La redención

Capítulo 10

Cole había dormido muy mal, había tomado un par de whiskys para quitarse el mal humor que tenía, pero aún así sus sueños habían estado llenos de oscuros presagios, como si corriera por un callejón miserable y sin salida, como si corriera eternamente sin encontrar una luz que lo alumbrara.

Estaba revolviéndose dormido cuando una voz lejana lo despertó sacándolo de aquellas pesadillas, alguien cantaba.

Se levantó y se puso una pesada bata , luego salió semidormido, buscando aquella voz.

Quien tarareaba era Abigail que estaba limpiando la barandilla de la escalera y estaba muy ensimismada en su trabajo mientras cantaba dulcemente.

Se detuvo a mirarla y ella se volvió hacia él.

-¿Lo desperté? – preguntó y Cole asintió con un movimiento de cabeza- Lo siento, no me di cuenta que cantaba en voz alta- se excusó ella.

-No, está bien. De hecho, gracias – respondió y  volvió a su habitación.

Una vez que se vistió, Cole se quedó pensando un momento. Tenía tiempo libre y no estaba muy seguro qué hacer.

¿Qué hacía la gente común para divertirse?

El campo no era opción, usualmente andaban en paseos a caballo y cazaban, no le gustaba ninguna de las actividades, había aprendido a montar de grande y siempre se sentía inquieto, nervioso, y los animales lo percibían. Tampoco se llevaba con la cacería, siempre estaba más identificado con el animal perseguido que con el cazador.

Era temprano para ir a visitar los salones de juego, no tenía humor para alternar en los clubs con los hombres de la alta sociedad para hablar sobre negocios y naderías. Y mucho menos humor para mujeres.

Hacía tiempo que había dejado las peleas, a pesar de que seguía ejercitando su cuerpo.

No le quedaba mucho por hacer, así que llamó a Bart para que le informara sobre las cuestiones cotidianas de su hogar tales como la búsqueda de un nuevo proveedor de víveres

-¿No tiene nada qué hacer, verdad? – preguntó su hombre de confianza con cierto grado de diversión.

-No, la semana que viene si tengo que ocuparme de varios negocios, pero me temo que tengo un par de días libres. Una novia lejos y muy pocas posibilidades de entretenerme legalmente.- dijo frunciendo el ceño y Bart rió con ganas.

-¿Qué tal si empieza por desayunar? Quizás con el estómago lleno pueda tener una perspectiva menos lúgubre.

Cole le hizo caso, pero apenas vio aquella mesa larga donde debía sentarse a desayunar, solo, volvió a sentirse mal, así que se dirigió a la cocina.

-Desayunaré aquí – anunció a las sorprendidas Antoniette y Abigail- e inmediatamente percibió el dulce aroma que invadía el lugar- ¿Qué es? – preguntó mientras se sentaba ante la sencilla mesa para seis personas que había allí.

-Galletas. Antoniette me está enseñando a hacerlas. ¿Quiere una? – respondió Aby y tomando una de la fuente se la alcanzó. El corazón de Cole se aceleró mientras recibía la galleta, el viejo recuerdo de la niña aleteó en su memoria y de pronto se sintió en paz.

Tanto que le dio un buen mordisco sin darse cuenta que la galleta aún estaba caliente.

-¡Diablos! – se quejó y Abigail rió.

- Está caliente aún, acabamos de sacarlas del horno.

-Ahora lo sé.- dijo molesto. Aby le alcanzó un vaso de leche fría y tomó otra galleta, la sopló para enfriarla y se la alcanzó- tenga cuidado esta vez.

La galleta era deliciosa, el ambiente de la cocina cálido y con Antoniette y Abigail charlando y conversando no había lugar para la soledad. Cole se vio invadido por una inusual sensación de bienestar.

Volvió a la cocina para almorzar y para cenar,  la primera vez ,Antoniette lo miró censuradora.

-¿Qué está haciendo aquí? Se supone que va a casarse pronto, ¿cree que a su futura esposa le gustará que se acostumbre a comer aquí?

-No me he casado aún y dudo que porque lo haga un par de días me acostumbre, cuando Victoria sea mi esposa comerá conmigo en el comedor, ahora trae la comida antes que se enfríe y siéntate a comer – indicó Cole y la mujer soltó un bufido pero obedeció.

Los cuatro comieron tranquilamente y  Abigail no pudo evitar desviar su mirada cada tanto para observar a su patrón, había algo distinto en él cuando estaba allí, algo que lo hacía menos duro, incluso su forma de molestar a Antoniette o sus bromas con Bart eran relajadas, como si se hubiese dado una tregua a sí mismo.




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