La Redención de la Bestia

Capítulo 18: Cacería

JULIA

—¿Qué dibujas? —me acerco por detrás para probar mi suerte, pero Magnus cierra el cuaderno demasiado rápido.

—Eres muy entrometida —comenta con una sonrisa burlona.

—¿Por qué no me dejas ver? —pregunto al mismo tiempo que él captura mi mano para besarla.

¿Realmente este es el hombre que me gritaba hace unos meses? ¿Cómo pasamos a esto?

—Estas muy cariñoso —bromeo mientras se desvive acariciando y besando mi mano.

—¿De qué hablas? Contigo siempre soy así —responde ignorando mis deseos de retirar mi mano antes de que empiece y me vea en una encrucijada.

—Magnus ya te dije que no puedes venir —repito por enésima vez en esta semana.

—¿Por qué no? —suelta mi mano —. Tenemos transporte, pague una ridícula cantidad de dinero por esta silla todo terreno y he fortalecido mis músculos en terapia.

Observo con detenimiento al hombre que ha dejado la amargura de su pasado para darse una nueva oportunidad. Para darnos una oportunidad.

Hace dos semanas Cedric resalto que debería hacer uso de los días libres que he dejado acumular por pasar por estar al cuidado de Magnus. Fue algo vergonzoso ya que parece que no tengo una vida más allá de estos muros, lo cual es real hasta cierto punto. Más allá de la verja de la mansión yo estoy muerta.

Me propuso un descanso de su sobrino. Kate y Carmela se unieron y me vi en una encrucijada. Tuve que aceptar. Hoy era viernes y debía marcharme dentro de poco para tomar un tren que me llevaría a la costa para visitar al abuelo y Ben.

—Es un viaje largo —continúo buscando su mano esta vez—. Además, estaré aquí después del mediodía del domingo.

—No quiero que vayas sola —indica—. No es seguro.

—Solo iré a visitar a mi abuelo y mi hermano.

Ese era el otro detalle. Una parte de mí no se encontraba lista de presentarles a Magnus ¿Por qué?

La respuesta es que no sé cómo presentarlo. ¿Novio? Demasiado infantil ¿Amigo? El hombre aquí presente es capaz de explotar ¿Cariñitos? Puaf, cursi incluso para mí.

Si bien es cierto que nos hemos acercado estas últimas semanas y que nuestro afecto ha llegado a largos besos que me han dejado totalmente descolocada y bailando en la órbita de la luna, todavía no definimos un estado para esto.

—Está bien, te dejare ir, pero con una condición —añade derrotado.

—¿Cuál?

—Acompáñame a terapia la próxima semana —propone con lo que percibo como entusiasmo.

De inmediato todas mis alarmas se encienden. La idea de regresar al hospital me atemorizaba por completo.

—Magnus sabes que no puedo hacerlo —tartamudeo soltando nuestro agarre—. Podemos hacer cualquier otra cosa, pero no creo…

—¿Por qué le temes tanto al hospital? —cuestiona y distingo el disgusto que le ocasiona mi respuesta.

—No le temo, simplemente no me siento cómoda y prefiero dejar esta conversación aquí —culmino y trato de alejarme, sin embargo, para Magnus la conversación no ha terminado.

—No lo haremos —insistió llevándome nuevamente a su regazo.

—Cuantas veces debo decirlo, no hagas esto. Te puedes lastimar —resalto. Sería una mentirosa si digo que no disfruto de compartir esta cercanía, pero al mismo tiempo me preocupo. Podría lastimarse y afectar su progreso.

—Cuantas veces debo pedirte que dejes de esconderte —musita.

—Pasos cortos ¿recuerdas? —resalto cuando la intimidad del momento me hace flaquear.

—Es difícil —afirma—. No puedes esconder el dolor y el sufrimiento Julia con una sonrisa y un “está bien” que ni tu misma crees.

—Magnus no lo hagas más difícil por favor —ahogo un suspiro.

—Solo dímelo —pide, pero soy incapaz de pronunciar palabra alguna—. Si no hay motivo vienes conmigo al hospital.

—No es justo —riño.

—Entonces habla conmigo —espeta—. Dime que te sucede, si no tienes que decir entonces no veo porque no puedes acompañarme al hospital

—¿Estas chantajeándome? —inquiero.

—No ¡maldición! —brama—. Pero quiero ayudarte a dar los primeros pasos. Te he hablado de mi

En los últimos días Magnus me puso al corriente de su historia. Parece ser que tuvo una novia, la chica que menciono en sus sueños, y que se arrepiente de lo que le hizo. Luego tuvo que casarse con la madre de Maggie. Me rebelo que este último fue un matrimonio arreglado y que no duro mucho.

Él me está revelando partes, pero sé que hay mucho más. Me ha relatado una historia sencilla y sin muchos detalles en la cual no termino de encajar el momento en que termino de esta forma.

Por otro lado, yo me limite a comentarle sobre Ben y el abuelo, la muerte de mi madre y el pésimo trabajo que realizo mi padre.

—Magnus no creo que sea buena idea —murmullo y evito encontrarme con la tormenta en sus ojos.




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