas y poco más. Tenía la suscripción de una revista de noticias, en la que, irónicamente, el último artículo se titulaba «Hannah Donfort sigue desaparecida: Descubre más sobre el caso aquí», y antes de esa la que estaba era «¡El conocido dueño de un bar en la cárcel! El viernes pasado Phil Hawkins fue detenido por la policía, aún se desconoce bajo qué cargos», otro era sobre Jake: «Una misteriosa tendencia en las redes sociales. I am Jake está en todas partes». No me detuve a leer ninguno a profundidad, porque no decían nada que no supiera ya. Terminé abriendo una aplicación de la galleta de la fortuna que me recibió con el mensaje: «Te sucederá algo grande», volví a presionarlo, esperando algún mensaje más alentador, pero el siguiente seguía siendo igual de críptico: «Los viejos conocidos reaparecen». Terminé sacudiendo la cabeza y retomando el trabajo, que era lo importante.
Abrí la aplicación de mapas, pensando en lo que había hablado con Jessy y esperando que hubiese marcado alguien ahí algún lugar. Pero para navegar en ella pedían activar el GPS, era algo normal en ese tipo de aplicaciones, por lo que no vi ningún problema en activarlo. Había por lo menos once puntos señalados en el mapa, todos a los alrededores de Duskwood, aunque no me pareció que hubiera algún tipo de conexión entre ellos o, al menos, no lo veía a simple vista: Caudal de niebla, capilla del alba, estación de servicio de Redlog Pines, Haubenpass. Subida 68, motel Gates, lago de la Primavera Susurrante, Viento del Oeste, Área de descanso en Galrath, Reserva natural de Ellisdale, Ardenbach. Lugares al azar esparcidos por todas partes, que quizá lo único en común era que estaban cerca de algún pueblo pequeño. Salí de la aplicación sin tener ninguna certeza y fui directo a los chats, donde sabía que era el lugar donde estaba la mayor cantidad de información. El primer chat disponible era con su padre, poco hablaban y los únicos mensajes destacados eran del día de la desaparición, en las que él le escribía: «¿Querida? Thomas está con nosotros ahora mismo. ¿Dónde estás? Llámanos.» «¿Querida? Mamá y yo tenemos miedo.» Después de eso no le escribió más. El siguiente chat era con Thomas, la primera parte eran mensajes que confirmaban lo que él ya me había contado: «Por si no lo viste, te devolví la llave. En realidad, lo que quería conseguir al venir a verte era que todo volviera a estar bien», Hannah no respondió a esos mensajes y Thomas volvió a escribirle al día siguiente hablándole sobre su primera cita, recordando los pormenores que pasaron entonces y me sentí como si estuviera presenciando algo prohibido, aquellos mensajes llamaron la atención de Hannah y un rato después le respondió recordando algunas cosas también, aunque terminó diciéndole «No sigas haciéndote esto, Thomas. Te mereces algo mejor». Thomas siguió insistiéndole, pero ya no le respondió. Los siguientes mensajes correspondían al día de la desaparición: «Hannah, acabo de llegar. ¿Estás bien? Hay alguien que dice que te ha pasado algo.» «¿Hannah? Enseguida estoy contigo». Por supuesto, no había respuesta. Los siguientes fueron, según mis cálculos, poco después de la conversación que tuvimos en la que me confesó todo y en ellos le contaba sobre cómo estaban las cosas, sobre lo que grupo estaba haciendo y, al final le decía que seguía sin entender por qué le envió mi número.