La redención

Capítulo 22

Durante los días siguientes, Cole, Bart , los abogados y toda la gente que trabajaba para él  se dedicaron en cuerpo y alma a limpiar su nombre y calmar los rumores. Y en ese tiempo, Abigail se encargó de que comiera lo suficiente y durmiera las horas necesarias. También le leyó para distraerlo e incluso un día prácticamente lo arrastró al parque para un picnic.

Y él se relajó, dejó que ella  lo contuviera y lo cuidara, disfrutó ver los esfuerzos de Abigail por animarlo y se prometió a sí mismo salir fortalecido  para ser quien cuidara de ella para siempre.

Cuando la calma parecía retornar, se vio en medio idea nueva tormenta. Una mujer llegó hasta la puerta de la mansión reclamando tener un hijo suyo.

Si él quedó azorado cuando anunciaron la visita y la mujer se presentó con un niño de unos cinco años, peor fue la sorpresa que se llevó Aby. Llevaba a uno de los gatos en brazos y quedó congelada en su lugar al escuchar el anuncio que hizo la mujer.

Cole la observó un segundo a su pajarillo , sus grandes ojos estaban  llenos de pena y decepción.

-Antoniette llévate a Abigail, por favor. Bart, lleva al niño a jugar afuera, mientras hablo con la señora en mi estudio- dijo Cole y su voz sonó áspera. Lo cierto era que apenas podía controlar la furia  que bullía en su interior.

Pero había un niño presente y él mejor que nadie sabía lo frágil que era el espíritu infantil, si levantaba su tono de voz o actuaba impulsivamente el niño saldría herido.

Guió en silencio a la mujer hasta  la biblioteca, tras entrar y cerrar la puerta, la enfrentó.

-Ahora quizás puedas explicarme como puedo ser el padre de tu hijo si es la primera vez que te veo en mi vida- dijo y la mujer pudo percibir el aura amenazante de Cole. Instintivamente retrocedió hacia la puerta, pero él se le acercó y la hizo sentarse.

Fue una conversación larga, y cuando la mujer salió  se le notaban rastros de haber llorado.

Bart la acompañó a la salida y luego entró a ver a su jefe.

-¿Está todo  bien?

-Sí, aunque luego deberemos contactarla. Y me temo que nos costará bastante dinero.

-Si se puede arreglar con dinero, supongo que no es un problema.

-Ahora que tengo mucho, es lo menos importante. Creí que estabas con el niño, ¿se asustó?

-Antoniette se encargó de él, yo no soy muy bueno con los niños.

-¿Y Abigail? – preguntó Cole alarmado. Y su nerviosismo creció más al no obtener una respuesta inmediata- Bart, ¿ella se fue?

-No, está esperándolo – respondió finalmente y Cole salió apresurado del despacho para encontrar a Abigail sentada en las escaleras. Se la veía tan frágil que quiso correr a abrazarla, pero algo en la mirada de ella lo detuvo, estaba herida. Entonces notó la forma en que estaba sentada, abrazándose las rodillas, como si se protegiera, como si intentara ser valiente cuando no lo era. Se le acercó despacio y se sentó a su lado.

-No es mi hijo.

-¿Estás seguro? – preguntó ella.

-Sí.

-Puede pasar, quiero decir…y no me molestaría si tuvieras un hijo, pero…

-Estoy seguro porque no conozco a esa mujer. Sabes que no he tenido una vida de santo – dijo y se sintió muy avergonzado, era muy extraño que poco tiempo atrás se hubiese exhibido con una de sus amantes delante de Aby y que ahora eso fuese una tortura. Era extraño como el papel de alguien en nuestra vida podía cambiar tanto en tan poco tiempo- pero a pesar de eso, recuerdo a las mujeres con quienes me acosté. Y siempre he sido muy cuidadoso, me abandonaron, así que lo último que haría sería dejar un hijo abandonado. Estoy seguro que no tengo hijos dando vueltas por allí, créeme.

-¿Seguro? – dijo ella levantando la mirada hacia él, por primera vez.

- Si alguna vez tengo hijos, quiero que se sientan amados y protegidos, no que sean fruto de un accidente o que se pregunten por qué existen – dijo pensando en sí mismo.

-¿Te gustaría tener hijos? – preguntó ella.

-Sí, alguna vez.

-Tengamos muchos, entonces, me gustan los niños – dijo ella sorprendiéndolo. Tenía ese talento para desconcertarlo.

-Muchos – musitó él y ella le sonrió ligeramente, como un leve rayo de sol asomándose entre un cielo oscurecido.




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