La redención de un alma #2 (2025)

CAPÍTULO 13

Faltaba poco para finalizar su turno ese día, y como siempre Álex lo terminaba en la habitación de su madre. Era la única a la que le contaba la verdad sobre sus sentimientos.

—Esa noche, por primera vez, vi a René de otra manera. No como el amigo que siempre fue para mí, sino como hombre… Como un hombre el cual me atrae como un imán… Ni siquiera pude dormir esa noche, mamá—resopló agobiada—¿Por qué tuvo que volver? ¿Por qué insiste tanto en ser mi amigo otra vez? Todo sería más fácil si simplemente, me ignorara… Pero no es así y… ¡Todo es un lío! ¿Por qué me está pasando esto si yo jamás lo busqué?

Soltó la mano de su madre y se agachó a darle un beso en la mejilla. Gloria siempre había sido su confidente y quería que continuara siéndolo, aunque no pudiera responderle. Estaba a punto de ir a cambiarse cuando la puerta se abrió y dos apuestos muchachos entraron a la habitación.

—¡Ey! ¿Qué hacéis por aquí? ¡Vaya sorpresa!—David y Pipe saludaron a su tía.

—Hemos venido de visita—el más joven de los chicos se acercó hasta la cama—Hola abuela.

—Sí, hemos aprovechado que tengo un hueco para venir juntos—le explicó Pipe.

—Me encanta que sigáis viniendo a verla—Álex estaba muy orgullosa de sus sobrinos, a pesar de ser hijos de Cristina, eran buenas personas.

—Hemos venido a veros a las dos, andas muy perdida últimamente querida tía.

—¿Yo? ¡Será posible! Si voy del trabajo a casa y de casa al trabajo.

—Ya lo sabemos… ¿Te queda mucho para acabar tu turno?—quiso saber Pipe.

—Pues prácticamente he terminado ya, pero tenía pensado quedarme un rato más con mi madre.

—¿Podemos ir a comer pizza? Mi hermano tiene descuento por ser su cumpleaños—intervino David.

—Es verdad…—Álex lo había olvidado por completo—¡Feliz cumpleaños Pipe!—le dio un beso y un abrazo—Diecinueve años ya… Como pasa el tiempo, estás hecho todo un hombre.

—Álex, me conociste con catorce, hablas como si me hubieras visto nacer—bromeó.

—Me hubiera encantado… Pero bueno, mejor no hablemos de cosas incómodas.

—Sí, mejor. Os invito a comer pizza, que para eso aún me llega—comentó el cumpleañero.

—¿Seguro Pipe?—sabía que su sobrino mayor no tenía mucho dinero, tenía demasiadas cosas que pagar.

—Sí, tranquila—le sonrió—Ve a cambiarte, nosotros te esperamos aquí y así pasamos un rato más con la abuela.

Le tomó la palabra a su sobrino y fue a cambiarse. Pipe y David comenzaron a visitar a su abuela Gloria después del confinamiento. Pero debido al avance de su enfermedad, ya la conocieron en el estado en el que se encontraba actualmente, nunca pudieron interactuar con ella. Aún y así, solían ir a visitarla, Álex les había contado un montón de anécdotas sobre la mujer, y les había enseñado sus viejos vídeos caseros que conservaba en su casa.

Cuando llegaron a la pizzería, y pidieron lo que quisieron, se sentaron en una mesa a esperar. Pipe les contaba como le iba en la universidad, era de los mejores de su clase y entre sus estudios y el trabajo, no tenía mucho tiempo libre.

Sin embargo, cuando quisieron hablar de lo mismo con David, el adolescente se sintió incómodo. Sabía que no estaba haciendo las cosas bien, pero es que no encontraba motivación en nada. Sólo en salir con sus amigos, ir a fiestas y beber hasta perder el sentido.

—David, tienes dieciséis años y estás en la edad de hacer muchas cosas, pero con cabeza. Sé que lo que te pueda decir yo, tu hermano o tu padre, te entra por un oído y te sale por el otro, pero si lo hacemos es porque te queremos, no para molestarte o tocarte las narices—Álex intentaba hacerlo reaccionar—Todos hemos tenido tu edad y todos la hemos cagado estrepitosamente, yo la primera—le explicó—A mí también me advirtieron que me estaba equivocando, que ese camino no me iba a traer nada bueno ¿Y qué hice yo? Lo mismo que estás haciendo tú ¿Y qué pasó? Que me equivoqué y me jodí la vida—David escuchaba cabizbajo a su tía—Y yo no quiero que eso os pase a vosotros.

—¿Qué te pasó?—se atrevió a preguntar el más pequeño de los hermanos.

—Cuando yo tenía tu edad, conocí a un chico que era bastante mayor que yo. Me creía una reina, superior a todo el mundo por el simple hecho de que alguien mayor me hiciera caso a mí. Cambié mucho por él, todos me lo advirtieron, mi madre, Juanmi, Bea… Pero no quise escucharlos y tiempo después, pasó algo que prefiero no explicar. Se rio de mí y me dio la patada, y por culpa de aquello, a veces soy como soy. Me hizo perder la confianza en mí misma, mi autoestima, todo…

—Siento mucho que te pasara algo así—Pipe agarró su mano con cariño.

—Yo también Álex… Yo sé que hay cosas que no están bien, yo sólo quiero encajar con ellos… No quiero estar solo…no quiero sentirme solo. Estoy harto de ser el bicho raro.

—Y yo te entiendo David, pero para bien o para mal, tenemos que ser nosotros mismos. Y si por esa razón las personas que están a nuestro lado se van, es porque nunca nos quisieron y no merecen la pena—le revolvió el pelo a su sobrino y este a cambio le regaló una tímida sonrisa.

—Tú siempre sabes qué decir para hacer reflexionar a las personas—comentó Pipe.



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En el texto hay: redención, drama, amor

Editado: 21.09.2025

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