CAPÍTULO 31

Con el paso de las semanas, la joven fue mejorando gracias al fisioterapeuta que ella misma eligió, no quería deberle nada más a René.

Poco a poco su salud se restableció, el tratamiento estaba funcionando a la perfección. Aún seguía de baja por lo del brazo, pero ya no necesitaba llevarlo inmovilizado y podía utilizarlo para hacer cosas que no supusieran un esfuerzo.

El diecinueve de julio era el quinto cumpleaños de Lola, y al día siguiente era el primero de Miki. Habían decidido celebrarlo los dos juntos por iniciativa de la pequeña. Poco a poco había comprendido que su hermanito no le iba a quitar el amor de sus padres ni de nadie.

—¡Vamos flamenquita, sopla las velas!—dijo Juanmi animando a su hija.

—Espera papi, antes tengo que pedir un deseo—la niña lo pensó y a continuación sopló—¿Queréis saberlo?

—No cariño, si lo dices en voz alta, no se cumple—apuntó su madre—Ahora ayuda a Miki a soplar la suya.

—Pero mi hermano no sabe hablar, no puede pedir un deseo mamá.

—Puedes hacerlo tú por él ¿Preparados? Una, dos y tres—la pequeña sopló mientras el niño daba palmadas con sus manitas imitando a los adultos.

La celebración estaba siendo en casa de Noe y Juanmi, y los invitados eran Álex, los abuelos paternos y la abuela materna de los niños, una hermana de Noe, Bea, Toni y su bebé.

Hubieran querido hacerlo en otra parte, pero debido a la ola de calor que parecía haberse cebado con Sevilla, prefirieron hacerlo en casa lo más frescos y cómodos posible. Acababan de llamar al timbre y Juanmi se ofreció para ir a abrir la puerta.

—Mientras voy a abrir, ve a la cocina a por platos y cucharillas, pelirroja.

—A la orden—se cuadró ante él y ambos se echaron a reír.

Tardó poco en volver con lo que su amigo le había pedido hasta el salón, iba muy contenta hasta que se topó con esos ojos que tanto añoraba.

—Hola—la saludó rápidamente pasando de largo—Me dijeron que hoy están de cumpleaños dos nenes de por acá ¿Puede ser?

—¡René! Al final has podido venir—Lola se tiró a sus brazos y él la abrazó con cariño haciendo suspirar a Álex.

—Por supuesto, ya que te tomaste la molestia de invitarme, era lo menos que podía hacer—le sonrió a la niña y sin soltarla, fue hacia el bebé—¿Y vos? ¿Qué contás amiguito?—Miki se deshacía en grititos y palmitas—¿Saben qué? Traje algo para ustedes.

—¡Quiero verlo! Por fa, por fa…—insistió Lola.

—Lo vas a ver, tranquila… Primero el del nene y después el tuyo ¿Ok?

Entre los dos niños, abrieron una caja enorme. Eran bloques de juguete para hacer construcciones.

—Genial, ahora habrá piezas por todas partes—refunfuñó Juanmi—Pero muchas gracias René—ambos hombres asintieron con la cabeza.

—Tenés que vigilarlo cuando juegue con eso, aún está muy chiquito ¿Ok?—le indicó a Lola—O pueden jugar juntos igual.

—Te lo prometo René—el joven le tendió una bolsa de cartón. La niña sacó poco a poco una camiseta del Barça y la miró—Gracias René, pero yo no soy del Barça…

—Ya sé. Abrila a ver si sabés de quién es—estaba deseando ver la cara de Lola cuando se diera cuenta.

—¡Es la camiseta de Alexia Putellas!—gritaba por todas partes eufórica—¡Has visto mamá?

—Sí cariño, dale las gracias a René—le sugirió.

—¡Gracias René!—lo abrazó sin soltar la camiseta—Es el mejor regalo del mundo.

—Hermosa, no tenés que agradecerme, sólo disfrútalo—Lola siempre sacaba su parte más tierna.

—¿Me la puedo poner?

—¡Claro! Podés hacer lo que quieras, es tuya. Pero antes, dejá que te muestre algo—giró la camiseta y le enseñó que había algo escrito—¿Sabés leer?—la niña negó con la cabeza—Acá pone «Para Lola, con mucho cariño ¡Feliz cumpleaños!» Y acá está su firma.

—¿Ella lo escribió para mí?—se emocionó aún más.

—¿Cómo has conseguido que esa chica le firme una camiseta a mi hija?—Juanmi estaba alucinando como el resto de los allí presentes.

—Bueno, tengo contactos—se encogió de hombros—Yo casi no hice nada.

—Has hecho muy feliz a Lola—Juanmi le puso una mano sobre el hombro—De verdad que tanto su madre como yo, te lo agradecemos muchísimo.

—Sólo es un detalle—al desviar la mirada, vio a Álex ayudando a Noe a repartir la tarta—¿Me disculpás un momento?—el muchacho se acercó hasta allí con la excusa de ir por un pedazo de tarta. Pero una mujer a la que no había visto en su vida, lo interceptó.

—Hola—la chica le sonrió—Soy Inés, la hermana de Noe. Tú eres el ex de Álex ¿Verdad? Nos vimos una nochevieja en el local de mi padre.

—Sí, soy René, un gusto—se saludaron—Sí, una vez estuve por allá con Álex y mi familia, pero a vos no te recuerdo—le sonrió por compromiso.

—Sí bueno, había mucha gente esa noche. Y también yo he cambiado un poco. En aquella época aún seguía casada, pero ya no lo estoy—le dejó caer.

—Pues ya somos dos entonces—esa mujer no le interesaba en absoluto, pero se dio cuenta como Álex estaba mirando hacia allí con el ceño fruncido—Así es la vida.

—Así es—Inés le sonreía mientras le hacía ojitos—Lo que has hecho por mi sobrina ha sido precioso, ella adora a esa muchacha.

—Ya sé, por eso lo hice ¿Te apetece un poco de tarta?—quería ver más de cerca como Álex trataba de asesinarlos con la mirada.

—Claro—se agarró a su antebrazo y fueron hacia la mesa—¿Nos puedes dar dos trozos de tarta?

—Por supuesto—los partió lo más rápido posible y le dio uno a René de mala gana.

—Primero las damas—le pasó el plato a Inés acompañado de una amplia sonrisa.

—Oh, gracias—ella le sonrió de vuelta, la presa estaba casi cazada.

Al ver aquel gesto que René había tenido con la hermana de Noe, casi una desconocida, hizo que se mordiera la mejilla de la rabia.

—Tita ¿Hay más tarta?—preguntó Lola.

—Sólo queda este pedazo y es para él—lo señaló sin mirarlo.

—Dáselo a la nena, a mí no me importa—acarició la cabeza de la pequeña.

—¿De verdad René?—el asintió—Gracias, eres el mejor—la niña le regaló la más bonitas de las sonrisas.