Cuando entraron a la mansión, Abigail fue la primera en verlos llegar y lanzó una exclamación, tapándose la boca inmediatamente después.
-Estaré en el estudio – dijo Cole y pasó junto a la joven que clavó su mirada en las heridas del hombre.
-De acuerdo, ahora voy – dijo Bart y cuando su Jefe se alejó, la joven fue directo hacia el hombre.
-¿Qué pasó? ¿Están bien?
-Sí, sólo era algo que debía solucionar antes que se fuera de las manos.
-¿Y lo solucionó?
-Eso espero, muchacha, eso espero – respondió no muy convencido, se suponía que Jeffrey Malone dejara de molestar, pero dudaba que fuera a cejar en su encono- debo ir a curar a ese muchacho.
-Bart…- lo llamó ella y el hombre no necesitó preguntar qué quería.
Cole se sentó a medias sobre el escritorio, estaba más calmado, pero temía que aquel arrebato suyo fuera a complicar las cosas, había visto el odio puro en los ojos de su contrincante y que lo atacara a traición era una señal clara de que pensaba seguir desafiándolo.
Al abrirse la puerta se llevó una sorpresa, no era Bart, sino Abigail quien venía cargando un pequeño cesto.
-¿Y Bart?
-Yo lo curaré- dijo ella sin dar más explicaciones.
-¿Qué haces aún aquí? Deberías estar en tu casa hace horas.
-También usted debiera haber vuelto hace horas, estábamos preocupadas con Antoniette después de ver salir a Bart tan apresurado, y no quise irme.- contestó mientras se acercaba a él. Apoyó la cesta al lado y también la botella de Whisky.
-¿Y eso?¿Vas a emborracharme?
-Para desinfectar, no había otra cosa. Me temo que ha descuidado ese aspecto, si va a andar peleando debería tener un botiquín bien surtido.- le reprochó y luego de untar una gasa en el alcohol se acercó y le limpió el corte junto al labio y al lado de la ceja.
-¡Auch!- protestó él .
-¿El otro quedó pero que usted?
-Si-dijo casi divertido
-No pienso felicitarlo.
-No esperaba que lo hicieras, pajarillo – dijo intentando no pensar que Abigail estaba entre sus piernas abiertas, parada en puntas de pie y extremadamente cerca de él.
La chica hizo un mohín de fastidio y se alejó unos pasos.
-Quítese la camisa – ordenó firmemente y Cole elevó las cejas , lo que le recordó que tenía un corte justo allí.
-Eres demasiado osada para tu propia seguridad.
-Tiene un corte, veamos cuan profundo y deje de hacerse el remilgado – dijo señalando la mancha de sangre en su camisa.
-Eres tú quien debiera ser un poco más remilgada, muchacha – dijo y ella lo miró fijamente. Cole se quitó la camisa.
-¿Duele mucho? – preguntó ella examinando el corte.
-No, no mucho. He tenido peores- dijo y aunque ella intentaba no mirar, alcanzó a distinguir otras marcas en el torso masculino. Afortunadamente el corte no era profundo, lo limpió concienzudamente, le puso un emplasto y luego lo vendó.
-Listo – dijo pasándole una camisa limpia que traía en el cestillo.
Cole se puso la camisa y mientras ella acomodaba las cosas le habló suavemente.
-Perdón, por lo de la otra noche – dijo y la chica levantó la mirada sorprendida- Yo sólo quería asustarte, eres una imprudente que no sabe hasta dónde acercarse. Aún así me disculpo.
-Lo sé- dijo ella.
-¿Qué haces Abigail?- preguntó él refiriéndose al comportamiento de la joven, era tan segura, tan digna, tan fuerte a pesar de su fragilidad que lo conmovía. Mientras lo curaba tan gentilmente había sentido que el corazón se le expandía, que se le inundaba de un anhelo que ni siquiera podía nombrar. Y que mientras curaba sus cortes y golpes, curaba también algo más profundo en su interior
-Esa noche, y ahora, sólo estaba preocupada y quería cuidarlo – dijo ella y sus ojos reflejaban tanta sinceridad y emociones que Cole no pudo evitarlo. La tonó con un brazo por la cintura, la acercó a sí y la besó con mucha delicadeza. La chica no se resistió, sino que se acomodó contra él y posó su mano en el cuello. Apenas la intensidad de la caricia empezó a aumentar, Cole se frenó y la apartó.