La Redención de la Bestia

Capítulo 33: Extractos del pasado

MAGNUS

Horas antes

Sostengo su mano con firmeza mientras nos desplazamos por las tiendas de ropa infantil. Julia no se queja de mi insistencia por mantenerla cerca y Maggie, mi bebe, se comporta acorde y no crea disturbios como el resto de los niños que provocan vergüenzas y dolor de cabeza a sus madres.

Después de una temporada de disturbios, el tiempo entre los tres, aunque sea para realizar acciones mundanas como ir de compras me parece el paraíso terrenal. Julia me sugiere múltiples conjuntos para Maggie y se entretienen juntas cuando debo revisar que la tela de la ropa no cause comezón o alergia.

Las miradas femeninas no faltan y soy consciente de que la mayoría se encuentran sobre mí, sin embargo, solo me interesa ser el centro de atención de la mujer que sostiene mi mano. Pienso que me volveré adicto a la imagen que proyectamos, Maggie, ella y yo.

—¿Pero que tenemos aquí? —pregunta una voz gastada debido a la edad, volteo encontrando a una señora que sonríe en nuestra dirección. Noto la incomodidad en Julia, lo cual me lleva a querer prescindir de la presencia de la mujer—. Son una encantadora pareja y su hija es hermosa —comenta y me fastidia su intromisión.

—Gracias —respondo secamente.

—¿Necesitan ayuda con algo? —insiste la señora.

—No, estamos bien — respondo para deshacerme de ella. En caso de necesitar algo, lo habría solicitado.

—Su esposa tiene muy buen gusto —señala el vestido que sostiene Julia cerca de Maggie. La mujer es astuta. La mención de la idea crea escenarios en mi cabeza. De repente su presencia deja de molestarme y los tonos rosas que adquiere el rostro de Julia me hacen cambiar de opinión.

—Nosotros, todavía… —intenta quejarse Julia, pero soy más rápido.

—Lo sé —intervengo cambiando mi expresión—. Prefiero mantenerla cerca, ella toma mejores decisiones que yo —. La expresión en el rostro de Julia es incomparable, no pronuncia palabra alguna, lo que me lleva a querer tomar ventaja.

—¿Qué edad tiene su hija? —pregunta la mujer al percatarse de Maggie.

—Nuestra pequeña esta próxima a cumplir dos años —respondo.

—Son adorables —añade—. Si necesitan algo estaré cerca —acorta su estadía y se marcha.

Decido hacerme el incomprendido por unos minutos, de reojo detallo en Julia y desde aquí puedo escuchar la maquinaria de su cabeza trabajando.

—¿Magnus… —. No tardaría mucho.

—Ya escucho señora Allard, tiene buen gusto, así que añade el vestido a la cesta —incito y es que adoro ver los dulces tonos rosa extenderse por sus mejillas. Ella no tiene idea de lo que planeo para ella, para nosotros, nuestro futuro.

—Magnus… —repite sin ser capaz de argumentar como usualmente lo hace.

—Tranquila Julia, estoy listo, pero esperare a que tú te encuentres lista —detengo el juego y busco darle seguridad. No la presionare, pero es mi objetivo que tenga la idea en mente ya que es cuestión de tiempo.

Terminamos con las compras y las guio a un restaurante cercano, Maggie se queda dormida en los brazos de Julia y no puedo evitar sentirme hipnotizado por la imagen. Curvas, perfumes, alcohol y labios coquetos, lo que alguna vez me llamo la atención, todo eso se torna insignificante cuando presencias este tipo de momentos.

Julia tiene ojos especialmente para Maggie, un destello que envidio, pero que al mismo tiempo deseo para mi hija. La ubica con cuidado en el coche y nos disponemos a comer tranquilamente mientras Maggie goza de su siesta. Hablamos sobre trivialidades, no hay pasado, no hay tristeza, solo una pareja disfrutando de una tarde cualquiera.

No obstante, el destino es cruel y no escatima al momento de cobrar sus deudas y yo todavía me encuentro en la lista roja.

Mi teléfono vibra indicando la entrada de un mensaje. Para no darle más importancia y sin que Julia lo note leo el mensaje.

 Tienes los metros contados y hombres vigilándote. Ven a esta dirección solo. Bazil Petrov.

Me remuevo incomodo en mi silla y disimuladamente escaneo a los demás comensales. Llego a pensar que solo es palabrería del menor de los Petrov, pero reconozco un rostro del grupo de rescate de Julia. ¡Maldición!

Mis alarmas se activan. Pese a que estoy seguro que Bazil es completamente inofensivo en comparación a Yakov, me mantengo alerta debido a las dos mujeres que me acompañan.

—¿Magnus estas bien? —pregunta Julia otorgándome cierta paz cuando entrelaza su mano con la mía sobre la mesa.

—Si —afirmo incapaz de articular lo que está sucediendo.

—¿Seguro? —pregunta. Mi chica es lista, sabe que algo no anda bien, pero no es el momento para dar explicaciones y mucho menos el lugar para compartir la oscuridad de mi pasado.

—Por supuesto, todo está bien Julia.

Maggie se remueve en su carriola y despierta de su siesta de minutos. Julia me ayuda y me enfoco en darle de comer a mi hija. Julia no hace más preguntas y el tema queda sepultado. El ultimo sitio de nuestra visita es el parque, dudo por unos segundos, pero Maggie y Julia se ven bastantes emocionadas por la idea. Accedo debido a que no quiero hacer retroceder a Julia en sus avances. Me impresiona lo bien que lleva estar fuera y planeo visitar otros lugares con ella, preferiblemente solos.




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