El cielo nocturno se encontraba desprovisto de estrellas, ocultas junto con la brillante luna por densas nubes. El aire apenas tibio daba indicios de una tormenta cercana.
El lugar se hallaba en completo silencio, las luces artificiales de las farolas iluminaban la calle solitaria, edificios abandonados cuyas ventanas estaban rotas, se elevaban como escalofriantes estatuas de cemento y piedra.
Antinatural.
Sin embargo, no estaban ahí para admirar lo tétrico o espeluznante que era la calle Wellington, en la zona abandonada de Woodstone City.
Estaban ahí para averiguar por qué demonios estaba el Chevelle 208 de Sean Wells estacionado en un lugar como ese.
—¿Hueles algo?— Shelly preguntó.
En ambas manos sostenía una pistola de balas de plomo.
Él inhaló profundo el aire sobrecargado de aromas, expandiendo su sentido para intentar encontrar lo que necesitaba.
—Sí, pero sus esencias son débiles.
Liam se acercó con cautela, el corazón latiendo con fuerza en su pecho, imágenes en su mente corrían con desenfreno para anticiparle algo que temía encontrar.
Sus pasos sonaban amortiguados por el concreto de la calle, ese lugar, esa zona, estaba abandonada hacía mucho debido a los problemas estructurales que representaban un riesgo para la vida de las personas humanas.
¿Qué podría haber pasado para que el vehículo del alfa del clan White Claws terminase en un lugar como ese?
Nunca confió en el puma. Debería haber hecho un mayor esfuerzo por convencer a Aria de que no era buena idea aceptar sus insistencias.
Al acercarse más la farola sobre la cual estaba el auto, se encendió y reveló el vidrio roto, gotas de sangre seca se veían con facilidad. Liam se tensó esperando ver lo que por dentro no quería, pero al llegar al vehículo, ni Sean ni Aria se encontraban adentro.
—¡Maldición!—exclamó.
Pasos apresurados se acercaron a él.
—¿Que sucede?
—No están aquí.
—¿Dónde pueden estar?
—No lo sé Shelly.
Sus pequeñas manos temblaron junto con el arma, ella rodeó el auto y se metió adentro. Liam cruzó sus manos por detrás de su cabeza y miró el cielo oscuro. Suspiró cansadamente mientras intentaba poner en orden sus ideas.
Su alfa no estaba, no podían dar con ella hace cuatro días. Sean Wells tampoco daba señales de vida.
¿Cómo podían desaparecer de ese modo? ¿Qué había sucedido con ellos?
Frustrado, bajó la vista al notar la figura de Alexei al acercarse.
—¿Han encontrado algo?— preguntó con prisa.
—No.
—Sabía que ella no debía aceptar esa invitación— masculló con evidente frustración.
Liam también pensaba en eso, pero sabía mas que nadie que en el corazón y en la mente de su alfa, nadie mandaba.
—Oigan— la voz de Shelly se escuchó ahogada— encontré algo.
De inmediato, ambos rodearon el auto para verla salir con un celular cuya pantalla estaba rota, pero seguía encendida con una palabra que apenas podía ser descifrada.
"Secuestro"
—Este es el celular de Sean— dijo Alexei— ¿Qué piensas Liam? ¿Crees que alguien pudo haberlos secuestrado?
—No lo sé, Aria no es fácil de atrapar.
—Pudieron dormirlos— murmuró Shelly.
—No hay droga que pueda hacernos efecto— respondió Alexei.
—¿Cómo lo sabes? Tal vez hayan diseñado una, ya sabes, los malos siempre están innovando.
La ironía en las palabras de su pareja, lejos de aliviar el ambiente, reforzaron la inquietud y el nerviosismo. La raza humana siempre era conocida por inventar cosas, buenas o malas, y por esa razón, eran un peligro constante para la raza cambiante.
—Seguiremos buscando— habló Liam con la poca confianza que tenía— no importa el tiempo ni lo que nos cueste, no nos detendremos hasta encontrarlos.
Dos alfas no podían desaparecer así como así.
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Editado: 23.09.2018