La redención

Capítulo 8

Un par de días después, fue Abigail quien se enfrentó a un contratiempo. Cuando llamaron a la puerta de la mansión creyó que era algún invitado de Cole, pero se sorprendió cuando la mujer en el umbral dijo buscarla a ella.

-¿Eres la hija de la lavandera, verdad?-Me dijeron que trabajaba aquí.

- Sí, soy yo- dijo cautelosa, la mujer se veía bastante alterada.

-¡Me arruinó mi mejor vestido!

- Mi madre no haría eso, es muy cuidadosa con su trabajo.

-Cuidadosa o no, lo arruinó y es una prenda muy cara. Le dije que me lo recompensara, pero dice que no tiene dinero, ofreció pagármelo poco a poco, pero eso es inaceptable. Estoy segura que tú podrás solucionarlo.

-Si me dice cuánto es el costo, se lo pagaré- dijo calmadamente. La mujer le dijo una suma y Abigail  quedó estupefacta.- ¡Eso es mucho dinero! Dudo que el vestido cueste tanto.

-¡¿Me llamas mentirosa?! Pensé que serías más razonable, pero ya veo que no. No tiene caso tratar con gente de su calaña. Pero todo el mundo se enterará de esto, que tu madre es una estafadora, no podrán a volver a trabajar aquí. Y si no me pagan iré a la policía, tengo un hermano que trabaja allí. Estoy segura que pueden encargarse de resolver esto.- dijo la mujer y amagó con marcharse. Aby la detuvo por el brazo, aunque estaba convencida de que era una acusación falsa, no podía dejar que esa mujer difamara a su madre o las involucrase con problemas con la ley.

-Espere, por favor – dijo sosteniéndola.

-¡Suéltame!

- Voy a pagarle, sólo deme tiempo.

-¿Tiempo? ¡Arruinaron mi precioso vestido! ¡Compénsamelo ahora!

- Por favor, se lo ruego – dijo Abigail desesperada y lo único que se le ocurrió fue arrodillarse delante de la mujer, sabía que eso satisfacería a alguien como ella. Estaba inclinándose cuando la levantaron bruscamente.

-¿Qué crees que haces ahora? – preguntó Cole mientras la levantaba con firmeza.

-Me disculpo- musitó ella.

-No creo que debas hacerlo.

-¡Claro que sí! – chilló la mujer pero la mirada dura de él la hizo bajar el tono de voz- Estoy reclamando lo que es justo, mi dinero.

-¿Dinero, eh? Todo esto es por dinero. Bien, aquí tiene – dijo él sacando una buena cantidad de billetes y arrojándoselo a la mujer- Y no vuelva a molestarlas o seré yo quien llame al Jefe de Policía y la acuse de agresión y de meterse en mi propiedad. Ahora váyase – ordenó con ferocidad y la mujer tras recoger los billetes se marchó.

Cole llevó a Abigail al interior.

-No tenía que interferir- dijo ella con los ojos llorosos.

-¿Esa maldita tenía razón?

-No , no la tenía. Pero era mi problema.

-En la puerta de mi casa.

-Y me disculpo por ello, pero iba a arreglarlo.

-¿Arrodillándote? ¿Y tu orgullo?

-No es importante. Mi madre me importa más, y además ponerme de rodillas no me matará, aunque me humille, mañana será otro día y eso no habrá cambiado nada. Seré la misma Abigail si decido serlo, uno decide el peso que significan ciertas experiencias. Hay cosas en verdad terribles e imborrables, si arrodillarme dejaba en paz a esa bruja, no era un precio tan alto.

-Pues preferiría que no lo pagues, no por gente así.

-Gracias por impedirlo, entonces. Y ahora le debo todo ese dinero a usted.

-No voy a cobrártelo, no lo hice por eso.

-Pero yo no quiero estar en deuda.

-¿Qué diablos tienes en la cabeza? Me gritas porque evité que te arrodillaras y te enfadas porque te ayudé. Me obligas a adoptar gatos, bajar cometas, pero ¿no puedo ayudarte a ti?

-Es distinto…- dijo ella.

-Explícame, porque juro que hasta hace unos instantes pensé que había hecho mi buena acción del día y de pronto soy el villano.

-Sólo es  distinto – dijo ella porque no podía explicarle que no le importaba arrodillarse o rogar misericordia, pero que sí la hería  que él lo hubiese presenciado y la hubiese ayudado. No podía explicárselo a sí misma, menos a él.-Se lo pagaré- insistió tercamente.

-De acuerdo, hazlo. Habla con Bart y dile que te lo descuente en porcentajes de tu salario, haz con él el acuerdo que más te convenga y si puedes, págame los intereses.- dijo enfadado y la dejó parada sola en el salón.




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