La Redención de la Bestia

Capítulo 14: Dolor

JULIA

Mi cuerpo reacciona horas después y me levanto de la cama asustada ante la inmensa oscuridad que se cierne sobre mí. Desesperada busco con las manos los dos gigantescos y gruesos paneles de tela que impiden que la luz entre a mi habitación. Cuando doy con ellas las abro cuanto puedo y el calor de la mañana me tranquiliza.

Siento mi mente en caos y mi respiración es un desastre. Hasta antes de ayer no había vuelto a tener miedo de la oscuridad o sus sombras.

Las lágrimas secas y la sensación pegajosa en mis mejillas me confirman que no fue una pesadilla y realmente me perdí en el pánico de ser encontrada y arrastrada nuevamente a las brasas del infierno.

No me detengo, no puedo hacerlo a un lado como lo he estado haciendo los últimos meses. Pienso en cómo solucionar todo esto, pero la única respuesta directa me lleva a un final catastrófico ya que nada me asegura que no irán por Ben o el abuelo cuando terminen conmigo.

Mis manos se pierden entre las hebras ya desordenadas de mi cabello y no puedo seguir sosteniéndome de pie. Caigo al suelo y hundo mi cabeza entre mis rodillas.

Intento confortarme pensando que nunca me encontraran en la mansión. Se encuentra lo suficientemente lejos y de tener una sospecha lo más probable es que la teoría tocaría los límites de lo absurdo ya que una mujer como yo no tendría nada que hacer en un sitio como este, con personas como ellos...

Unos toques en la puerta me sobresaltan y dispongo rápidamente a abrir, olvidando por completo mi terrible apariencia.

—Julia —saluda Kate cambiando su sonrisa por una expresión llena de preocupación cuando detalla en mi aspecto—. ¿Cariño que te sucedió?

—Estoy bien Kate. Solo tuve una mala noche —añado intentando sonar lo más calmada posible.

—¿Magnus te dijo algo? —cuestiona enfada—. Ese hombre, pensé que finalmente empezaba a progresar, pero…—farfulla y coloca sus manos en sus caderas para sostener una postura impenetrable—. ¿Qué te hizo?

—Kate —capturo su atención —. Magnus no me ha hecho nada.

—¿Entonces? —cuestiona—. ¿Qué te ha sucedido?

—Yo… —tomo aire y centro mi vista en mis pies descalzos. Pienso rápidamente en busca de una excusa —. Ayer fue un día bastante agotador, ya sabes escuchar a Magnus y todo eso, además tengo mi período y los dolores han sido insoportables —miento—. Solo es eso.

—¿Tanto duele?

—Apenas logre dormir —intento mantenerme en el papel.

“Te han dicho que eres mala mintiendo”, recuerdo las palabras de Magnus y Emerson, solo espero que Kate sea incapaz de verlo.

—Lo siento tanto cariño, es terrible —acaricia mi cabello de una manera maternal y debo contenerme para no dejar que otra herida se abra. Ya han sido suficientes en menos de 24 horas —. ¿Te gustaría que hablara con Cedric? Puedo conseguirte unas horas de descanso. Él lo comprenderá

—No. Yo debo ir a trabajar —fuerzo una sonrisa.

—¿Segura?

No puedo permitirme perder el trabajo tampoco. Si mi única solución por el momento es mantenerme escondida y lejos de Ben y el abuelo, me sujetare a ello con todo lo que tengo, aun si así debo convertirme en la mejor amiga de Magnus.

Pero eso no es lo que quieres. No lo ves como un amigo. Los amigos no se besan…

Apenas estos pensamientos se instalan en mi cabeza comienzo a moverme por la habitación con el objetivo de distraerme con mis labores.

— Más que segura —respondo con una pequeña sonrisa falsa.

Kate no agrega nada más, solo comparte una sonrisa en conjunto con un gesto de preocupación.

—Preparare té, hare uno para tu dolor y otro para Magnus.

—Gracias Kate —respondo.

Cuando me encuentro nuevamente sola en la habitación dejo escapar un suspiro y como si tuviera ladrillos por huesos me movilizo al baño. Observo mi reflejo y es peor de lo que creí; marcadas ojeras oscurecen m rostro, los ojos hinchados y marcas de la sabana en mis mejillas. Kate realmente tuvo que creerme, porque mi apariencia va más allá de un dolor menstrual.

Dolor. Tristeza. Preocupación

A parte de esconderme para mantenerme viva, también tengo que esconder este rostro para mantener mi trabajo. No quiero preguntas, ni pensar en el día de ayer. Pese a que hoy es de esos días extraños en que no me apetece hacer nada, decido obligarme a sentirme mejor, aunque sea lo suficiente para tolerar esta jornada.

Me deshago de mis prendas para no seguir lamentando mi apariencia y me tomo unos minutos de más en la ducha, salgo del baño, reviso mi reflejo nuevamente y las marcas han desaparecido pero mis ojos se encuentran todavía hinchados y las ojeras no mejoraron. Sin más remedio busco los miserables artículos a los que llamo maquillaje y me refiero a ellos de esa forma porque lo son, un corrector que alguna vez no necesito brusquedad para obtener un poco de su contenido y una base compacta que solía estar completa y no rota en pedazos.

Hago un milagro con ellos ya que al terminar mi lamentable estado ahora solo se ve como una noche de desvelo y no como si me hubiera gastado llorando. Reviso la hora y de acuerdo a mi horario hace 10 minutos debía estar en la habitación de Magnus, solo espero que al igual que yo, haya decidido quedarse dormido.




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