Cuando Álex salió de casa estaba bastante nublado, pero no hacía mucho frío. Aún y así, se llevó una chaqueta por si acaso. El colegio de Lola estaba a unos quince minutos andando, pensó que le daría tiempo a volver antes de que empezara a llover. En el camino de ida no había caído ni una gota, pero en cuanto llegó al colegio, comenzó a caer el diluvio universal.
—Hola tita—Lola se echó a sus brazos, no se habían visto desde la boda—¡Madre mía, cómo llueve! ¿No traes paraguas?
—No, lo olvidé—y aunque lo tuviera, de poco le hubiera servido.
—¿Has venido en coche entonces?
—No, he venido andando…
—¡Jo tita, vaya desastre!—la pequeña se palmeó la frente con gesto dramático haciendo reír a Álex—¿Y qué hacemos?
—Me temo que nos vamos a mojar, Lolita. Ven—se quitó la chaqueta y se la puso a la niña quedándose ella en manga corta—Vamos, hoy te vas a mojar, pero por lo menos te vas a ahorrar la caminata—aupó a Lola en brazos asegurándose que estuviera bien tapada y salieron del colegio.
Maldijo estar tan cansada y su falta de cardio, no podía correr sin conseguir no asfixiarse. Le tocó andar rápido con la niña en brazos muerta de risa porque se lo estaba pasando bien bajo el agua.
Al llegar a la puerta de casa, soltó a Lola y sacudió sus brazos, las agujetas que le iban a salir serían legendarias. Estaba abriendo cuando un coche aparcó frente a la casa.
—El que faltaba…—murmuró entre dientes.
—¿Quién es tita?—la pequeña esperó a que saliera del coche para saber quién era—Es René. ¡René…hola!—le gritó desde la puerta.
—Hola hermosa ¿Cómo estás?—se agachó para abrazarla y notó su ropa mojada—¿Qué te pasó?
—Mi tita Álex y yo nos hemos mojado por la lluvia. Ha sido muy divertido, ojalá llueva más días.
—Súper divertido… Anda, entra antes de que pilles una pulmonía—Lola obedeció, pero René seguía en la calle—¿A qué has venido?—preguntó disgustada.
—Vine a resolver un asunto ¿Puedo pasar?—Álex lo dudó un momento, pero finalmente se apartó de la puerta y él entró—A ver si adivino… ¿Volviste a luchar contra la lluvia y perdiste?
—Lola, ve al baño a quitarte esa ropa, ahora voy a llevarte ropa seca.
—¿Te vas a quedar René?—quiso saber la pequeña.
—No sé… ¿Me puedo quedar?—le sonrió descaradamente.
—Sí…—respondió con fastidio—Lola, ve al baño—le volvió a indicar y esta vez la niña fue—¿Se puede saber qué haces aquí?—se puso las manos en las caderas ignorando el espectáculo gratuito que le estaba ofreciendo al futbolista.
—Ya te dije que…—se fijó en la forma en la que la empapada camiseta rosa clara se ceñía al cuerpo de Álex, era prácticamente transparente. Dibujaba perfectamente el contorno de sus pechos que en ese momento lucían coronados debido muy seguramente a la humedad de su cuerpo—Em…no sé, se me fue… ¿Cuál era la pregunta?—había perdido el hilo de la conversación.
—¿Me estás vacilando?—se acercó hasta él para intimidarlo.
—No, es que vos…me estás distrayendo con tus…—los señaló con un dedo—No es queja, obvio, de hecho me gustan…bastante—Álex se miró y vio a qué se refería y enseguida se cruzó de brazos para taparse.
—¡Eres un pervertido!—su bajo vientre se retorcía de placer por su forma de mirarla.
—¿Pervertido, yo? Créeme que, si no hubiera una nena en el baño, te diría todo lo que pienso sobre tu outfit de lluvia de hoy… Y eso sería mucho más que pervertido.
—¿Te puedes callar?—le encantaría saber qué tenía que decir al respecto, pero debía convencerlo de que aquello le molestaba—Voy por la ropa de Lola—sin decirle nada más desapareció escaleras arriba, y por supuesto que René disfrutó de esas vistas también.
Sabía que aquello a Álex no la escandalizaba, lo vio en sus ojos y lo notó en la forma en que respiraba, la situación le estaba gustando tanto como a él. Lo peor de todo es que ella misma no era consciente de su cuerpo hasta que se lo dijo.
Poder decirle lo que penaba había sido liberador, y no tenía pensado dejar de hacerlo, aunque Álex pusiera el grito en el cielo.
—Ya estoy aquí—Lola había llegado hasta él con un pijama y el pelo envuelto en una toalla—Que bien que te hayas quedado—le sonrió tiernamente.
—Al menos vos si te alegras de verme, sólo por eso ya mereció la pena venir hasta acá.
—¿Mi tita no se alegra de verte? ¡Qué raro! Si ella quiere a todo el mundo… ¿A ti no?—sin saberlo, Lola había dado de lleno donde más le dolía.
—La verdad…no sé—suspiró hondo.
—¿Y a ti te gustaría?—la niña se sentó sobre sus rodillas—¿Tú la quieres a ella?
—Parecés periodista del corazón vos ¿Eh? ¡Menudas preguntitas hacés!
—Pero no me has contestado… ¿Tú la quieres?—los pequeños ojos oscuros se enfrentaron a los suyos esperando una respuesta—Yo creo que tú quieres mucho a mi tita.
—¿Ah, sí? ¿Por?—sin lugar a dudas, Lola había heredado la mirada intimidante de Juanmi.
—Porque la miras igual que mi padre mira a mi madre, y mi padre quiere mucho a mi madre. A veces le da besos, la abraza fuerte y ella se ríe mucho—le explicó muy sonriente—Mi tita no tiene novio… ¿Tú tienes novia?