La redención de un alma #2 (2025)

CAPÍTULO 15

El viernes al mediodía, Jaime fue a recogerla para irse hasta Sevilla, esa misma tarde era la boda de Bea y Toni. Tendría lugar en los jardines de uno de los mejores hoteles de la ciudad. Decidieron celebrarlo allí para que los invitados pudieran pasar la noche y disfrutaran al máximo de la fiesta, además habían contratado personal para que cuidara de los niños cuando llegara su hora de dormir.

A ella y a Jaime los habían puesto en la misma habitación, a Álex no le hacía mucha ilusión, pero sólo era una noche, tampoco se iba a morir. Una vez dejaron sus cosas allí, la joven fue en busca de su mejor amiga que estaba en la suite. Tocó a la puerta y Noe fue la que abrió haciéndola pasar. Después de recorrerla en compañía de la futura novia, se sentó en el banquito que había a los pies de la cama.

—Esto es una pasada…—comentó Álex—¿Y tú, cómo vas de nervios?

—Bastante bien, la verdad. El nervioso está al otro lado de esta puerta—la abrió y allí estaban Toni y René—¡Hola vecinos!

—¿Cómo de nervioso estás del uno al diez?—preguntó Noe.

—Al menos, doscientos millones—respondió René por él asomándose a la otra suite.

—No te rías de mí—Toni le dio un golpe en el pecho. Cruzó la puerta para besar a su chica y Álex prefirió mirar para otro lado, no quería saber nada de besos jamás.

—¿Les parece si brindamos? Invitan los novios, obvio—el muchacho sacó la botella de cava y unas copas que el hotel había dejado de cortesía—Por ustedes, que sigan siendo igual de felices como hasta ahora, son un ejemplo de que el verdadero amor siempre triunfa—los cinco brindaron, pero sus ojos fueron directamente hacia Álex.

—¡Viva los novios!—gritó Noe y después de terminar de brindar, echó a los chicos de ahí—Nos vemos luego. Y no intentéis entrar, porque vamos a cerrar por dentro.

Poco después llegó la madre de Bea y una de sus hermanas junto al equipo de peluquería y maquillaje que habían contratado para aquel día. La tarde pasó volando y Álex y Noe debían volver a sus habitaciones para prepararse para la ceremonia. Cuando llegó, encontró a Jaime en toalla, acababa de salir de la ducha.

—Ven aquí—intentó besarla, pero ella lo rechazó—¿Sabes que me tienes muy abandonado?

—Jaime, no es el momento—el muchacho insistió mientras recorría su cuello con sus labios—Tengo prisa—se metió en el baño y echó el pestillo.

El joven, frustrado se sentó en la cama mirando hacia la puerta, no sabía hasta cuando iba a ser capaz de aguantar esa situación.

━━━━━━✧❂✧━━━━━━

Después de la ducha, salió en albornoz, buscó su ropa y sus cosas para arreglarse. Cuando iba a volver a encerrarse, Jaime se lo impidió.

—¿Qué es lo que te pasa conmigo?

—¿A mí? Nada—respondió con sinceridad.

—A mí no me da esa impresión… Llevamos días sin cruzar una palabra… ¿Eso te parece normal?—le reclamó.

—Puede que haya estado un poco ocupada en este tiempo, pero por lo demás, a mí no me pasa nada.

—Si es por lo que dije aquel día en casa de mi primo… ¡Es una tontería, una broma! No es para que te lo tomes a mal Álex.

—Mejor no me lo recuerdes… Tengo que hacer cosas y se me está echando el tiempo encima.

—Es verdad, me dijiste que era la testigo de Bea ¿No?—la chica asintió—¿Y quién será el otro testigo?

—Un amigo de Toni—prefirió omitir su nombre, no creía que a Jaime le sentara muy bien saberlo antes de tiempo—No me entretengas más—le cerró la puerta en la cara.

Se plantó frente al espejo y se secó lo que ya iba tomando forma de melena. En las últimas semanas, le había crecido bastante, ya casi cubría su cuello por completo. Después de secárselo, se alisó lo que pudo para que pareciera más largo y con un par de pinzas de fantasía pequeñas, se retiró el pelo de la cara. Sólo su flequillo caía a un lado de su frente, más no podía hacer.

En cuanto al maquillaje, fue a lo seguro, ojos en tonos marrones y se atrevió con un delineado que hacía años que no llevaba. Según la sociedad, estaba pasado de moda, pero a Álex le parecía que le quedaba bien para enfatizar sus ojos. Siempre había dicho que tener los ojos de diferente color era un quebradero de cabeza para maquillarse, pero no le quedó más remedio que acostumbrarse.

Se puso el vestido que Bea se había empeñado que se comprara, era verde claro y largo hasta los pies, con una abertura en un lado que hacía que se viera su pierna casi en su totalidad, con la espalda totalmente al aire y unos tirantes finos que la cruzaban dejando al descubierto sus tatuajes. Se calzó unos tacones de los que esperaba salir ilesa esa noche y por último se pintó los labios de rojo.

Se echó un vistazo y sonrió tímidamente, se veía guapa y femenina, cosa que hacía mucho no se sentía. Respiró hondo y abrió la puerta dejando a Jaime, que se estaba vistiendo, casi sin palabras.

—Álex, estás… ¡Dios!—se acercó con intención de besarla.

—¡Ni se te ocurra!—se señaló a sus labios recién pintados.

—Hacía mucho que no te veía tan guapa…

—Hombre, gracias por decirme que soy un adefesio…

—¡No, claro que no! Tú estás preciosa siempre… Me refería más bien a que hacía mucho que no te veía así de bien—quiso arreglarlo consciente de su metedura de pata.



#2169 en Novela romántica
#78 en Joven Adulto

En el texto hay: redención, drama, amor

Editado: 21.09.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.