La redención de Liam [serie Ice Daggers 5]

Capítulo 16

 

 

 

Al acecho

 

La luna brillante y redonda se alzaba sobre un cielo negro recubierto de estrellas, todo a su alrededor estaba desprovisto de nieve, la hierba verde crecía en abundancia mientras era mecida suavemente por una tibia brisa.

Su brillo resplandecía, y se sentía seguro.

De pronto pudo oler un tenue aroma humano mezclado con jazmín, se dió vuelta, y miró a una pequeña mujer de ojos marrones y cabello negro como la noche, liso y suave. Su cuerpo estaba recubierto por un vestido rojo deshilachado, ella sonreía al verlo a los ojos.

Liam...

Ella susurró, la brisa aumentó su intensidad...

Liam...

La luz de la luna fue tapada por una nube que apareció de la nada, de repente el claro en el que ambos estaban fue engullido por una densa y fría neblina.

Liam...

Escuchó a una voz ronca llamarlo.

¡Ven!

Giró para ver a Shelly, haciendo caso omiso al inquietante llamado.

Ella permanecía de pie, mirándolo, con una intensidad desmedida.

Liam... ¡Ven aquí!

En un punto lejano, un par de ojos verdes se iluminaron, y la silueta animal apenas se dejó ver como una débil sombra entre la niebla.

Shelly dejó de mirarlo para prestar atención a esa figura.

Shelly...

Ella no le escuchó, comenzó a avanzar hacia el animal.

¡Shelly!

La mujer desapareció, difuminada por esa escalofriante neblina que no le dejaba ver más que el brillo sombrío de eso ojos.

Rindete... ¡Rindete y será nuestra!

¡No! gritó él.

La voz se hizo más profunda, rasposa, era el sonido más horrible que había escuchado jamás. Y mientras esos ojos aterradores parecían convertirse en fuego, el animal abrió su boca y dejó ver unos dientes largos con brillo propio.

Dejate llevar... Liam... Porque ella ya es mía...

Despertó y sólo vió una tenue luz iluminar el techo, le dolía la espalda y los hombros, agitado se incorporó y registró con su mirada la habitación desde su cama improvisada en el suelo.

Buscó a Shelly, y la encontró sentada en la cama atenta a su celular.

—Buenos días— dijo ella.

—¿Qué hora es? ¿Por qué estás despierta?— su voz sonó casi ahogada.

Debía tomar agua.

—Son casi las ocho— contestó sin siquiera mirarlo— y estoy despierta porque eres peor que un perro para dormir. ¿Qué clase de sueños tienes? No, mejor ni me digas ¿Desayunamos? Me muero de hambre.

Ante ese batallón de palabras, Liam se limitó a asentir, en su vida jamás había tenido a una persona que hablara con tanta rapidez y alegría como lo hacía ella.

—No te quedes ahí sentado, sube.

—¿Qué?

—Sube, yo no muerdo. Se nota que el piso no es muy cómodo, estás agarrotado.

—¿Que rayos significa eso?— le preguntó levantándose.

Se quedó en su lugar, de ninguna forma iba a acomodarse a su lado.

Ella se encogió de hombros.

—Mi madre solía decir eso cada vez que me dolía el cuerpo.

Liam percibió cierta nostalgia en su voz, su rostro se cubrió de tristeza, la cual se esfumó en el momento en el que volvió a mirarlo a los ojos. Se veía muy diferente a su sueño, sus ojos brillaban y lo único que llevaba puesto era una bata casi blanca que tenía un escote y apenas le llegaba a cubrir las rodillas, tenía un corazón bordeado en hilo rosa y adornado con flores del mismo color en el lado izquierdo de su pecho.

Se esforzó para parecer indiferente. Demasiada exhibición de piel.

—Es una bata de niña— se apresuró a decir— La de adulto me quedaba demasiado holgada.

Liam asintió, y con el corazón acelerado de manera repentina, se obligó a alejarse de la visión de sus piernas delicadas y suaves, de la pequeña porción de piel que se veía en el escote. A paso tranquilo y disimulado, fue al baño y se encerró. Abrió el grifo del agua fría y se lavó el rostro.

El hombre que vió en el espejo le pareció extraño, tenía ojeras alrededor de sus ojos, su piel era más pálida de lo normal, y mientras veía la dilatación de sus pupilas, todavía tenía la imagen de Shelly en bata de baño marcada en sus ojos.

Y probablemente nunca se le olvidaría.

"Prudencia. Es lo único que necesito"

Se secó con una de las toallas que colgaban de un perchero, y con un largo suspiró, abrió la puerta y la cerró con prisa.

"¡Maldición!"

Cerró los ojos con fuerza para tratar de reprimir la imagen de su espalda desnuda.




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