La Redención de la Bestia

Capítulo 21: Julia & Ava

MAGNUS

—Revisen los alrededores y las grabaciones de las cámaras externas —ordena a uno de los gorilas uniformados que escucha con atención y sumisión cada una de las palabras —. Interroguen a todos los presentes en la casa…

—No es necesario —interrumpe Cedric con el objetivo de resguardar la poca calma que resta ej la casa—. Nadie era consciente de la existencia de esas personas hasta ahora.

—Interróguenlos de forma individual —ignora a Cedric por completo.

En menos de una hora la sala paso de ser el escenario de un secuestro a un jodido cuartel militar repleto de uniformados armados. Los hombres se desplazan por todos los rincones de la casa, detallo en los muebles apilados de la esquina y los equipos tecnológicos por los que fueron sustituidos. Cada aparato y todo uniformado presente maquinan en función a las órdenes del hombre que reparte obligaciones que son captadas como ley divina.

Por el rabillo del ojo distingo como desconectan el cableado del teléfono que Julia había utilizado hace unas horas y reprimo el ser oscuro que habita dentro de mí. Debo guardar mis energías para encontrar a los bastardos que se la llevaron.

Un nudo se afianza en mi garganta al recordar cada maldito segundo del evento, los gritos y el temor. No quería cederle un capricho al tiempo, sin embargo, mi mente traicionera me hacía sentir como si cada segundo fuera minutos u horas. El aire escasea en mi pecho cuando pienso que ella no esta aquí y lo que podría estar viviendo.

—Yo me hare cargo de Allard —avisa Yakov consiguiendo capturar mi atención.

Mi tío suspira consciente de lo que todo esto significa, pero reconozco que este hombre es el único método legal y seguro por el que puedo llegar a ella. Yakov Petrov era los ojos, ley y sangre de esta nación. Desde antes de haber entrado en convenio con el gobierno contaba con un equipo de inteligencia militar capaz de llevar a escombros cualquier organización ya sea criminal o no.

Utilizar mis contactos solo nos llevaría a más problemas, se han añadido más factores a la ecuación y no me puedo dar el lujo de sacrificar a más personas ya que los fantasmas gritan, incluso los vivos en mis sueños. Ya no quiero escucharlos más.

Me carcome la ira y disgusto tener que depender de él, pero si me asegura que podremos recuperar a Julia, tendré que dejar torcer mi brazo.

—Sígueme —indica pasando frente a mi.

Se abre paso por la mansión como dueño por su casa. Durante el recorrido me repito el motivo y su nombre constantemente para no terminar mandando todo a la mierda. El aire de Yakov e incluso su andar me recuerda a su hermano. Me esfuerzo por dejar todo en el pasado, sin embargo, el dolor de una vieja herida es difícil de ignorar.

—Escupe todo Allard, se conciso y preciso —ordena una vez que entramos al estudio de Cedric. —¿Qué es tan importante que para que tu tío interrumpa en nuestras vidas de nuevo?

—Unos hombres armados interrumpieron en mi casa y se llevaron a mi enfermera…—explico con dificultad, no me apetece compartir mas allá de mis necesidades con él.

—¿Tu enfermera? —se burla—. Me haces cruzar el país porque secuestraron a tu enfermera…

—Deja de perder el tiempo —farfullo. —Seguramente ya estas al tanto de todo y con quien estamos tratando.

—Veo que no has cambiado tu actitud, pero no me extraña —añade mientras sus dedos juguetean con una estatuilla del escritorio de mi tío—. Pero es cierto, conozco perfectamente a las personas con las que estamos tratando y no son cualquier grupo Magnus.

Me ahogo en silencio en mi propia preocupación. Recuerdo lo que el abuelo Miller me comento y es motor suficiente para mantenerme firme en mi decisión.

—Y si tu también lo sabes, entonces eres consciente de que existe una alta probabilidad de que la hagan desvanecer si descubren que vamos tras ella Magnus, este grupo ha sido blanco del gobierno desde hace más de dos décadas.

—Entonces será mejor que hagas bien tu trabajo.

Las comisuras de su boca se elevan en algo que seguramente él llamaría sonrisa. Deja la estatuilla en la mesa y se abre paso en mi dirección.

—¿Qué tienes con esa mujer que hace que de alguna forma hayas recuperado el andar y la ciega soberbia que te caracteriza? —cuestiona.

—No te incumbe, pero la necesito de vuelta y viva.

Toma el silencio como aliado en los segundos que inspecciona mi expresión.

—Me juego mucho con esto Allard y no solo hablo de mi equipo y compañía —agrega desviando la mirada —. Pague caro por ayudarte la última vez y, al igual que tú, me rehusó a perder a las personas que quiero.

—Entonces no menciones una palabra sobre el asunto, busca a Julia y terminemos con esto lo más rápido posible.

—Por supuesto que no lo haré y quiero que te quede claro que si hago todo esto es por motivos propios no porque tú lo estas pidiendo.

Me dan igual sus motivos. Solo sé que la necesito a ella. Mi capacidad física es una porquería, lo único que me mantiene de pie y obediente al bastón en mi mano es la posibilidad de recuperarla.




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