Cole entró entusiasmado a la mansión cargando una gran caja.
-¿Dónde está Abigail? – le preguntó a Antoniette entrando a la cocina.
-Se fue a pulir los cubiertos de plata, pero dijo que lo haría afuera para disfrutar el aire.
-¿Es algo tan esencial pulir la plata? De verdad creo que debería contratar a alguien más.
-Ni se le ocurra – advirtió la francesa y él la miró sorprendido.
-No quiero que ella trabaje tanto.- se explicó.
-Ella viene cada día aquí porque es su trabajo, al menos eso le dice a su madre. Y esa muchacha necesita un trabajo, si la desplaza, irá a otro lado, ¿acaso le gustaría?
-No, no era esa la idea.
-Entonces, déjela. A menos que pretenda hacerla su esposa, no se le ocurra ofrecerse a mantenerla o algo por el estilo- lo regañó mientras agitaba un cucharón de madera y Cole frunció el ceño, pues ,lo que ella decía, era verdad.
-¿Puedes llamarla que tengo algo que decirle? ¿O también tienes algo que decir sobre eso? – preguntó y la mujer desvió la mirada hacia la caja que él sostenía
-Ya la busco.
Poco tiempo después, regresaron las dos. Antoniette tomó la cubertería y empujó levemente a la joven hacia Cole que la esperaba en el salón.
-Ven, tengo algo que decirte, mejor dicho hacerte una invitación – dijo él invitándola a sentarse en uno de los sillones de pana oscura.
-¿Una invitación? – preguntó cautelosa, él estaba siendo demasiado formal.
-Sí, hoy cuando fui al banco me enteré que el sábado estrenarán Sueño de una noche de verano en el Teatro Royal, y compré las entradas para que vayamos.
-¡Ohhhhh! ¿De verdad? – exclamó sorprendida.
-Imaginé que te gustaría ir, y a mí también. Me gustaría ver la obra de teatro que nos leíste.- dijo él sonriendo levemente.
-Me encantaría, pero…el Teatro Royal, no creo que sea un lugar donde yo pueda ir.
-Oye, pajarillo, si yo puedo ir, tú puedes. Y ya te dije que compré las entradas. Es una función temprano porque luego se hará una cena de gala en casa de un noble, uno que es el amante de la actriz principal, pero obviamente a esa cena no estamos invitados – dijo y notó que estaba empezando a hablar mucho cuando estaba ansioso, como ella.
-Cole, me encantaría, pero…-insistió e hizo un gesto vago hacia ella misma.
-Abre esa caja – indicó Cole , señalando el paquete grande que había junto a ella. La chica lo hizo y empezó a salir una maravilla tras otra.
La caja contenía un vestido bellísimo, color verde oscuro de organza y seda, un abrigo de terciopelo , un tocado, unos preciosos zapatos e incluso unos delicados guantes de gamuza. Todas eran prendas carísimas y exquisitas. Abigail lo miró entre maravillada y espantada.
-Yo no puedo aceptar esto, no puedo.
-Sólo por esta vez, pajarillo. Vamos, acompáñame al teatro, disfrutemos y olvidemos todo. Tengamos nuestra propia velada mágica, como si fuera un sueño.
-Ya deja de negarte y acepta – intervino Antoniette que, obviamente, había escuchado a escondidas.- Me muero de ganas de verte vestida con eso.
-También yo- dijo Cole con un tono de voz seductor y la joven se dejó llevar.
-De acuerdo, acepto tu invitación. Aunque Cole…
-¿Si?
-Las invitaciones se hacen antes y luego se compran las entradas, ¿sabías?
-Prefiero mi estilo, pajarillo. – contestó sonriendo mientras ella acariciaba las telas de las prendas que estaba admirando.
El día indicado, Cole estaba esperando ansioso que Abigail fuera a su encuentro. Estaba tan ansioso que sentía que su propia ropa de gala, lo estaba asfixiando.
Antoniette se había llevado a la muchacha para ayudarla a vestirse y peinarse, y él estaba gastando el piso de tanto caminar de un lado hacia el otro.
-Cole…- susurró Aby suavemente y al levantar la vista, quedó pasmado. Mucho tiempo antes, había descubierto lo bonita que era, pero con aquella ropa, el delicado tocado sobre sus cabellos cortos que se ondulaban algo caprichosos, y el suave maquillaje que había aplicado la francesa, era simplemente preciosa. Casi como si perteneciera a la corte feérica de la Reina Titania.