La Redención de la Bestia

Capítulo 23: Oscuridad

JULIA.

El tiempo vuela y para el cabo de 30 días o eso creo, mi herida ha cicatrizado en su mayoría.

No he regresado al club, Hans me ha mantenido en la habitación durante todo este tiempo y tengo prohibido abrir las cortinas o acercarme a las ventanas. Durante todo este tiempo mis días se han reducido a esperar su llegada. Me es imposible controlar la ansiedad que se apodera de mí cada vez que el reloj marca las 10:00 p.m. ya que es la hora en la cual usualmente se aparece.

Mentiría si dijese que no ha habido más problemas. Hay días buenos y malos, días en los que Hans solo aparece para arrancar otro pedazo de mi dignidad y humanidad con sus asaltos nocturnos.

Mi cuerpo dejo de pertenecerme hace un tiempo y lo único que puedo hacer es mantenerlo limpio y curado luego de los días malos en que Hans desquita parte de su furia conmigo. Antes de escapar solo me había lastimado una vez, pero desde entonces, el número aumenta junto a las tonalidades de morados que adornan mis extremidades.

—Señorita aquí está la comida —anuncia la sirvienta que Hans asigno para cuidarme. Por susurros logre enterarme que se llama Ivanna. Por su aspecto podría decir que tiene mediana edad o un poco menos —. Hoy hay estofado, vi que le gustó mucho la última vez así que pedí que hicieran un plato más en la cocina —susurra esperando una respuesta que claramente no saldrá.

No si quiero conservarme viva. Si quiero mantener al abuelo y Ben vivos y lejos de esto.

Asiento y señalo la mesa donde dedico algunos minutos a las comidas. Me levanto con un poco de dificultad puesto que anoche Hans no se encontraba de humor por asuntos relacionados a los negocios y en lugar de desquitarse con los responsables lo hizo conmigo.

—¿Necesita que traiga el botiquín de primeros auxilios? —cuestiona mientras retira la silla para que pueda sentarme. Niego con la cabeza y con lentitud ingiero los alimentos bien preparados.

Me repito que debo esforzarme por cumplir, tengo alimentos, un techo y esta habitación. Cualquier lugar es mil veces mejor a la habitación cerca de las calderas en el sótano del club. Mi regreso a ese sitio solo significaría algo y es que además de ser de Hans, pasaría a ser del club, exactamente de cada alimaña y asqueroso hombre en el club. Siento nauseas solo de pensarlo.

—¿Señorita se siente bien? —inquiere Ivanna mientras espera a que termine de comer mis alimentos. Debe retirar todo, incluyendo los platos de porcelana ya que estos podrían convertirse en un arma.

Asiento a la pregunta de Ivanna e intento seguir hasta terminar con todo. Algunas veces Hans pide que no suban mi cena así que no puedo darme el gusto de desperdiciar comida.

Ivanna finalmente se retira con los platos, pero apenas cruza la puerta corro hacia el baño y devuelvo todo lo que acabo de comer. Termino agotada y apoyo mi cabeza cerca del lavabo del cual me sostengo para levantarme, inmediatamente enjuago y cepillo mi boca. Apenas puedo mantenerme de pie así que termino rápido, pero cuando consigo ponerme firme logro ver al hombre que el espejo refleja detrás de mí.

Mi garganta es obstruida por el miedo así que solo volteo e instalo mi mirado en un rincón cualquiera. Pasan los segundos hasta que nuestras respiraciones son lo único que se escucha en la habitación. Pienso que puedo evitar la situación saliendo del baño, lo cual consigo, pero no llego demasiado lejos ya que mi cabello es tomado con fuerza haciéndome soltar un minúsculo alarido.

—Mi hermano dijo que el gato te comió la lengua —susurra en mi oído—. Veo que es cierto —continua y vuelve a halar mi cabello.

Mis manos se aferran a su muñeca con el objetivo de removerlo, pero es inútil. De un momento a otro, y de forma desconcertante, la respiración de Teron se vuelve más pesada y cercana a mi cuello, su mano suelta mi cabello y sus brazos me apresan en algo que podría ser un abrazo, pero al tratarse de Teron podría ser una maniobra para lastimarme o finalmente matarme.

—No debiste hacerlo Julia —susurra en mi oído—. Hans nunca te lo perdonará, te retendrá aquí, presa de sus arranques de impotencia y deseo.

No me agrada para nada el camino que puede tomar esta conversación. Podría ser Hans quien se encontrará presionando mi cuerpo y no sentiría el temor que me escuece el pecho y estrecha mi garganta en estos momentos. La situación es esta, las reacciones de Hans son predecibles y con el solo tienes dos opciones: o te comportas o pagas, aunque últimamente hacía de ambas, pero nada más, mientras que Teron es oscuro, un maniático impredecible que en cualquier momento podría sacar una navaja para terminar con total indiferencia con mi vida.

Es por eso que todo mi cuerpo se encuentra temblando en estos instantes y asumo que lo percibe ya que sisea en mi oído.

—Tranquila, no te hare daño. No por el momento —siento su aliento sobre mi piel y el pánico se apodera inmediblemente de mi—. Solo quiero confirmar una teoría.

Y es cuando la primera lagrima cae. Mi subconsciente quiere convencerme que esto solo es una de sus jugarretas, que desea jugar al ratón y el gato y únicamente debo darle gusto mostrando mi miseria. Eso será suficiente para complacerlo ¿no es así?...

No, no lo es. Las manos de Teron tocan más de lo necesario y batallo. Demonios batallo por escapar, pero el maldito toca mis heridas con fuerza, por lo menos las visible, lastimándome hasta el punto de dedicar mis lágrimas a este dolor.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.