Hacía dos meses que había vuelto y las cosas no le podían ir mejor a René, se había adaptado muy bien al equipo. Era extraño volver a estar ahí porque para él ninguna cara le era conocida, pero aún y así, sus compañeros lo recibieron muy bien, e incluso le ofrecieron la capitanía por ser el más veterano de todos ellos. Le quedaba poco para cumplir los treinta y cuatro, y que lo vieran como alguien mayor, no era algo que le agradara del todo, pero lo comprendía.
Había quedado con Toni el domingo temprano, tenía curiosidad por saber cómo funcionaba todo el tema de los partidos de la cantera, desde los niños más pequeños hasta el filial. Yendo hacía allí, René tenía la radio encendida, no le estaba haciendo mucho caso, hasta que una canción captó su atención.
«…Y sé que es verdad que no lo puedo aceptar. Aunque hayas borrado cuatro años por decir Carpe Diem…»
«¿Dónde están nuestros besos? Verte pintar desde lejos con tanta verdad. Flaca te echo de menos y me estoy fundiendo…»
René frenó en seco y apagó la radio. Esa canción no estaba sonando por casualidad. Desde que había dejado de verla, solía encontrarse con canciones que encajaban perfectamente con su situación personal.
Aunque al principio había sido muy escéptico con esas cosas, poco a poco empezó a creer en esas pequeñas señales que el destino le iba a mostrando. Retomó la marcha, algo le decía que muy pronto iba a saber de Álex.
Estuvo con Toni un rato, fue a ver a los niños que estaban esperando su turno para jugar su partido correspondiente. Se fijó en los dos equipos de prebenjamines que eran los más jóvenes de todos, estaban calentando siguiendo las instrucciones de sus entrenadores, aunque siendo tan pequeños, cada uno iba un poco por libre. Entre ellos, una niña llamó su atención, esa cara le parecía conocida, pero él estaba seguro que no la había visto nunca.
—Te recomiendo que te quedes a verlos jugar. A esta edad, es lo más divertido y tierno que verás jamás—lo animó Toni.
—Voy a dar una vuelta y regreso ¿Te parece?
El exfutbolista estaba organizando todo para que aquellos niños y niñas salieran al campo y poder comenzar el partido.
—Anda, no sabía que hoy te tocaba jugar aquí Lola—saludó a la pequeña.
—Os vamos a ganar ¿Lo sabes, no?
—Eso habrá que verlo—le guiñó un ojo—Mucha suerte.
—Gracias Toni—le chocó la mano y volvió con su grupo.
Entonces el muchacho comenzó a atar cabos, si Lola estaba allí, muy raro sería que Álex no, teniendo en cuenta que casi siempre era ella quién se encargaba de llevar y traer a la niña al fútbol.
—¡Mierda, René!—salió en busca de su amigo, debía distraerlo para que no se acercara al campo—Justo a ti te estaba buscando—se lo había encontrado muy cerca de allí—Vamos, te invito a un café.
—Pero el partido está por empezar, Toni.
—Puedes ver el siguiente ¡Será por partidos!—no sabía que más podía decir para convencerlo.
—¿Por qué andás tan extraño hoy?—lo notaba excesivamente nervioso.
—¿Yo? ¡Qué va! Serán cosas tuyas… Venga, vamos por ese café—insistió nuevamente.
—Mejor luego—se lo quitó de encima y entró al campo quedándose a la altura del banquillo local.
—¡Ay Dios! ¡La que se va a liar!—murmuró Toni cuando René lo dejó solo.
Llevaban unos diez minutos de partido, cuando se dio cuenta que la niña que antes se le hacía conocida, estaba jugando en el equipo rival. No lo hacía nada mal teniendo en cuenta la edad que tenía, debía ser de las más pequeñas del equipo.
Había salido con el balón desde su propio campo y había regateado hasta a sus propios compañeros para meter un gol que dejó a todos boquiabiertos.
—Esa nena tiene cosas ¿Viste lo que hizo?—le comentó a su amigo. Y no le dio tiempo a decir nada más, cuando la vio dirigirse a la grada haciendo una A con sus dedos para después señalar a la persona a la que le había dedicado el gol. A René se le heló la sangre, no podía ser verdad. Álex estaba allí aplaudiendo a la pequeña y enviándole un beso en la distancia—¿Quién… quién es la nena? ¿La que metió el gol?—preguntó a Toni que lo miraba resignado.
—Es Lola, la hija mayor de Noe y Juanmi—le explicó—Yo no sabía que ella estaría hoy aquí, te lo juro. En cuanto lo supe intenté que no entraras al partido… Lo siento, de verdad.
—No importa…—volvió a buscarla entre el gentío y dio con ella… Estaba muy distinta a como él la recordaba. No tenía buen aspecto y enseguida supo que algo no iba bien—Con razón se me hacía conocida la nenita…
—Es idéntica a su padre en todo, hasta en el carácter. Sólo que Lola, como ya pertenece a la nueva generación, es bastante más espabilada que todos nosotros juntos. Es una joyita, tiene salidas para todo y parece que la única que sabe llevarla es Álex.
René ya no lo estaba escuchando, sólo tenía ojos para ella ¿Qué le había pasado? Estaba mucho más delgada que la última vez que la vio, más pálida e incluso se había cortado el cabello. Aunque a él todo eso no le importaba, su corazón latía desbocado por tenerla a tan sólo unos metros de distancia después de tantos años. Para René, nada había cambiado y se moría de ganas de cruzar el campo, llegar hasta Álex para abrazarla y no soltarla nunca más.