La Redención de la Bestia

Capítulo 26: Voces

2 SEMANAS DESPUES

MAGNUS

Reviso por última vez los documentos esparcidos en el escritorio. Me aseguro de firmar donde es debido y culmino ordenándolos nuevamente.

—Señor Allard yo soy un hombre que se formó con las normas del viejo siglo y aprecio lo que está haciendo, mas no puedo aceptarlo —declara el señor de avanzada edad al otro lado del escritorio—. Solo hemos causado problemas a su familia, nos brindó refugio a mi nieto y a mí y lo más importante, recupero a mi nieta. Lo agradezco, con sinceridad, pero no puedo permitir que lo haga. Yo me hare cargo de ellos, encontrare un trabajo.

—Señor Mills comprendo su situación y su necesidad de querer cumplir su deber, pero Julia no se encuentra estable y lamento decirle esto, pero dudo que alguien le ofrezca trabajo considerando sus condiciones —argumento.

—Piensa que soy un viejo inútil ¿no es así? —añade con un deje de tristeza.

—No señor, su terquedad, lejos de fastidiarme, me demuestra el gran hombre de familia que es —contradigo—. Estoy seguro que haría lo que fuera por ellos, pero por favor acepte. No solo por su salud, sino por la paz de Julia.

Al utilizar a Julia como herramienta final, y espero me disculpe, el señor Mills acepta.

—En ese caso, requiero su firma en este lugar —señalo el renglón donde el señor Mills plasma la firma de tutor.

—Sera difícil, no querrá alejarse de ella, mucho menos cuando ella sigue en cama —expone.

—Yo me hare cargo de él si así lo prefiere.

—Lamento ser una molestia, es solo que no creo ser capaz de decirlo.

—Comprendo.

Nuestra conversación culmina justo a tiempo y Kate interrumpe en la habitación para anunciar la hora del almuerzo. Ella acompaña al señor Mills, mientras yo termino con los pendientes.

Después del rescate, Yakov se aseguró de agilizar el proceso de desplazamiento. Me tragué mi orgullo y tuve que agradecer su ayuda. Cedric tuvo intenciones de pagarle, sin embargo, el solo pidió que cumplamos con nuestra promesa; mantenernos alejados de su territorio.

Su petición no me resulta un problema puesto que lo único que quiero y necesito se encuentra en este sitio.

—Harper llamó —. Cedric entra al estudio sin anuncio—. Quiere los planos listos para el trece del otro mes.

—¿Otra cosa? —ironizo.

—Anótalo, tendras que enviarle los planos que yo hare —resalta.

—¿No me daras el proyecto a mi?

Hace unos días le revele a Cedric mi interes por regresar a la empresa y desenvolverme nuevamente como arquitecto. Este acepto bajo ciertas condiciones.

—No, es demasiado sencillo para tu regreso, tengo otros planes para ti, mientras harás de mi secretaria —se burla mientras lo observo con fastidio—. Además, tú tienes asuntos de los que encargarte —añade refiriéndose a Julia y Maggie.

—¿Ya está todo listo? —cambio de tema.

—Sí, encontré una casa de cuidado cerca de la escuela del niño —expone al mismo tiempo que revisa algunas cartas—. Podrán verse por las tardes y los fines de semana sin problema.

—Bien.

Sin Julia la familia Mills se vera desprovista de sustento alguno. Los estudios de Benjamín fueron interrumpidos y el señor Mills requiere de atenciones especiales debido a su edad. No quiero que Julia se sienta estresada u obligada a trabajar, por lo que he tomado el asunto en mis manos.

—¿Bajaras a comer?

—Dile a Kate que suba la comida —indico y Cedric asiente.

Tomo impulso con el bastón y me coloco de pie. Dejo escapar un ligero quejido e ignoro la ligera punzada en la rodilla mientras camino a la habitación al otro lado del corredor.

Hace unos años era imparable, nadie se atrevía a posarse frente a mi o siquiera mirarme a los ojos. Ahora solo quedaban restos de un hombre que intento mantener completo con el objetivo de no fallarle a ella.

El rescate me desgarro. De acuerdo con el doctor abuse de mi fuerza y recuperación, consiguiendo retrasarla ya que estos últimos días los dolores cesan únicamente con medicamentos.

Lo mejor será que regrese a fisioterapia.

Llego a mi destino y en silencio abro la puerta en busca de su figura. Para mi sorpresa está sentada en uno de los muebles de la alcoba, su mirada está perdida en el ventanal mientras Benjamín lee en voz alta un libro.

—“La permanencia en un lugar en el que cada cosa era un recordatorio de su pasada felicidad se adaptaba plenamente al espíritu de la señora Dashwood” —narraba en voz alta y plena—. “En épocas de entusiasmo, ningún talente podía ser más entusiasta que el suyo…

Ben se detuvo de inmediato para centrar su atención en mí. Alcanzo a leer el título del libro, Juicio y Sentimiento de Jane Austen antes de que este lo cierre para dejarlo con el resto sobre la mesa.

—El almuerzo está listo —aviso con seriedad bajo la minuciosa mirada del infante.




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