La redención

Capítulo 6

Cole llegó cansado y bastante mojado por la lluvia, llevaba un mes bastante caótico, su prometida vivía poniendo excusas cada vez que intentaba que salieran a pasear o una reunión con sus padres, ni siquiera había aceptado la invitación al teatro que le había hecho.

Y también continuaban los incidentes alrededor de sus negocios, habían asaltado a algunos de sus clientes al salir de los salones de juego.

Estaba cansado.

La casa estaba en silencio, Bart había salido a hacer algunas averiguaciones que él había solicitado. Antoniette había pedido el día libre y no se suponía que hubiera nadie más.

Pero escuchó ruidos, primero maullidos suaves y luego una voz más suave aún.

Se quitó el abrigo y fue tras los sonidos hasta dar con el origen, en un rincón de la cocina, Abigail estaba acuclillada junto a una caja donde había un par de gatitos.

-¿Qué es esto? – preguntó llegando hasta ella y la joven se sobresaltó.

-Yo….estaban en la lluvia. Así que los traje.

-¿Crees que esto es un refugio? Debiste llevarlos a tu casa si tanto te preocupaban, no traerlos a la mía ¿No pensaste que si quisiera animales, los tendría?

-Sólo pensé que iban a morir si los dejaba a la intemperie. Y mi casa no es el mejor lugar para llevarlos, si iba a salvarlos pensé que les convendría una a casa donde sobrara la comida y tuvieran comodidades y espacio. Además son muy buenos para mantener a raya a las ratas.

-No hay ratas aquí – dijo él con tono lúgubre, odiaba a los roedores, había convivido demasiado con ellos en el pasado

-Pero si estos gatitos se quedan, tendría garantías absolutas. Además no comen mucho, y necesitan un hogar – dijo ella mirándolo fijamente.

-¿Y por qué debo ser quien les dé un hogar?

-Porque usted puede- respondió simplemente, como si no se necesitaran más razones, y antes que Cole pudiese responder o hacer algo, Aby tomó un gatito de la caja y lo depositó en los brazos del hombre – Mírelo – insistió.

Él no supo qué hacer, sostuvo torpemente al animalito entre sus manos, entonces fue consciente de varias cosas. De que aquel gatito era un ser vivo, podía sentir el calor  que desprendía el pequeño cuerpito, también pudo sentir las costillas y eso lo golpeó, uno de sus mayores fantasmas era el hambre. Sabía mejor que nadie lo que era. Notó también que el gatito se acomodó con confianza y le lamió la mano. Y por último la mirada clara de Abigail Myrtle Owen que parecía tener una cruzada personal para rescatar seres y la férrea convicción de que él debía involucrarse.

Él sabía que la gente no ayudaba sólo porque tuviera el poder de hacerlo, no era tan fácil. La mayoría de los poderosos pasaba sin mirar, eligiendo ignorar las necesidades ajenas.

Sin embargo, aquella muchachita, a pesar de su dura vida, aún creía  que  con un poco de buena voluntad se podía mejorar el mundo. Estaba tan equivocada, pero él no quería ser quien se lo confirmara.

-De acuerdo, pueden quedarse, pero que no se vuelvan una molestia – accedió a regañadientes y le devolvió el gato.

-Muchas gracias, es una buena persona – dijo ella y él enarcó una ceja.

-Creí que pensabas que era un mal hombre.

-No, creo que a veces se desorienta un poco. Sólo eso – dijo con su impulsiva sinceridad y pareció arrepentirse instantáneamente, pues se mordió el labio.

-Quizás tengas razón, quizás a veces pierdo un poco el rumbo. Si no tienes en claro de dónde vienes suele ser difícil encontrar el camino correcto – sentenció Cole con un tono de voz apagado, mientras su mente se llenaba de oscuros recuerdos.

Iba a retirarse cuando notó que la chica llevaba de nuevo aquellos mitones tejidos , además estaban en bastante malas condiciones. Volvió a acercarse.

-¿Por qué llevas eso de nuevo? – dijo y aproximándose tomó sus manos y quitó el guante mojado. La chica no alcanzó a reaccionar a tiempo y  entonces Cole supo por qué las ocultaba, tenía marcas de quemaduras.

Ella ocultó las manos tras su espalda y él se maldijo en silencio, primero el cabello, ahora esto, estaba condenado a poner al descubierto sus debilidades y avergonzarla.

-¿Qué te pasó? – preguntó aunque era obvio.

-Me quemé, hace mucho tiempo. No son un espectáculo agradable y además a veces molesta si no las  cubro, con el frío y eso…- explicó a medias en voz tenue.




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