41
Las decisiones difíciles
—Bueno pequeña —dijo Dan.
Terminé de darle el trago al agua, reacomodándome en la silla donde seguía sentada hacía más de diez minutos. Más tranquila, por supuesto. Bastante bien, para mi propia gracia. Los demás, bastante cerca de allí, mantenían la vigilancia de la transmisión porque teníamos la ligera sospecha que Michael no volvería, al menos no esa noche. En el poco tiempo que había pasado ya se habían hablado muchas cosas, con un optimismo que ni yo esperaba ver, incluso salió a mención la idea de irnos a la comisaría. No iba a dejar a Jake, era la única respuesta que yo podía ofrecerles.
—¿Estás bien? —pregunté.
—Hasta ahora —dijo, encogiendo los hombros y tras un momento añadió—: He hecho estallar una leyenda que se hizo realidad, es algo que se debe reportar.
—Ahora seguramente te creerán.
—De verdad pensé que me iba a sentir mejor, ahora que ha pasado, pero al menos siento que no regresará.
—Aún no se ha acabado.
—No regresará —repitió—. Está tirado en algún lugar del bosque y está molesto.
Dan se rascó la barba y no dijo nada más, pese a que deseaba que aquello fuera verdad, aun no terminaba para nosotros. Richy y Hannah seguían maniatados ahí, vigilados por una cámara y no teníamos ninguna otra certeza; Alan seguía sin darme una respuesta a los mensajes que le había dejado y no me alentaba mucho, porque de verdad lo necesitábamos.
—Puede que haya estropeado las cosas, en el hospital —murmuró Dan al cabo de un momento y volví a mirarlo.
Lucía de verdad apenado, algo que no iba con él.
—¿Qué quieres decir? —pregunté dubitativa.
—Yo testifiqué en contra de Phil.
—¿De verdad? —dije con una confusión extraña, porque de todas las cosas que Dan podía confesar, aquella no se me hubiera ocurrido en lo más mínimo. Sobre todo porque pensaba que hablaría del tema de la silla de ruedas.
—¡Todo estaba bien! Estaba enojado porque lo dejé abandonado en el Aurora —comenzó a decir, conservando el secretismo entre los dos—. La cita con su hermana. Mis frenos están rotos. Así que llamé a la policía, entonces podría haber contado un poco más. De nuestro grupo y así.
Mantuve la mirada sobre él, todavía esperando a que me dijera que aquello no era más que una broma, pero eso no pasó. Estaba diciendo la verdad y ahora entendía de dónde Alan terminó enterándose de todo aquello de lo que Jessy nos alertó tras su visita a la comisaría. Irónicamente, ahora no sentía rabia ni nada más allá del alivio de por fin ver que algunas cosas que hacían falta terminaban de esclarecerse.
—Lo siento —añadió.
—Está bien —murmuré tras un suspiro.
—De verdad, no quería hacer daño. Solo salió mal.
—¡¿Ha salido mal?! Phil fue encarcelado.
Dan resopló.
—No digas eso. Ellos ya tenían algo contra Phil, estoy seguro de que no lo arrestaron solo por mi declaración.
—Tal vez, pero aun así, una vez tengas la oportunidad, debes arreglar esto.
—Tengo la intención, vamos primero a recuperar a Hannah y a Richy —dijo y sacudió la cabeza—. ¿Hackerboy todavía no ha dicho nada?
—Todavía no. Ya te lo habría dicho.
—Se perdió toda la acción, cuando todo se complicó aquí, allí se fue. Es gracioso de alguna manera.
—No me digas, ¿sigues creyendo que Jake es el secuestrador? Ha tenido buenas oportunidades y creo que darte su arma para que le dispares es tomarse muy en serio el papel —respondí enarcando una ceja—. Hubo un tiempo en que yo también lo pensé, hace mucho tiempo atrás.
—No sin razón.
Thomas se apareció por donde estábamos, obligándonos a cortar con el tema de conversación. Además de eso, se veía preocupado y durante los segundos que se tomó antes de hablar, desee que no lo hiciera, pues sentía que no iba a poder seguir adelante con un solo problema más. La cuestión era que hacía tiempo me había dado cuenta que la suerte no se acoplaba conmigo.
—Tenemos un problema —fue lo primero que dijo Thomas y terminé rascándome la frente—. Ha pinchado los neumáticos de dos de los vehículos. El de Cleo tiene uno pinchado, el mío los cuatro y, el único que ha sobrevivido es el de Jake.
—¿Esto es en serio? —pregunté.
—Sí, iba a calentar el motor de mi vehículo cuando me di cuenta.
—¿Cuándo se supone que Michael ha hecho esto?
—No sé, en algún momento antes de que decidiera entrar a la casa.
—Genial —dijo Dan.
—Thomas, ¿puedes hacer algo al respecto?
—Por el mío no mucho, pero podría cambiar el neumático de repuesto del auto de Cleo.
Asentí, porque era lo único que podíamos hacer. En cualquier caso, tener dos autos disponibles era mucho mejor que solo uno, teniendo en cuenta que éramos un grupo bastante grande.
—Realmente hizo un buen trabajo —dijo Dan y comenzó a moverse, tomando distancia de nosotros—. Necesito un trago. ¿Nos queda algún licor de alta graduación por aquí?