La Redención de la Bestia

Capítulo 6: Bienvenida y ¿Adiós?

JULIA

—Se lo que has hecho —recorre mi cuerpo con la mirada.

—¿Perdón?

Intento mantener la compostura, pero inevitablemente me pierdo en una cortina de inseguridad y temor. Parecía que fuera donde fuera, nunca conseguiría escapar, siquiera de mi misma.

Una sonrisa perversa se dibuja sobre su rostro, un ligero calor se apodera de mi rostro y siento una pequeña gota de sudor recorrer mi espalda pese a que la habitación se encuentre bien acondicionada.

Mi boca se mueve y algunos sonidos apenas logran salir de mi garganta. Su mirada está llena de suficiencia y oscuridad. Al igual que esta su aspecto y facciones parecieron haber sido creadas para promover el temor en las demás personas, pero hay algo que de alguna forma me hace empatizar con él y no es solo el hecho de que comparta la misma condición que el abuelo.

Asumo que el origen de esta sensación se encuentra en los ojos grises y escasos de viveza, similares a los que alguna vez vi en el espejo y que ahora me observan expectantes de una respuesta o reacción que vaya más allá de los balbuceos.

—Disculpe señor… —se detuvo cuando recordó la petición de Cedric—. Perdón Magnus, pero no sé de qué habla.

—¿Magnus? —inquiere molesto—. Quién demonios te crees para hacer uso de mi nombre cuando eres una empleada más, una que por lo visto no durara mucho tiempo.

—Eso lo evaluara su tío, en cambio, le sorprendería saber que tengo una gran capacidad de resistencia —añado y trago duro. Me siento conforme y me doy palmaditas por la manera en que sobrellevo la conversación, puede que con el tiempo aprenda a no romperme.

—Si me imagino —añade con socarronería—. Acostarse con el viejo no debe ser trabajo fácil ¿es así como conseguiste el empleo?

Respiré profundo y uní mis manos adoptando una de las posiciones que alguna vez vi utilizar a mi abuelo en esas fotos donde lucia su uniforme de militar y terminé adoptando. Podía resistir, ya había hecho todo por ellos una vez, podía volver a hacerlo.

—¿Eso es lo que he hecho? —cuestiono solo para cerciorarme y descartar cualquier posibilidad.

—Es demasiado obvio, Cedric es educado, pero contigo parece demasiado… ¿considerado? ¿jovial?

—¿Por qué insinúa algo así? —mascullo mientras pido por paciencia al cielo.

—Te presentas a esta casa sin curriculum y ya estas instalada con un excelente contrato cuando a la mayoría les toma casi todo un día…

—¿Cómo sabe que no traje mi curriculum? —cuestiono.

—Realmente pensabas que te dejaría permanecer en esta casa sin saber quién eras.

No, pero espero que continúe así. Esa misma noche debía elaborarlo para terminar con el proceso y disminuir la intriga en Magnus. No podía permitirme un hombre como el indagando de más en mi pasado.

—Así que todo se reduce a dos opciones. Eres bruja o muy fácil. Tienes el aspecto de la primera, pero lo dudo.

Estoy indignada y asqueada. Por otro lado, continuo libre de sospechas o acusaciones que lo acercaran a mi verdad, mi cuerpo se relaja y avanzo decidida hacia él.

—¿Qué carajos haces? —escupe.

Sus acusaciones poco o nada me interesan. Insultos he recibido peores, incluso golpes, así que las rabietas de un millonario amargado escondido detrás de una apariencia de adonis no me causan ni cosquillas.

—Asegurarme que este cómodo mientras traen la otra silla —intento acomodar un almohadón delgado en su espalda. La silla que está utilizando es sencilla y puede llegar a ser incomoda, lo sé por qué el abuelo solía utilizar una de esas.

—¡Realmente no entiendes! —atrapa mi brazo fuertemente y hago una mueca debido a la fuerza que ejerce—. ¡No te quiero aquí mocosa, lárgate o sigue sacándole dinero a Cedric, pero no quiero verte!

Me suelto y pienso bien en lo que hare, pero no hay soga que me detenga.

—Yo también quiero muchas cosas en esta vida Magnus, pero como puede ver y muy a su disgusto es algo que tenemos en común. Sobre las acusaciones que hace, déjeme decirle que debería sentirse avergonzado, primero por acusar a su tío de algo así cuando el solo quiere su bien aun con esa actitud y segundo por asumir que soy una mujer fácil. Yo intento hacer mi trabajo, ese es mi único objetivo, asegurarme que usted se encuentre bien.

O por lo menos vivo.

—Y hasta en eso fracasaras —intento no rodar los ojos.

Con las manos moviliza la silla para regresar a su posición cerca de la ventana.

—Aun hace sol afuera ¿no le apetece salir un momento? —sugiero detallando en el hermoso jardín. Asumo que esta habitación tiene la mejor vista, se puede ver cada rincón de este desde aquí.

—Me apetece que te largues.

—Le daré un momento a solas, regresare cuando sea la hora de la cena.

—Ni te molestes en aparecer —refunfuña.

—7: 00 p.m., espero se encuentre listo —aviso dirigiéndome a la puerta.

Una vez afuera me regaño y doy una buena cachetada mental. ¿Estoy loca?




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