Como cada domingo, llevó a Lola a su partido de fútbol, la niña era la única que había conseguido sacarla del bucle en el que vivía desde aquella noche.
Aún no le había contado a nadie lo que había pasado, Bea estuvo muy insistente durante días para que se lo dijera. Lo único bueno de aquello es que, si se lo preguntó, era porque René tampoco le había dicho nada a Toni, cosa que le agradecía.
El partido de los niños terminó, aunque no le prestó mucha atención. Sólo cuando Lola fue a buscarla.
—¿Por qué estás triste tita?—se sentó junto a ella.
—No corazón, no estoy triste—se esforzó en sonreír para no preocuparla.
—Soy pequeña, pero no tonta—hizo una mueca graciosa—Si necesitas un abrazo, yo te lo doy tita ¿Quieres?
—Si son tuyos, los quiero todos—Lola se sentó en su regazo y la abrazó durante un rato—Creo que alguien necesita un baño urgentemente—bromeó haciéndola reír—Venga, vámonos—se puso la mochila de la niña al hombro y le ofreció su mano.
A lo lejos, René las observaba con el corazón encogido. Había mirado en internet los siguientes partidos del equipo de Lola, y allí llevaba desde antes que ellas llegaran.
Le dolió comprobar que su semblante había vuelto a cambiar. Le recordó a la que había encontrado cuando volvió a Sevilla. Un rostro casi sin brillo, triste y cansado, incluso cuando le sonrió a la pequeña supo que esa sonrisa era falsa.
René no se encontraba mucho mejor que ella, le había dado muchas vueltas a sus palabras y por más que quería encontrarle sentido, no lo logró
Las siguió a una distancia prudencial hasta que vio como ayudaba a la niña a ajustarse el cinturón de su asiento infantil, para después guardar la mochila en el maletero. A continuación, ella se subió al coche y salió del aparcamiento.
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Ese día la llevaría directamente a su casa, Lola tenía un cumpleaños en un rato y Noe era la encargada de acompañarla. Cuando llegaron, madre e hija desaparecieron y Álex se quedó a solas con Juanmi y su bebé.
—¿Cómo está lo más guapo de la casa?
—Hoy he dormido fatal, pero gracias por lo de guapo—respondió el muchacho.
—Le decía a Miki, tonto—sonrió levemente yendo en busca del niño—Tu padre es la modestia en persona ¿Lo sabías?—besó al pequeño y lo sentó en su regazo.
—O sea, que estoy perdiendo mi atractivo… Eso es un golpe bajo, pelirroja—se quejó.
—Es que, a partir de los treinta, todo va cuesta abajo y sin frenos—se mofó.
—Pues no te rías tanto, que a ti no te queda mucho para eso, guapa.
—¡Me queda más de un año!—Álex se hizo la indignada—Todavía me queda por pasar por los veintitodos. En cambio a ti…no te queda mucho para cambiar el prefijo.
—Acabas de hundirme en la más absoluta de las miserias. Gracias pelirroja.
—De nada, para eso están las amigas.
—Ya veo ya…—Juanmi se quedó mirándola descaradamente hasta el punto de ponerla nerviosa.
—¿Por qué me miras tanto? ¿Tengo algo en la cara o qué?
—Algo tienes, pero no es sólo en la cara… ¿Me lo vas a contar?
—Es lo mismo de siempre. Estoy cansada, el trabajo me tiene molida, estoy preocupada por mi madre, en fin, nada nuevo.
—Ya…—tamborileó sus dedos sobre el reposabrazos del sillón—¿Echas de menos a alguien? ¿A Jaime quizás?
—¡De ese ni me hables!—besó la cabeza del bebé, el cual se había sobresaltado por su grito—Por supuesto que no lo echo de menos, no quiero volver a verlo en mi vida. Y lo siento, sé que es tu primo y todo eso, pero es un desgraciado.
—Estoy de acuerdo contigo. Asumo que me equivoqué con él, no es lo que parece.
—¿En serio? ¿Por qué has cambiado de opinión?
—René me contó lo que dijo sobre ti, y si yo hubiera estado en su lugar, habría actuado de la misma manera que él—Álex no salía de su asombro al escuchar eso—Me tocó fingir que todo estaba bien con mi primo para convencerlo de que no lo denunciara.
—Gracias por interceder por él, pero nunca estaré a favor de la violencia. Se lo dije a René y te lo repito a ti… ¿Desde cuándo habláis vosotros dos?—quiso saber.
—Desde el cumpleaños del niño de Bea y Toni… Después de hacer lo que hice y que tú me echaras la bronca de mi vida.
—No tenía ni idea…—Noe y Lola los interrumpieron un momento para despedirse de ellos, tardarían en volver—¿Y de qué hablasteis?
—A ver, déjame que piense… ¿Qué podríamos tener en común René y yo? ¡Tú, obviamente!
—Entonces prefiero no saber más del tema—se levantó para poner al niño en el carrito se había quedado dormido.
—¿Por qué?
—Porque no, Juanmi—le dio la espalda mientras miraba al bebé dormir.
—Tuvimos una charla sobre ti, y los dos nos dimos cuenta que nuestro objetivo era el mismo, queremos recuperarte.
—¿Recuperarme? Pero si estoy aquí, no me he ido a ninguna parte.
—Sé lo que René siente por ti desde hace años, y yo siempre me empeñaba en alejarlo de ti, tú lo sabes, me caía fatal. Pero después de nuestra pequeña conversación, me di cuenta que en él tengo un aliado. Alguien que al igual que yo, haría cualquier cosa por ti sin importar las consecuencias.