La redención

Capítulo 24

Cole mantuvo su palabra, no buscó el enfrentamiento directo con Malone, pero comenzó otro tipo de batalla. Empezó a perseguirlo de la misma manera que el otro había hecho, se dedicó a obstaculizar sus negocios, a desenterrar sus trapos sucios y a demostrarle que podía jugar ,tan bien como él , aquel maldito juego.

 En aquellos días  estuvo tan ocupado  que tuvo poco tiempo para dedicarle a Abigail, además quería resolver aquel conflicto antes de pedirle casamiento.

Y cada vez que él no volvía  a almorzar o demoraba en regresar, Aby temía que algo le hubiese sucedido.

Aquella noche había tormenta y Cole no volvía, la joven no aguantó la impaciencia y  salió a esperarlo.

-Entra o te enfermarás- insistió Antoniette y ella se negó.

-Estoy bien abrigada – dijo señalando la gruesa capa que había usado para cubrirse.

-Dime niña, ¿qué crees que hará ese hombre si te enfermas, eh? No llegará más rápido si estás aquí – dijo y eso la convenció. Sin embargo, al día siguiente, la lluvia fría hizo mella y terminó afiebrada y con un Cole bastante preocupado.

-¿Cómo se te ocurrió estar bajo la lluvia? – la increpó cuando la sintió estornudar y comprobó que estaba con fiebre.

-Demorabas…- respondió ella.

-Bart fue por el médico, luego de que te vea,  irás a tu casa a descansar.

-Cole, estás exagerando, no necesito ni un médico, ni ir a casa. Me repondré pronto.- dijo algo inquieta y Cole recordó algo que ya había olvidado, cuando no tenías dinero uno le restaba importancia a la propia salud, y  la atención médica era un lujo. Él tenía muchas cicatrices  en el cuerpo que hablaban de curarse solo como un animal callejero.

-Medico, remedios y descanso- dijo implacable frunciendo el ceño, estaba decidido a cuidarla. Aquel dinero que había acumulado en forma casi revanchista, por fin tenía un propósito noble, asegurarse que Abigail no pasase por ninguna necesidad, nunca más.

Si el doctor se sorprendió de que lo llamaran a aquella mansión para atender a una sirvienta, lo disimuló.

Efectivamente era solo un resfriado, además de un remedio, el médico le aconsejó que se asegurara de ingerir muchos alimentos frescos para fortalecer su constitución.

 Aby se rió de aquella recomendación y aseguró ser fuerte como un toro, pero Cole la envió a su casa para que descansara un par de días y tan pronto regresó la recibió con una cantidad excesiva de frutas y verduras para que comiera.

-Antoniette, esto es demasiado…- dijo ella cuando la mujer le presentó una variedad de platos y le entregó el mensaje que había dejado su jefe para que comiera.

-Te dije que era mala idea esperarlo en la lluvia – dijo la francesa- Y no estaría mal que estuvieras menos delgada. La verdad que no sé de dónde sacas tanta energía

-Soy un pajarillo recuerdas, ¿has visto alguno que coma grandes cantidades?

-Tú, porque en esta pelea estoy del lado del jefe.- dijo la mujer y Aby hizo una mueca de disgusto- Vamos niña, come. Que necesitarás todas tus fuerzas si quieres manejar a ese hombre.

Abigail dejó de discutir y comió , ella no quería preocupar a Cole Bayley, quería ser quien le diera fuerzas y apoyo. Quería mantenerlo a salvo, sin rastros de oscuridad.

Y en su afán de protegerse mutuamente, ninguno de los dos pensó  que había más gente involucrada en aquella relación y que no la veían de la misma manera.

Pocos días después, cuando llegó a la mansión,  le anunciaron a Cole que alguien lo esperaba en su despacho.

-¿Alguna otra madre de un supuesto hijo?

-En realidad es una madre, la de Abigail .Dijo que quería hablar contigo y la hice pasar a tu despacho – dijo Bart y por alguna razón que le hablara informalmente lo preocupó, el hombre sólo volvía a  hablar de aquella manera cuando algo le parecía importante. En un gesto casi inconsciente , Cole se acomodó el cabello y la ropa, y luego entró a su despacho para recibir a su invitada.

La mujer se puso de pie al verlo entrar y él se sintió incómodo, no había esperado que su primer encuentro fuese así.

-Soy Beatriz Owen – se presentó la mujer.

-Lo sé, Sra. Owen, siéntese por favor- dijo luego de saludarla  con una confusa reverencia luego de darle la mano, estaba muy nervioso- Sé que debí ser quien la visitara primero, lo siento mucho. Siéntese por favor. ¿Quiere una taza de té?




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